Por contraste, hoy que estoy mirando a la falda lluviosa y fría de la sierra de Navacerrada, me viene a la mente el espléndido día que ayer me dejé a medio disfrutar en los campos jabeños. La luz ofensiva de la dehesa, el verdor de los trigos que parecen crecer hogaño mu vigorosos y la coleta de agua que alarga al pantanillo, me invitaban ayer a enrocarme en La Jaba unos días más. En fin, una estancia breve pero suficiente para matar el revesino (“querencia” o “ganas”) que nos arrempuja a jabeñear de vez en cuando.
Andrés “Carilla”, sin régimen Nature que valga, está más derecho que un junco, tiene unos apetitos que se como a dios por los pies y el tío parece un Polniuman jabeño: está apergaminao y va a durar más que un martillo enterrao en manteca. Muchas gracias por sus atenciones y las de su Luciano y señora, siempre dispuestos a agradar.
Mi amigo Kiriki, o Quiriqui, es uno de los tíos más felices y satisfechos que conozco en La Jaba, cómo, me pregunto, puede disfrutar este hombre tanto con un trozo de tocino con la cantidad de miles de cochinos que han pasao por sus manos: eres un punto, Victoriano, no te alimenta el tocino sino el buen humor.
“No”, le dije a mi acompañante, “Repostamos en el pueblo, pa que los cincuenta euros de gasolina se queden en las arcas jabeñas”. Por ello, llegué agónico de carburante a la gasolinera, pa que luego me espetaran: “Gasoil no tengo”; entonces, ¡qué coño tiene una gasolinera!, ¿suero? Al distribuidor jabeño le hace falta una de estas dos cosas: organización del personal, o dinero pa comprá condumio: y en cualquier caso, esto es un servicio que tiene que funcionar o tiene que pasar a otras manos. QUE ALGUIEN META MANO A ESTO.
Del molino, “fanegas”, (pues no te dignaste a ir a misa de una, ancá Luciano, otra vez será), nada me añadieron a los cuatro datos que di en este Foro: ni tampoco me los rectificaron, averavé qué pasa con la molienda.
El buen tiempo, la caza, las casitas de campo y la lacra del paro que azota al jabeñerío, hacen del pueblo un páramo fantasma donde –si no fuera por el maldito fútbol- uno tiene que buscar gente a jornal pa tomarse un chato: menos mal que apenas lo sufrí porque tuve que estar itinerante. Y con pena, no pude saludar a mis amigos radicados por la Plaza, a la que tanto mes cuesta bajar siendo cuesta bajo como es.
El reló, si lo mira Pedro, marca las doce en punto, y si lo mira el esquivo Paco, las doce menos veinticinco: a ver, “A tresbolillo”, qué explicación puede tener esto.
La Iglesia, ajena como casi siempre al reloj de los tiempos y al de la torre - disculpad por esta respetuosa humorada, jejeje- se afana en impartir su entrañable catequesis a la chiquillería jabeña para aluego administrarle el sacramento de la comunión el último domingo del próximo mayo, una hermosa tradición que todos queremos conservar y disfrutar a la par, sin más distingo o diferencia algunos: así debería ser, para dar cumplimiento a las enseñanzas de Cristo y testimonio ante los ojos del pueblo de que todos semos iguales, que bastantes diferencias nos procura ya la injusta crisis que padecemos.
Un abrazo mu fuerte pa to el jabeñerío: ya sacerca la Semana Santa. ¡Prepara el saxo, Porrita!
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Andrés “Carilla”, sin régimen Nature que valga, está más derecho que un junco, tiene unos apetitos que se como a dios por los pies y el tío parece un Polniuman jabeño: está apergaminao y va a durar más que un martillo enterrao en manteca. Muchas gracias por sus atenciones y las de su Luciano y señora, siempre dispuestos a agradar.
Mi amigo Kiriki, o Quiriqui, es uno de los tíos más felices y satisfechos que conozco en La Jaba, cómo, me pregunto, puede disfrutar este hombre tanto con un trozo de tocino con la cantidad de miles de cochinos que han pasao por sus manos: eres un punto, Victoriano, no te alimenta el tocino sino el buen humor.
“No”, le dije a mi acompañante, “Repostamos en el pueblo, pa que los cincuenta euros de gasolina se queden en las arcas jabeñas”. Por ello, llegué agónico de carburante a la gasolinera, pa que luego me espetaran: “Gasoil no tengo”; entonces, ¡qué coño tiene una gasolinera!, ¿suero? Al distribuidor jabeño le hace falta una de estas dos cosas: organización del personal, o dinero pa comprá condumio: y en cualquier caso, esto es un servicio que tiene que funcionar o tiene que pasar a otras manos. QUE ALGUIEN META MANO A ESTO.
Del molino, “fanegas”, (pues no te dignaste a ir a misa de una, ancá Luciano, otra vez será), nada me añadieron a los cuatro datos que di en este Foro: ni tampoco me los rectificaron, averavé qué pasa con la molienda.
El buen tiempo, la caza, las casitas de campo y la lacra del paro que azota al jabeñerío, hacen del pueblo un páramo fantasma donde –si no fuera por el maldito fútbol- uno tiene que buscar gente a jornal pa tomarse un chato: menos mal que apenas lo sufrí porque tuve que estar itinerante. Y con pena, no pude saludar a mis amigos radicados por la Plaza, a la que tanto mes cuesta bajar siendo cuesta bajo como es.
El reló, si lo mira Pedro, marca las doce en punto, y si lo mira el esquivo Paco, las doce menos veinticinco: a ver, “A tresbolillo”, qué explicación puede tener esto.
La Iglesia, ajena como casi siempre al reloj de los tiempos y al de la torre - disculpad por esta respetuosa humorada, jejeje- se afana en impartir su entrañable catequesis a la chiquillería jabeña para aluego administrarle el sacramento de la comunión el último domingo del próximo mayo, una hermosa tradición que todos queremos conservar y disfrutar a la par, sin más distingo o diferencia algunos: así debería ser, para dar cumplimiento a las enseñanzas de Cristo y testimonio ante los ojos del pueblo de que todos semos iguales, que bastantes diferencias nos procura ya la injusta crisis que padecemos.
Un abrazo mu fuerte pa to el jabeñerío: ya sacerca la Semana Santa. ¡Prepara el saxo, Porrita!
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