POR LOS ABUSOS VINO LA REPÚBLICA,
“La vergüenza ajena puede definirse, a mi manera de ver, como un sentimiento humano que nos hace sentirnos –respecto a un acto perpetrado por un tercero- incómodos y ridículos hasta el bochorno, sin más salida que contarlo por desahogo como ahora pretendo hacerlo yo en el Foro”.
Lo escribí aquí mismo hace casi dos años y hoy quiero reiterarlo en la misma pantalla -y en tós laos que tenga ocasión- porque he vivido esa insufrible sensación al escuchar al Rey, romo y aturdido, perpetrando una especie de oda a la gente de uniforme con motivo de ese festejo en enero que se ha dado en llamar Pascua Militar: fue patético. Con toda franqueza, tuve que dejar de mirar la pantalla de la tele y, cabizbajo, confieso que llegué a sentir piedad por la persona del Borbón. Este hombre, de una vez por todas, debe irse y, racionalmente, detrás de él, cuantos bártulos y espantapájaros quedasen como rescoldos de esta inservible cosa regia: Y no es necesario que sea vía Cartagena, que no nos mueve el rencor.
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“La vergüenza ajena puede definirse, a mi manera de ver, como un sentimiento humano que nos hace sentirnos –respecto a un acto perpetrado por un tercero- incómodos y ridículos hasta el bochorno, sin más salida que contarlo por desahogo como ahora pretendo hacerlo yo en el Foro”.
Lo escribí aquí mismo hace casi dos años y hoy quiero reiterarlo en la misma pantalla -y en tós laos que tenga ocasión- porque he vivido esa insufrible sensación al escuchar al Rey, romo y aturdido, perpetrando una especie de oda a la gente de uniforme con motivo de ese festejo en enero que se ha dado en llamar Pascua Militar: fue patético. Con toda franqueza, tuve que dejar de mirar la pantalla de la tele y, cabizbajo, confieso que llegué a sentir piedad por la persona del Borbón. Este hombre, de una vez por todas, debe irse y, racionalmente, detrás de él, cuantos bártulos y espantapájaros quedasen como rescoldos de esta inservible cosa regia: Y no es necesario que sea vía Cartagena, que no nos mueve el rencor.
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