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LA HABA: Pues si, ¡llegó el invierno! y la gente desaparece...

Pues si, ¡llegó el invierno! y la gente desaparece de las calles, y el ruido infantil cesa y todo lleva a pensar que el pueblo está muerto,....... ¿muerto?, ¿muerto?,... quizás a los ojos de la juventud y adolescencia sea así, pero con el paso de los años esa muerte se nos antoja vida eterna.
¡Bendita sea la muerte!, que te permite pasear en silencio con la calma que dá el atardecer de Enero, cuando el aire se impregna del olor del humo de leña de encina quemándose en las chimeneas, cuando la alfombra de hojas muertas pone música a tus pasos en los interminables paseos por el canal, cuando el sonido de los tractores por el camino del Barrial, ya de vuelta de la cogida de las aceitunas, es lo único que te hace levantar la cabeza del camino.
¡Bendita sea la muerte!, que te dá serenidad y sosiego, no prisas y resignación ante lo cotidiano, que te deja contemplar el cielo ardiendo ante la inminente llegada de la noche.
¿Bendita sea la muerte!, bendita, si, mil veces bendita, si consigue alejarme de aquel rebaño maldito que su único anhelo es pastar y seguir al guia.
Mi única meta, como decía la portada de un disco antiguo de Jetrho Tull: A mí dadme unas bridas de cuero bien curtidas y un cielo presagio de tormenta. Prefiero la alianza con la Naturaleza que el roce con las masas, ojalá pudiera abandonar la tribu y vagar solitario por las montañas, allí en comunión con los elementos me encontraría a mi mismo y alcanzaría el momento soñado, saludos, jabeños.