…. Viene del 5-3-2014,
La fecha del 19-10-1944, la UNE (una coalición de partidos con sede en Toulouse en la que el PCE imponía su poder), por decisión de Jesús Monzón, lo señala secretamente como el “el día d” en que se desarrollaría la pomposamente llamada “Operación Reconquista de España” para desplegar la 102 División al mando del coronel Vicente López Tovar: la orden era avanzar con las doce brigadas que la componían (con sus batallones y compañías) para atravesar los Pirineos por Navarra, Huesca y Lérida, tomar Viella (capital del Valle de Arán) y allí establecer la capital de un gobierno republicano en territorio español presidido por Juan Negrín: casi ná, que diría un jabeño.
Nuestro paisano Paco Mera, a las órdenes de su amigo el Coronel López Tovar (un militar reconocidísimo y condecorado por el Gobierno francés por sus servicios a la Resistencia), le tocó mandar una de las brigadas de su división (no encuentro datos fidedignos para decir cuál, pero parece que fue la que intentó entrar por Roncesvalles compuesta por unos 400 hombres). El hecho es que, desde la madrugada del día 19 hasta el día 21-10-1944, pequeñas aldeas cercanas a Viella fueron tomadas por el “ejército republicano” pero sin alcanzar poblaciones lo suficientemente habitadas como para desencadenar “esa rebelión civil que sería el revulsivo para que cayera la dictadura”. Allí estaba el general franquista José Moscardó, y Juan Yagüe, con el Regimiento de Montaña y la propia Legión para desbaratar aquella osadía militar: la brigada de Paco –sin datos fehacientes- debió tener más de 100 muertos, y en total hubo en la división casi 600 bajas, contra la muerte de 10 guardiaciviles y dos policías en el bando franquista: aquello fue un auténtico fracaso.
Con fecha 28-10-1944, después de una reunión de López Tovar y Carrillo, se da la orden de retirada a Francia. Jesús Monzón, en la dirección del PCE en el interior, iba a caer en desgracia al endosarle Carrillo la responsabilidad del descalabro militar, un despropósito que nadie se atrevía a contar a los jerifaltes de la URSS liderados por Stalin a los que, entonces, había que rendir cuentas inexorablemente.
Todo esto que cuento, rigurosamente histórico, la osadía de la operación, el fracaso estrepitoso de la misma, los centenares de muertos habidos, la desalmada decisión de Carrillo de culpabilizar a Jesús Monzón de todo este despropósito y este segundo drama de tener que retornar a Francia nuevamente derrotados -militar y anímicamente- como lo hicieron en 1939, todo ello, le hizo reflexionar hondamente a Paco Mera sobre la guerra, sus devastadoras consecuencias, sobre el cinismo político (léase la lucha despiadada por el poder que vivió entre Monzón y Carrillo), y, sobre todo, la supeditación de los ideales democráticos a la conveniencia coyuntural de los gobiernos: pues mientras ellos ofrecían su vida por defender lo que los franceses habían conseguido: “LA FRANCIA LIBRE, DIRIGIDA POR EL GENERAL DE GAULLE, HABÍA RECONOCIDO AL GOBIERNO DE LA DICTADURA FRANQUISTA TRES DÍAS ANTES DE QUE ELLOS COMENZARAN SU BATALLA, EL 16-10-44” (Lo escribo con mayúsculas y lo entrecomillo porque nuestro jabeño Paco Mera lo refirió muchas veces dolido y desolado, añadiendo que “de haber conocido esta sorprendente decisión, yo no hubiera actuado de manera tan cándida porque nos iba en ello la vida de muchos compañeros”).
Tras este fracaso, Paco Mera, tuvo que sufrir con sus compañeros la afrenta del gobierno francés que ante la incomodidad política de mantener en su territorio a los guerrilleros españoles, les ofreció dos únicas vías de salida: luchar en Indochina o Corea, o la extradición a España, esto es, mercenarios de guerra en Asia o fusilamiento en España. Carrillo, sin ser del todo ajeno, estaba más preocupado en desalojar a los monzonistas de la dirección del partido en el interior que de las agrupaciones guerrilleras en Francia. Y así es como manda a España ya en 1945 a hombres de su confianza para “apoyar” la gestión de Jesús Monzón: llegan a Madrid Julio San Isidro, José Mª López y PACO MERA. En agosto de 1945, todos ellos con Monzón a la cabeza y el resto de la delegación del PCE, son detenidos por el gobierno franquista: todos, menos Paco Mera; esta circunstancia, que Carrillo tildó de “sospechosa”, va a marcar como un estigma la figura del jabeño en la dirección del partido.
Vuelve a Francia, dedica más tiempo a su mujer Anita y a su hijo Carlos, nacido en abril del mismo año. Pero por poco tiempo, pues ya con Sebastián Zapiraín, un hombre impuesto por Carrillo, como responsable de la delegación del PCE en Madrid, Paco es enviado a España para poner en marcha las Agrupaciones Guerrilleras Urbanas: nada más llegar fue detenido en la calle Mayor de Madrid, a doscientos metros de la tenebrosa Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol (hoy sede de la Comunidad Autónoma) donde fue salvajemente torturado, posteriormente juzgado y condenado a 12 años de cárcel: sufrió las cárceles de Carabanchel, Alcalá, Ocaña, Torrero y Barcelona: el jabeño tuvo mucho tiempo para el análisis, el estudio, la autocrítica y el conocimiento de personas del máximo interés intelectual.
….. Continuará, (pero después de unos días, que yo tengo que viajar sin ordena y, la verdá, no sos quiero cansar con pestiños que igual no interesan: tengo abandonao el entretenimiento, lo sé, jejeje, pero aluego pienso ques de justicia dejar constancia de la vida de algunos jabeños errantes que vale la pena recordar o reconocer).
La fecha del 19-10-1944, la UNE (una coalición de partidos con sede en Toulouse en la que el PCE imponía su poder), por decisión de Jesús Monzón, lo señala secretamente como el “el día d” en que se desarrollaría la pomposamente llamada “Operación Reconquista de España” para desplegar la 102 División al mando del coronel Vicente López Tovar: la orden era avanzar con las doce brigadas que la componían (con sus batallones y compañías) para atravesar los Pirineos por Navarra, Huesca y Lérida, tomar Viella (capital del Valle de Arán) y allí establecer la capital de un gobierno republicano en territorio español presidido por Juan Negrín: casi ná, que diría un jabeño.
Nuestro paisano Paco Mera, a las órdenes de su amigo el Coronel López Tovar (un militar reconocidísimo y condecorado por el Gobierno francés por sus servicios a la Resistencia), le tocó mandar una de las brigadas de su división (no encuentro datos fidedignos para decir cuál, pero parece que fue la que intentó entrar por Roncesvalles compuesta por unos 400 hombres). El hecho es que, desde la madrugada del día 19 hasta el día 21-10-1944, pequeñas aldeas cercanas a Viella fueron tomadas por el “ejército republicano” pero sin alcanzar poblaciones lo suficientemente habitadas como para desencadenar “esa rebelión civil que sería el revulsivo para que cayera la dictadura”. Allí estaba el general franquista José Moscardó, y Juan Yagüe, con el Regimiento de Montaña y la propia Legión para desbaratar aquella osadía militar: la brigada de Paco –sin datos fehacientes- debió tener más de 100 muertos, y en total hubo en la división casi 600 bajas, contra la muerte de 10 guardiaciviles y dos policías en el bando franquista: aquello fue un auténtico fracaso.
Con fecha 28-10-1944, después de una reunión de López Tovar y Carrillo, se da la orden de retirada a Francia. Jesús Monzón, en la dirección del PCE en el interior, iba a caer en desgracia al endosarle Carrillo la responsabilidad del descalabro militar, un despropósito que nadie se atrevía a contar a los jerifaltes de la URSS liderados por Stalin a los que, entonces, había que rendir cuentas inexorablemente.
Todo esto que cuento, rigurosamente histórico, la osadía de la operación, el fracaso estrepitoso de la misma, los centenares de muertos habidos, la desalmada decisión de Carrillo de culpabilizar a Jesús Monzón de todo este despropósito y este segundo drama de tener que retornar a Francia nuevamente derrotados -militar y anímicamente- como lo hicieron en 1939, todo ello, le hizo reflexionar hondamente a Paco Mera sobre la guerra, sus devastadoras consecuencias, sobre el cinismo político (léase la lucha despiadada por el poder que vivió entre Monzón y Carrillo), y, sobre todo, la supeditación de los ideales democráticos a la conveniencia coyuntural de los gobiernos: pues mientras ellos ofrecían su vida por defender lo que los franceses habían conseguido: “LA FRANCIA LIBRE, DIRIGIDA POR EL GENERAL DE GAULLE, HABÍA RECONOCIDO AL GOBIERNO DE LA DICTADURA FRANQUISTA TRES DÍAS ANTES DE QUE ELLOS COMENZARAN SU BATALLA, EL 16-10-44” (Lo escribo con mayúsculas y lo entrecomillo porque nuestro jabeño Paco Mera lo refirió muchas veces dolido y desolado, añadiendo que “de haber conocido esta sorprendente decisión, yo no hubiera actuado de manera tan cándida porque nos iba en ello la vida de muchos compañeros”).
Tras este fracaso, Paco Mera, tuvo que sufrir con sus compañeros la afrenta del gobierno francés que ante la incomodidad política de mantener en su territorio a los guerrilleros españoles, les ofreció dos únicas vías de salida: luchar en Indochina o Corea, o la extradición a España, esto es, mercenarios de guerra en Asia o fusilamiento en España. Carrillo, sin ser del todo ajeno, estaba más preocupado en desalojar a los monzonistas de la dirección del partido en el interior que de las agrupaciones guerrilleras en Francia. Y así es como manda a España ya en 1945 a hombres de su confianza para “apoyar” la gestión de Jesús Monzón: llegan a Madrid Julio San Isidro, José Mª López y PACO MERA. En agosto de 1945, todos ellos con Monzón a la cabeza y el resto de la delegación del PCE, son detenidos por el gobierno franquista: todos, menos Paco Mera; esta circunstancia, que Carrillo tildó de “sospechosa”, va a marcar como un estigma la figura del jabeño en la dirección del partido.
Vuelve a Francia, dedica más tiempo a su mujer Anita y a su hijo Carlos, nacido en abril del mismo año. Pero por poco tiempo, pues ya con Sebastián Zapiraín, un hombre impuesto por Carrillo, como responsable de la delegación del PCE en Madrid, Paco es enviado a España para poner en marcha las Agrupaciones Guerrilleras Urbanas: nada más llegar fue detenido en la calle Mayor de Madrid, a doscientos metros de la tenebrosa Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol (hoy sede de la Comunidad Autónoma) donde fue salvajemente torturado, posteriormente juzgado y condenado a 12 años de cárcel: sufrió las cárceles de Carabanchel, Alcalá, Ocaña, Torrero y Barcelona: el jabeño tuvo mucho tiempo para el análisis, el estudio, la autocrítica y el conocimiento de personas del máximo interés intelectual.
….. Continuará, (pero después de unos días, que yo tengo que viajar sin ordena y, la verdá, no sos quiero cansar con pestiños que igual no interesan: tengo abandonao el entretenimiento, lo sé, jejeje, pero aluego pienso ques de justicia dejar constancia de la vida de algunos jabeños errantes que vale la pena recordar o reconocer).