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LA HABA: …. continuación, viene del 12-3-2014....

…. continuación, viene del 12-3-2014.

Un grupo de militantes y votantes del Congreso de Pamplona se encierran en la calle Alfonso XI, núm. 4 de Madrid, sede de la HOAC, con el jabeño a la cabeza, y mandan un mensaje al Nuncio de su Santidad (que lo era el renovador cardenal Montini, Pablo VI), con la palmaria decisión de que “no saldremos de aquí hasta que la Jerarquía reconozca el nombramiento como Presidente de nuestro líder Paco Mera”. La policía rodeó la sede, y en sus aledaños se dieron conatos de las famosas carreras de los “grises”: el humo, las porras y los tiros de fogueo disuadieron y disgregaron por las calles de Montalbán, Alfonso XI hasta las hoy “Cercanías” de Atocha, y el propio Parque del Retiro, a multitud de grupos de diferentes afiliación; porque a finales de los sesenta –reciente el mayo del 68 francés- no había carteles ni se distinguían las doctrinas políticas: la consigna era unitaria: “ ¡todos contra el Difunto!”. Las Comisiones Obreras, USO, algo la UGT, las bases del PCE (siempre las más activas y arriesgadas), todo era una amalgama social tendente a la desesperada búsqueda de la libertad cuya ausencia nos asfixiaba.

El ya Arzobispo Narcís Jubani -antiguo capellán, director espiritual y amigo personal de Paco- fue nombrado mediador en el conflicto y, a pesar de un dossier que Guerra Campos recibió de la policía donde se demostraba fehacientemente su pasado de militar republicano y comunista, en aras de evitar un conflicto interno en la Iglesia y “sujetar” a las ya toleradas y semiclandestinas CC. OO., la Jerarquía da marcha atrás y con la aquiescencia del Presidente de la Conferencia Episcopal, el Arzobispo don Casimiro Morcillo, admite por fin el nombramiento de Francisco Mera como Presidente Nacional de la HOAC: el cargo no era de lucimiento, antes al contrario, habría de dejarse el jabeño su salud, y casi la vida, en ayudar con su grano de arena para llevar al mundo obrero, cristiano o no, a los terrenos en que su voz y su dignidad fuesen oídas y respetadas por empresarios, prebostes de la Iglesia y mandatarios del Régimen.

Con una excedencia en su puesto de trabajo (que luego aprovecharía la empresa Torras para negarle su reingreso de por vida), acompañado de Anita y su segundo hijo José María, ya nacido en Cataluña, Paco se instala en un pequeño piso del Barrio del Pilar de Madrid; y sin sueldo, sin una peseta en la caja de la HOAC y rodeado de adversarios, iba a vivir casi de la caridad de los amigos. Con una militancia enfrentada, como lo estaban los obispos en la Conferencia Episcopal, y seguido de cerca por la policía franquista, (un yugo que tuvo que sufrir con innumerables detenciones, interrogatorios y vejaciones hasta bien entrados los años setenta), el jabeño se sienta en su despacho de la calle Alfonso, XI de Madrid para gobernar una compleja organización laica, “dependiente” de la Iglesia, durante el cuatrienio 1969-1972: en su mesa de trabajo tenía, a su derecha, una foto de Juan XXIII y a su izquierda, otra del “Che” Guevara.

Copio a continuación unos diálogos de dos prominentes hoacistas que dialogan en el libro, editado por HOAC, del profesor José Domínguez (antiguo militante de FETE-UGT) “El Movimiento Obrero y la Educación”, donde dialoga con el que lo presenta, Rafael Díaz-Salazar (autor de “Desigualdades Internacionales: ¡JUSTICIA, YA”, profesor de Sociología de la Complutense y analista preclaro de la sociedad actual, del fenómeno del “15M” y de los “indignados” en general):

“Tú y Paco Mera fuisteis dos personas decisivas para que la
HOAC no desapareciera entre mediados de los sesenta y los
primeros años de la década de los setenta.

-Yo pienso que fue más bien un asedio jerárquico - en el que tuvo mucho que ver la
presión política del gobierno franquista- en un momento de
crecimiento y de madurez con problemas reales de orientación
interna que no se pueden obviar. A pesar de todo, la HOAC
sobrevivió gracias a militantes fieles. Paco Mera tuvo una gran
contribución al mantenimiento vivo de la HOAC.

-Mucha gente no conoció a Paco Mera que fue presidente de la HOAC. ¿Qué
rasgos de su personalidad política, militante y cristiana eran
más destacables?

- En la década de los sesenta la HOAC experimentó una profunda crisis
identitaria como “organización obrera católica” y sus militantes
experimentaron una crisis personal de identidad obrera cristiana. La
crisis identitaria de la HOAC y de sus militantes se inscribía en la crisis
general del nacionalcatolicismo, que afectaba por igual a la Iglesia,
especialmente a su jerarquía, a la dictadura franquista y a las
relaciones entre ambas, sin una comprensión adecuada de la situación, no se puede
entender la aportación de Paco Mera.

-La suerte de Paco Mera fue que era amigo del cardenal Jubany.
Antes de ser cardenal, atendió a Paco Mera en la cárcel, acompañó a
él y a su mujer, Anita, en el proceso de conversión al cristianismo y
en la celebración de su matrimonio cristiano. Paco Mera se fue a ver
al Cardenal Jubany, que ya tenía el informe de la policía, y el
Cardenal se encargó de defender a Paco Mera ante la Conferencia
Episcopal. Es posible que este informe fuera decisivo para las
decisiones de la CEAS y de Guerra Campos.

-Espero que, después de esta larguísima digresión los militantes
actuales comprendan la proeza de Paco Mera. Realmente, Paco Mera
estaba en una situación más difícil que Rovirosa en la puesta en
marcha de la HOAC en 1946.

El obispo Guerra Campos se negó rotundamente a acceder a las
peticiones, amenazando con llamar a la policía para desalojar el local.
De nuevo el arzobispo D. Casimiro Morcillo se avino a hablar con los
militantes y se desbloqueó la situación. Por si fuera poco, la policía preparó un dossier sobre la trayectoria de Paco Mera como militante del Partido Comunista y se lo envió a todos los obispos“

….. continuará.