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LA HABA: Visto desde la diáspora, que es la distancia, y con...

Visto desde la diáspora, que es la distancia, y con pocos datos aunque de fiar,

El tema del molino -que es más el sonrojo que la fechoría- es de muy difícil solución por mucha cuerda que se le dé. Dije aquí, y no sé si se me entendió, que si bien era plausible e importante la decisión rotunda de llevar el asunto a los tribunales por parte del Alcalde, era más de lamentar y de más calado lo que dejó de hacerse y decidirse en su momento.

Desde la distancia, parece comprobado que se omitieron algunas cautelas que hicieron posible este despropósito y van a hacer imposible resarcirse del daño; porque, una vez suscrito el documento de donación, la custodia de lo donado correspondía al Ayuntamiento: y no creo que el lugar en el que se depositó fuera el más adecuado.

La premiosidad por parte de la Corporación para dar ubicación definitiva al molino ha sido exasperante, ha dado la impresión de haber padecido una especie de amnesia o un lamentable desdén. Y para más inri, ha tenido que ser el propio donante, y no el receptor, quien haya tenido que alertar tanto del retraso en cumplir lo acordado como de la desaparición del tan reiterado molino. Se dice pronto, el tema se arrastra desde el 2003; la carretera se inaugura en febrero del 2013, y ya en julio del mismo año alguien tiene que zarandear la memoria del Alcalde para recordarle que ya había rotonda para llevar a efecto la instalación y parece que la Corporación se compromete al traslado inminente del molino al “Corralón” y su posterior exposición definitiva: y reinó un poco de calma.

La preceptiva obligación de elaborar un proyecto, para que la Junta observase que la visibilidad vial no se vería afectada, y el coste del mismo (unos 5.000 euros), ralentizó el tema y, después de tantos años, por consenso, se acuerda ubicar el molino en el parque infantil que está radicado muy cerca de la almazara donde el molino molió aceituna jabeña durante tantos años, era una buena opción: y se decide ponerse manos a la obra; y ya en septiembre del pasado 2013, tiene que ser de nuevo el donante el que advirtiera de que la maquinaria había desaparecido de la finca particular en donde estaba depositada: lo hizo sin inquietud, después de uno de sus diarios paseos por el camino de la “Fuente Cuchilla” y en base a su confiada impresión de que el molino estaba en el “Corralón” y que desde de allí iría al parque como le había prometido el Alcalde.

Y de eso, nada: “El molino lo he vendido yo”, parece ser que le espetó al donante el jabeño que ha cometido presuntamente la imprudencia, la osadía, la insensatez, la falta, el delito o lo que sea. Esto lo van a tener que calificar los tribunales, pero ojo: a ver por dónde le meten el diente los servicios jurídicos de la Diputación a la redacción de la querella, no vaya a ser que devenga un pleito cuyo fallo, además de condenar al querellado, declare responsable subsidiario o, más ajustadamente, solidario, al propio Ayuntamiento jabeño.

Después de la desaparición del famoso molino, el tema se ha tratado con suma torpeza: pues un asunto sentimental se ha tratado de ultimar con una compensación económica, una verdadera grosería caso de haberse llevado a cabo; luego, se ha intentado -como mal menor- la chapuza de conseguir del antiguo proveedor jienense, más concretamente ubedí, un molino igual o parecido al desaparecido, objetivo que caso de conseguirse anula el valor sentimental del molino jabeño, pero en fin, todo sea por la satisfacción y la paz jabeñas.

Hay veces que pasan cosas incomprensibles: si el objetivo de la venta del molino no era el lucro, ¿por qué el depositario no dio un ultimátum al Ayuntamiento para que fuera a retirarlo? Y otro “sí digo”, cuando se le reprocha al depositario su insensatez, QUE SOLO HABÍAN TRANSCURRIDOS UNOS DÍAS, ¿por qué no se coge el albarán de venta del chatarrero -si existe- y se intenta recuperar el molino devolviendo el dinero?

Le deseo de corazón mucha suerte y buen tino al Alcalde, gestor político al que aprecio, pero se lo han puesto mu difícil. En fin, a ver cómo termina la molienda.