En la calle Hospital de La Haba, concretamente en su número 7 (frente a la puerta falsa de mi amigo Miguel Pintado), el día 29 de enero de 1920, nació Francisco Mera. Hijo de Florencio y Laureana. Su padre, un republicano socialista, durante los años de 1923 a 1929, al socaire de las inversiones en infraestructuras de Primo de Rivera, desarrolló una empresa de tamaño medio en la provincia de Córdoba que dio trabajo a más de cien personas, muchos de ellos jabeños. Nuestro hombre, fue educado entre la perseverancia materna en la fe católica y los principios socialistas y laicos del padre, a quien su condición empresarial no mermó un ápice su fe en una sociedad igualitaria basada en las teorías marxistas: esta circunstancia, aparentemente contradictoria, marcaría indeleblemente la vida de Paco. Estudió el bachillerato en Córdoba en un colegio religioso para luego continuar la carrera de comercio en Sevilla, donde le sorprende la Guerra Civil.
Paco, afiliado a las Juventudes Socialistas (luego Partido Comunista de España) se alistó voluntario en el ejército con 16 años -edad que no permitía movilizarlo- en la convicción de que con ello defendía la libertad. No le fue a la zaga su padre quien, ya con cuarenta y siete años –en este caso por exceso de edad tampoco fue llamado a filas- se enroló por voluntad propia en el ejército de la República. Ajenos el uno al otro (aunque se dice que el padre, más que hacer la guerra, fue a la búsqueda de su hijo), Paco supo de la muerte de su padre al comienzo de la guerra, no así su madre y hermanos que sólo pudieron imaginarlo dado que terminó la contienda sin que Florencio volviera a casa, jamás supieron dónde reposan sus restos pero sí la causa de su muerte: en un frente cordobés, una bala le atravesó el pulmón izquierdo según acredita un acta firmada por el Registro de Pozoblanco fechada cuarenta años después de su muerte, documento del que doy fe. Muerto su padre, la empresa se deshizo, sus activos inmobiliarios y de maquinaria fueron requisados, quedando su joven viuda e hijos en la más pura e indigente orfandad. Sus dos últimas propiedades, la casa donde Paco nació (curiosamente tres más abajo de la mía, mirando al Convento), y otra muy hermosa en Córdoba, fueron malvendidas por su madre ante la necesidad perentoria de alimentar al resto de la familia que a partir de entonces viviría en casas de alquiler.
Extraigo unos párrafos del trabajo de tintes históricos publicado por don José Domínguez en su “El movimiento obrero y la educación”, en el que da unos retazos de la vida del jabeño:
“Yo cuento escuetamente los datos más relevantes que recuerdo.
Paco Mera era capitán del ejército republicano a los 17 años y,
además, Comisario de Guerra por el Partido Comunista. En esa
época, estaba en el frente de mi pueblo, Alcázar, en la Alpujarra de
Granada. Curiosamente se encontraba a 40 km. de la Rábita, donde
estaba Tomás Malagón en la sección de transmisiones del ejército
republicano. La zona estaba bajo las órdenes del General Galán, que
tenía el estado mayor en la ermita de la Virgen de Gador de Berja. A
Paco Mera le llamaban “el niño”. De mi pueblo lo trasladaron al frente
de Teruel y del Ebro y de allí a Cataluña, donde conoció a su mujer
Anita, también militante del PCE. Al terminar la Guerra, se refugiaron
en Francia. Paco Mera luchó junto a los partisanos franceses en la
resistencia contra la invasión de los nazis. Allí llegó a ser teniente
coronel”
Tomás Malagón (al que cita el autor anterior), teniente del ejército republicano, luego sacerdote, precursor de la Teología Política y de la Teología de la Liberación cuando ni siquiera se llamaba así, va a influir mucho en la vida del Jabeño para hacerle reflexionar sobre el Evangelio; y el Jabeño va a influirle a él en sus criterios para entender y dignificar el mundo obrero con las teorías de Hegel, Marx y Engels: Tomás Malagón y Paco Mera hablaron mucho en el frente con el General Galán sobre Cristianismo y Marxismo (Y AMBOS DESPUÉS CON FRANCISCO ROVIROSA), quizá sin darse cuenta estaban cimentando lo que iba a ser la esencia de La HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), germen de las futuras Comisiones Obreras y del sindicato USO.
(Continuará),
Paco, afiliado a las Juventudes Socialistas (luego Partido Comunista de España) se alistó voluntario en el ejército con 16 años -edad que no permitía movilizarlo- en la convicción de que con ello defendía la libertad. No le fue a la zaga su padre quien, ya con cuarenta y siete años –en este caso por exceso de edad tampoco fue llamado a filas- se enroló por voluntad propia en el ejército de la República. Ajenos el uno al otro (aunque se dice que el padre, más que hacer la guerra, fue a la búsqueda de su hijo), Paco supo de la muerte de su padre al comienzo de la guerra, no así su madre y hermanos que sólo pudieron imaginarlo dado que terminó la contienda sin que Florencio volviera a casa, jamás supieron dónde reposan sus restos pero sí la causa de su muerte: en un frente cordobés, una bala le atravesó el pulmón izquierdo según acredita un acta firmada por el Registro de Pozoblanco fechada cuarenta años después de su muerte, documento del que doy fe. Muerto su padre, la empresa se deshizo, sus activos inmobiliarios y de maquinaria fueron requisados, quedando su joven viuda e hijos en la más pura e indigente orfandad. Sus dos últimas propiedades, la casa donde Paco nació (curiosamente tres más abajo de la mía, mirando al Convento), y otra muy hermosa en Córdoba, fueron malvendidas por su madre ante la necesidad perentoria de alimentar al resto de la familia que a partir de entonces viviría en casas de alquiler.
Extraigo unos párrafos del trabajo de tintes históricos publicado por don José Domínguez en su “El movimiento obrero y la educación”, en el que da unos retazos de la vida del jabeño:
“Yo cuento escuetamente los datos más relevantes que recuerdo.
Paco Mera era capitán del ejército republicano a los 17 años y,
además, Comisario de Guerra por el Partido Comunista. En esa
época, estaba en el frente de mi pueblo, Alcázar, en la Alpujarra de
Granada. Curiosamente se encontraba a 40 km. de la Rábita, donde
estaba Tomás Malagón en la sección de transmisiones del ejército
republicano. La zona estaba bajo las órdenes del General Galán, que
tenía el estado mayor en la ermita de la Virgen de Gador de Berja. A
Paco Mera le llamaban “el niño”. De mi pueblo lo trasladaron al frente
de Teruel y del Ebro y de allí a Cataluña, donde conoció a su mujer
Anita, también militante del PCE. Al terminar la Guerra, se refugiaron
en Francia. Paco Mera luchó junto a los partisanos franceses en la
resistencia contra la invasión de los nazis. Allí llegó a ser teniente
coronel”
Tomás Malagón (al que cita el autor anterior), teniente del ejército republicano, luego sacerdote, precursor de la Teología Política y de la Teología de la Liberación cuando ni siquiera se llamaba así, va a influir mucho en la vida del Jabeño para hacerle reflexionar sobre el Evangelio; y el Jabeño va a influirle a él en sus criterios para entender y dignificar el mundo obrero con las teorías de Hegel, Marx y Engels: Tomás Malagón y Paco Mera hablaron mucho en el frente con el General Galán sobre Cristianismo y Marxismo (Y AMBOS DESPUÉS CON FRANCISCO ROVIROSA), quizá sin darse cuenta estaban cimentando lo que iba a ser la esencia de La HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), germen de las futuras Comisiones Obreras y del sindicato USO.
(Continuará),