…Continuación, viene del 11-3-2014,
En 1946 Guillermo Rovirosa (luego de cumplir una condena por mandato del Difunto de 12 años de cárcel, sustancialmente reducida) funda la HOAC como una organización laica, obrera y cristiana para dar voz a los sin voz; sus primeros militantes eran anarcosindicalistas, marxistas y socialistas, la mayoría creyentes pero otros eran agnósticos o ateos que encontraron en el mensaje del Evangelio una vía, no violenta, de dar contestación a los sindicatos verticales. Fue la HOAC, junto a otras organizaciones clandestinas, el germen primario y principal del sindicato USO y de las comisiones obreras, cuyas primeras manifestaciones iban a tener consecuencias prácticas en la Mina de La Camocha, en Asturias, donde en l956 ya tenían una organización activa; igual que en Madrid, donde mucho antes -y en la más absoluta clandestinidad- organizaron y promovieron en 1951 las primeras manifestaciones en la dictadura para protestar contra “ la carestía de la vida”, un lema que encerraba un estruendoso grito de protesta contra el Régimen del Difunto. Precisamente en ese año, todavía en la cárcel, Paco Mera se afilia en la organización cristiana de la mano de su fundador Rovirosa y de su antiguo compañero en el ejército, y luego sacerdote marxista y militante comunista, Tomás Malagón.
(Por desconocimiento, y tratando de ser respetuoso con el tiempo que el jabeñerío está dedicando a leer esta semblanza, omito extenderme sobre la inconmensurable biografía –en algún otro sitio lo haré- de estos dos grandísimos humanistas que dedicaron su vida a los desposeídos y cuya vasta y comprometida actividad obrera ha merecido infinidad de textos que están en las librerías. Marxistas primero y, sin dejar de serlo, conversos al cristianismo después, sólo abdicaron de aquello que se opusiera al mensaje de estas dos filosofías cuyo mandato para ellos era coincidente)
En la cárcel, el jabeño iba a ser atendido por un capellán de apellido Jubani. Este le escuchó, paciente e interesado, sus teorías sobre el marxismo, le animó en sus momentos más bajos, le impregnó de la filosofía cristiana (en la que se educó el jabeño), discutieron y analizaron ambos -hasta la extenuación- la convergencia posible entre la praxis marxista y el testimonio evangélico, con el resultado de que el jabeño abrazó la fe cristiana para siempre pero sin ninguna concesión de sus compromisos políticos: el futuro Cardenal Jubani, Arzobispo de Barcelona, le casó cristianamente en la cárcel con su compañera Anita Verdaguer. La amistad de Paco con este obispo se afianzaría en Gerona, donde ejerció desde febrero de 1964, y donde mantendría innumerables reuniones con el jabeño que ya tenía altas responsabilidades en las Comisiones Obreras y en el PSUC, partido este que le recibió con los brazos abiertos en su reafiliación y reafirmación comunista.
Y Paco Mera, alumno predilecto de Rovirosa, iba a intentar desde la HOAC -de la mano de su fundador y con el guiño de algunos obispos alineados con el Concilio Vaticano II- lo que no había logrado ni en el campo de batalla ni en el campo político: preservar la dignidad y hacer oír la voz de las bases trabajadoras, cristianas o no, ante los desmanes de un Régimen consolidado por el miedo y por la hipocresía exterior.
(Voy a abreviar antes que se meche encima el jabeñerío, questo vasé más largo quel día lajuncia, jejeje, porquesto necesita un libro asín de gordo, por ello, voy a dar una tranquillá histórica -y bien que lo siento- hasta el año de 1969, cuando Paco tenía ya 49 años; con la antigua carrera de comercio comenzada en Sevilla y terminada en la cárcel de Alcalá –hoy se podía homologar con Admón. y Direc. de Empresas- y a pesar de sus antecedentes “penales”, logró un buen puesto de trabajo en la empresa catalana Torras Hostench).
Guillermo Rovirosa, que jamás tuvo cargo alguno (siempre vivió como inventor, estudió lo que hoy se correspondería con una ingeniería industrial) interpretando claramente la petición de la verdadera Iglesia, que veía cómo su Jerarquía, ¡IGUAL QUE AHORA!, estaba manifiestamente del lado de los más fuertes, ve la necesidad de dar un drástico viraje a una organización que se adocenaba: ve en Paco el líder natural, con más formación, dotes organizativos y atributos de empatía para llevar a buen puerto una nave que, en contra del Difunto y de sus sindicatos verticales, dotase de voz y contenido a las bases obreras cristianas y donde cupieran todos los oprimidos. Como granero de la HOAC, fundó también la JOC (Juventudes Obreras Católicas), y ya en 1969 -radicadas ambas en Madrid, calles de Cartagena y Alfonso XI, respectivamente- estas dos organizaciones, “un nido de comunistas” declararía el entonces gobernador franquista de Cáceres Federico Trillo-Figueroa y Vázquez (padre del hijo y del espíritu santo, amén), sus dos sedes, iban a estar vigiladas permanentemente por la Brigada Político Social de la policía del Difunto: los enemigos sempiternos e íntimos de Paco.
Mientras los jabeños disfrutábamos de La Velá de 1969, para situarnos, justo durante los días del 13 al 16 de agosto de 1969, todas las diócesis de España mandan sus delegados al Congreso Nacional de Pamplona para elegir, en la organización HOAC, a su Presidente Nacional (ABC, 22-8-1969): y por amplia mayoría es elegido PACO MERA. Cuando le presentan el resultado, limpiamente democrático, al entonces Secretario de la Conferencia Episcopal, Monseñor Guerra Campos (del ala más franquista de la jerarquía), se niega a reconocer y firmar el nombramiento del jabeño. Arzobispos como Pedro Cantero Cuadrado (primero comprometido en Zaragoza y luego alineado franquista en Madrid), Casimiro Morcillo (llamado “El Inquisidor del Régimen” y primer Arzobispo de Madrid desde marzo de 1964) y otros eminentísimos afines al Difunto, quedan sorprendidos e impactados ante la evidencia de que un comunista ejerciente se colocase al mando y en el vértice de la organización HOAC, compuesta por cristianos de base laicos pero a la postre dependiente de la jerarquía de la Iglesia: que en un intento -en las formas- de desmarcarse del fascismo reinante, el tema -en el fondo- se le fue de las manos. Tanto en la Conferencia Episcopal como en las bases de la HOAC, se abrió una brecha ante el resultado limpiamente democrático y abrumador a favor del jabeño, resultado que la Iglesia oficial y el Régimen se negaban a aceptar.
…….. continuará,
En 1946 Guillermo Rovirosa (luego de cumplir una condena por mandato del Difunto de 12 años de cárcel, sustancialmente reducida) funda la HOAC como una organización laica, obrera y cristiana para dar voz a los sin voz; sus primeros militantes eran anarcosindicalistas, marxistas y socialistas, la mayoría creyentes pero otros eran agnósticos o ateos que encontraron en el mensaje del Evangelio una vía, no violenta, de dar contestación a los sindicatos verticales. Fue la HOAC, junto a otras organizaciones clandestinas, el germen primario y principal del sindicato USO y de las comisiones obreras, cuyas primeras manifestaciones iban a tener consecuencias prácticas en la Mina de La Camocha, en Asturias, donde en l956 ya tenían una organización activa; igual que en Madrid, donde mucho antes -y en la más absoluta clandestinidad- organizaron y promovieron en 1951 las primeras manifestaciones en la dictadura para protestar contra “ la carestía de la vida”, un lema que encerraba un estruendoso grito de protesta contra el Régimen del Difunto. Precisamente en ese año, todavía en la cárcel, Paco Mera se afilia en la organización cristiana de la mano de su fundador Rovirosa y de su antiguo compañero en el ejército, y luego sacerdote marxista y militante comunista, Tomás Malagón.
(Por desconocimiento, y tratando de ser respetuoso con el tiempo que el jabeñerío está dedicando a leer esta semblanza, omito extenderme sobre la inconmensurable biografía –en algún otro sitio lo haré- de estos dos grandísimos humanistas que dedicaron su vida a los desposeídos y cuya vasta y comprometida actividad obrera ha merecido infinidad de textos que están en las librerías. Marxistas primero y, sin dejar de serlo, conversos al cristianismo después, sólo abdicaron de aquello que se opusiera al mensaje de estas dos filosofías cuyo mandato para ellos era coincidente)
En la cárcel, el jabeño iba a ser atendido por un capellán de apellido Jubani. Este le escuchó, paciente e interesado, sus teorías sobre el marxismo, le animó en sus momentos más bajos, le impregnó de la filosofía cristiana (en la que se educó el jabeño), discutieron y analizaron ambos -hasta la extenuación- la convergencia posible entre la praxis marxista y el testimonio evangélico, con el resultado de que el jabeño abrazó la fe cristiana para siempre pero sin ninguna concesión de sus compromisos políticos: el futuro Cardenal Jubani, Arzobispo de Barcelona, le casó cristianamente en la cárcel con su compañera Anita Verdaguer. La amistad de Paco con este obispo se afianzaría en Gerona, donde ejerció desde febrero de 1964, y donde mantendría innumerables reuniones con el jabeño que ya tenía altas responsabilidades en las Comisiones Obreras y en el PSUC, partido este que le recibió con los brazos abiertos en su reafiliación y reafirmación comunista.
Y Paco Mera, alumno predilecto de Rovirosa, iba a intentar desde la HOAC -de la mano de su fundador y con el guiño de algunos obispos alineados con el Concilio Vaticano II- lo que no había logrado ni en el campo de batalla ni en el campo político: preservar la dignidad y hacer oír la voz de las bases trabajadoras, cristianas o no, ante los desmanes de un Régimen consolidado por el miedo y por la hipocresía exterior.
(Voy a abreviar antes que se meche encima el jabeñerío, questo vasé más largo quel día lajuncia, jejeje, porquesto necesita un libro asín de gordo, por ello, voy a dar una tranquillá histórica -y bien que lo siento- hasta el año de 1969, cuando Paco tenía ya 49 años; con la antigua carrera de comercio comenzada en Sevilla y terminada en la cárcel de Alcalá –hoy se podía homologar con Admón. y Direc. de Empresas- y a pesar de sus antecedentes “penales”, logró un buen puesto de trabajo en la empresa catalana Torras Hostench).
Guillermo Rovirosa, que jamás tuvo cargo alguno (siempre vivió como inventor, estudió lo que hoy se correspondería con una ingeniería industrial) interpretando claramente la petición de la verdadera Iglesia, que veía cómo su Jerarquía, ¡IGUAL QUE AHORA!, estaba manifiestamente del lado de los más fuertes, ve la necesidad de dar un drástico viraje a una organización que se adocenaba: ve en Paco el líder natural, con más formación, dotes organizativos y atributos de empatía para llevar a buen puerto una nave que, en contra del Difunto y de sus sindicatos verticales, dotase de voz y contenido a las bases obreras cristianas y donde cupieran todos los oprimidos. Como granero de la HOAC, fundó también la JOC (Juventudes Obreras Católicas), y ya en 1969 -radicadas ambas en Madrid, calles de Cartagena y Alfonso XI, respectivamente- estas dos organizaciones, “un nido de comunistas” declararía el entonces gobernador franquista de Cáceres Federico Trillo-Figueroa y Vázquez (padre del hijo y del espíritu santo, amén), sus dos sedes, iban a estar vigiladas permanentemente por la Brigada Político Social de la policía del Difunto: los enemigos sempiternos e íntimos de Paco.
Mientras los jabeños disfrutábamos de La Velá de 1969, para situarnos, justo durante los días del 13 al 16 de agosto de 1969, todas las diócesis de España mandan sus delegados al Congreso Nacional de Pamplona para elegir, en la organización HOAC, a su Presidente Nacional (ABC, 22-8-1969): y por amplia mayoría es elegido PACO MERA. Cuando le presentan el resultado, limpiamente democrático, al entonces Secretario de la Conferencia Episcopal, Monseñor Guerra Campos (del ala más franquista de la jerarquía), se niega a reconocer y firmar el nombramiento del jabeño. Arzobispos como Pedro Cantero Cuadrado (primero comprometido en Zaragoza y luego alineado franquista en Madrid), Casimiro Morcillo (llamado “El Inquisidor del Régimen” y primer Arzobispo de Madrid desde marzo de 1964) y otros eminentísimos afines al Difunto, quedan sorprendidos e impactados ante la evidencia de que un comunista ejerciente se colocase al mando y en el vértice de la organización HOAC, compuesta por cristianos de base laicos pero a la postre dependiente de la jerarquía de la Iglesia: que en un intento -en las formas- de desmarcarse del fascismo reinante, el tema -en el fondo- se le fue de las manos. Tanto en la Conferencia Episcopal como en las bases de la HOAC, se abrió una brecha ante el resultado limpiamente democrático y abrumador a favor del jabeño, resultado que la Iglesia oficial y el Régimen se negaban a aceptar.
…….. continuará,