Siguiendo en la época cuando el casco no era obligatorio, nos trasladamos a una tarde de futbol en el campo municipal de La Haba, sería por el año 1980 aproximadamente, el estadio por entonces no tenia muros, por lo que resulta que el espectáculo era gratuito, con la consiguiente masiva afluencia de espectadores, que de paso veían el partido y pasaban una agradable y soleada tarde de sábado.
En estas estaba yo con la pandilla de colegas y llegó mi amigo Pablo, (ha sido Pablito toa la vida, pero viendo la envergadura que ha alcanzado el individuo...... cualquiera!), bueno, pues llegó Pablo en su moto y viendo que el partido no estaba muy interesante, me invitó a dar una vuelta hasta el pantano a lomos de su corcel mecánico. Yo, que si fuera mujer iba a ser mas pu.. que Rita, porque decía siempre a tó que si, no lo dude, y de un salto me arrellané en la parte trasera del corcel, cogiendo con la mano derecha la cintura de mi Don Juan y la izquierda me la puse en mi cadera, porque aquello estaba lleno de espectadores y convenía que nos vieran como dos hidalgos a lomos de un brioso rocín, no era cuestión de ir de cualquier manera.
Paralelo al campo de futbol y pegado a la carretera totalmente en linea recta surgía un camino de tierra, (el de la piscina actual), nosotros enfilamos dicho camino desde la Cruz del Humilladero, a espaldas de los espectadores del futbol, Pablo puso cara de velocidad y retorció con cojones el puño de la bicha, yo puse cara de tonto cagao y me agarré al jinete como pude, veia a mi derecha pasar los colores de la ropa del público futbolero como lineas de colores, el viento nos echaba el flequillo patras y poníamos los ojos como los chinos cuando lloran, veíamos la recta del camino, ¡pero no vimos los baches!, el caballo mecánico empezó a dar una exhibición de hípica, y saltamos el primero, saltamos el segundo...... ¡y nos comimos el tercero!, nuestra hidalga postura perdió verticalidad y nos arrastramos por el suelo como un boeing 747 sin tren de aterrizaje, la moto siguió recta dando tumbos, Pablo a la izquierda "jincando "la cabeza en el suelo y yo seguía a la moto no fuera a ser que se escapara, ¡pum! en el costao, ¡pum! en la espalda, ¡pum! en las piernas, y yo no paraba de rodar. Los espectadores al oir el ruido se giraron y observaban atónitos dos tontos y una moto dando tumbos por el suelo, al fín aquello se paro y el jinete y yo sentaos en el suelo nos mirábamos con cara de vaca mirando al tren y la gente rompió en aplausos agradeciendo que ya que los futbolistas no daban espectáculo, la fiesta la hubiéramos puesto nosotros. Saludos jabeños.
En estas estaba yo con la pandilla de colegas y llegó mi amigo Pablo, (ha sido Pablito toa la vida, pero viendo la envergadura que ha alcanzado el individuo...... cualquiera!), bueno, pues llegó Pablo en su moto y viendo que el partido no estaba muy interesante, me invitó a dar una vuelta hasta el pantano a lomos de su corcel mecánico. Yo, que si fuera mujer iba a ser mas pu.. que Rita, porque decía siempre a tó que si, no lo dude, y de un salto me arrellané en la parte trasera del corcel, cogiendo con la mano derecha la cintura de mi Don Juan y la izquierda me la puse en mi cadera, porque aquello estaba lleno de espectadores y convenía que nos vieran como dos hidalgos a lomos de un brioso rocín, no era cuestión de ir de cualquier manera.
Paralelo al campo de futbol y pegado a la carretera totalmente en linea recta surgía un camino de tierra, (el de la piscina actual), nosotros enfilamos dicho camino desde la Cruz del Humilladero, a espaldas de los espectadores del futbol, Pablo puso cara de velocidad y retorció con cojones el puño de la bicha, yo puse cara de tonto cagao y me agarré al jinete como pude, veia a mi derecha pasar los colores de la ropa del público futbolero como lineas de colores, el viento nos echaba el flequillo patras y poníamos los ojos como los chinos cuando lloran, veíamos la recta del camino, ¡pero no vimos los baches!, el caballo mecánico empezó a dar una exhibición de hípica, y saltamos el primero, saltamos el segundo...... ¡y nos comimos el tercero!, nuestra hidalga postura perdió verticalidad y nos arrastramos por el suelo como un boeing 747 sin tren de aterrizaje, la moto siguió recta dando tumbos, Pablo a la izquierda "jincando "la cabeza en el suelo y yo seguía a la moto no fuera a ser que se escapara, ¡pum! en el costao, ¡pum! en la espalda, ¡pum! en las piernas, y yo no paraba de rodar. Los espectadores al oir el ruido se giraron y observaban atónitos dos tontos y una moto dando tumbos por el suelo, al fín aquello se paro y el jinete y yo sentaos en el suelo nos mirábamos con cara de vaca mirando al tren y la gente rompió en aplausos agradeciendo que ya que los futbolistas no daban espectáculo, la fiesta la hubiéramos puesto nosotros. Saludos jabeños.