…. continuación, viene del l3-3-2014.
Al jabeño, curado desde siempre de todo egocentrismo, creía en el “nosotros” más que en el “yo”, acostumbrado a la clandestinidad, a la discreción y al silencio, su personalidad le abocó a ser más conocido por su trabajo, por sus acciones y –sobre todo- por los resultados obtenidos que por su imagen y su propio nombre: más conocidas en los despachos oficiales de los políticos, en los palacios episcopales y –desde siempre- en las comisarías de policía.
(Uno de los motivos, precisamente, que me han llevado a escribir este pequeño y humilde acercamiento a su biografía, es el injusto silencio al que sistemáticamente ha estado y está sometido el nombre de Paco Mera, su vida y su obra: extremo que comprobé recientemente en un programa de TVE sobre la HOAC actual (en el que penosamente se omitió su nombre), un granero de intelectuales y una organización que sigue defendiendo a las clases trabajadoras, creyentes o no, luchando por sus intereses y su mejoramiento espiritual y social en un mundo en el que el tráfico más peligroso es el tráfico financiero; y es que esta es la HOAC que Paco sembró, la que no dejó morir, la que él forjó, contra viento y marea, cuando era muy difícil hacérselo comprender a la Iglesia y muy arriesgado arrancárselo al Régimen).
En su primera acción, una a una, visitó todas las diócesis para significar a sus reverendísimas, claramente, que la HOAC que él presidía –igual que el Cristo que le movía- apostaba por ser el látigo que fustigase y echara de los templos a tanto mercader codicioso. Los pastores de la Iglesia, según Paco -dicho de otra manera- no podían cubrir bajo palio a los lobos y dejar a la intemperie las ovejas.
Así, con este talante, el jabeño (es una impresión puramente personal), extrae sabiduría de escritos teológicos- sociales y experiencias que le impactaron, por ejemplo: uno, del fondo de aquella famosa reflexión que fue “Rerum Novarum”, de León XIII, (donde se trataba la forma de no apartar a las bases cristianas de la Iglesia); dos, la encíclica “Humanae vitae” (sobre el control de la natalidad) y otras de Pablo VI, un Papa renovador –al que tuvo la oportunidad de conocer- que habló y confraternizó con otras iglesias, con marxistas cristianos y ateos, intentando emular el verdadero mensaje evangélico; tres, por el ejemplo de su antecesor Roncalli, Juan XXIII, sorprendente mentor del Concilio Vaticano II, con su “Pacem in Terris” (un alegato contra la amenaza bélica en plena guerra fría entre rusos y americanos); y, cuatro, sobre todo, sus perseverantes convicciones democráticas y marxistas, recogidas de Hegel, Marx y Engels, en nada mermadas por su tardío pero sincero abrazo de la fe.
Paco Mera desde su atalaya de la HOAC y bajo su presidencia (de 1969 a 1972) -junto a políticos y sindicalistas, curas y obispos, e intelectuales de convicciones democráticas- va a “agitar” la clase trabajadora, para continuar aquella batalla que él perdió en 1939 y de cuyas devastadoras consecuencias se arrepentiría más tarde, y así ganar la guerra que realmente valía la pena: el logro pacífico de implantar una sociedad igualitaria, realmente democrática, participativa y autogestionaria; donde, aprovechando el mensaje evangélico de Cristo y los razonamientos filosóficos del inconmensurable Marx, reinase la verdadera Justicia aquí en la tierra.
Copio a continuación párrafos que he escogido del libro del profesor de filosofía José Domínguez (“LA HOAC, el Movimiento Obrero y la Educación”), en sus conversaciones con el profesor de la Complutense Rafael-Díaz Salazar, hablando de lo que se “coció” bajo el mandato y la dirección del jabeño Paco Mera. Me he visto en la necesidad -por su extensión- de sintetizarlos, intentando mutilarlos lo menos posible: comienzan con una premonición que se ha cumplido:
“He convivido con Paco en la Comisión Nacional dos años; cuando en alguna ocasión hemos comentado nuestra gestión, yo le decía que si algún día se escribe la historia de la HOAC, a nuestro paso se le dedicará una sola línea”
(Qué razón tenía, pero…., fijaos, jabeños, lo que surgió alrededor de aquélla HOAC).
-“En todas las Comisiones Transitorias y en todas las Intercomisiones Estables, antes y después de convertirse en sindicato, siempre hubo militantes de la HOAC, junto a militantes del PCE, de la JOC y de la VOJ (Vanguardia Obrera, el movimiento apostólico obrero de los jesuitas), en el entorno de la HOAC se creó la FST; en el entorno de la JOC se desarrolló la USO; y en el entorno de la VOJ, se desarrolló la
AST, que luego se convirtió en ORT. A finales de los sesenta había militantes de la HOAC en todas las organizaciones de nueva creación tales como: BR, ORT, PSUC, MC, SOC, FOC. En el conjunto de estas organizaciones estaban representadas las perspectivas básicas de las organizaciones obreras: la perspectiva anarco-sindicalista, la perspectiva socialdemócrata y la perspectiva comunista” Se vio la mano de Paco Mera.
……Continuará,
Al jabeño, curado desde siempre de todo egocentrismo, creía en el “nosotros” más que en el “yo”, acostumbrado a la clandestinidad, a la discreción y al silencio, su personalidad le abocó a ser más conocido por su trabajo, por sus acciones y –sobre todo- por los resultados obtenidos que por su imagen y su propio nombre: más conocidas en los despachos oficiales de los políticos, en los palacios episcopales y –desde siempre- en las comisarías de policía.
(Uno de los motivos, precisamente, que me han llevado a escribir este pequeño y humilde acercamiento a su biografía, es el injusto silencio al que sistemáticamente ha estado y está sometido el nombre de Paco Mera, su vida y su obra: extremo que comprobé recientemente en un programa de TVE sobre la HOAC actual (en el que penosamente se omitió su nombre), un granero de intelectuales y una organización que sigue defendiendo a las clases trabajadoras, creyentes o no, luchando por sus intereses y su mejoramiento espiritual y social en un mundo en el que el tráfico más peligroso es el tráfico financiero; y es que esta es la HOAC que Paco sembró, la que no dejó morir, la que él forjó, contra viento y marea, cuando era muy difícil hacérselo comprender a la Iglesia y muy arriesgado arrancárselo al Régimen).
En su primera acción, una a una, visitó todas las diócesis para significar a sus reverendísimas, claramente, que la HOAC que él presidía –igual que el Cristo que le movía- apostaba por ser el látigo que fustigase y echara de los templos a tanto mercader codicioso. Los pastores de la Iglesia, según Paco -dicho de otra manera- no podían cubrir bajo palio a los lobos y dejar a la intemperie las ovejas.
Así, con este talante, el jabeño (es una impresión puramente personal), extrae sabiduría de escritos teológicos- sociales y experiencias que le impactaron, por ejemplo: uno, del fondo de aquella famosa reflexión que fue “Rerum Novarum”, de León XIII, (donde se trataba la forma de no apartar a las bases cristianas de la Iglesia); dos, la encíclica “Humanae vitae” (sobre el control de la natalidad) y otras de Pablo VI, un Papa renovador –al que tuvo la oportunidad de conocer- que habló y confraternizó con otras iglesias, con marxistas cristianos y ateos, intentando emular el verdadero mensaje evangélico; tres, por el ejemplo de su antecesor Roncalli, Juan XXIII, sorprendente mentor del Concilio Vaticano II, con su “Pacem in Terris” (un alegato contra la amenaza bélica en plena guerra fría entre rusos y americanos); y, cuatro, sobre todo, sus perseverantes convicciones democráticas y marxistas, recogidas de Hegel, Marx y Engels, en nada mermadas por su tardío pero sincero abrazo de la fe.
Paco Mera desde su atalaya de la HOAC y bajo su presidencia (de 1969 a 1972) -junto a políticos y sindicalistas, curas y obispos, e intelectuales de convicciones democráticas- va a “agitar” la clase trabajadora, para continuar aquella batalla que él perdió en 1939 y de cuyas devastadoras consecuencias se arrepentiría más tarde, y así ganar la guerra que realmente valía la pena: el logro pacífico de implantar una sociedad igualitaria, realmente democrática, participativa y autogestionaria; donde, aprovechando el mensaje evangélico de Cristo y los razonamientos filosóficos del inconmensurable Marx, reinase la verdadera Justicia aquí en la tierra.
Copio a continuación párrafos que he escogido del libro del profesor de filosofía José Domínguez (“LA HOAC, el Movimiento Obrero y la Educación”), en sus conversaciones con el profesor de la Complutense Rafael-Díaz Salazar, hablando de lo que se “coció” bajo el mandato y la dirección del jabeño Paco Mera. Me he visto en la necesidad -por su extensión- de sintetizarlos, intentando mutilarlos lo menos posible: comienzan con una premonición que se ha cumplido:
“He convivido con Paco en la Comisión Nacional dos años; cuando en alguna ocasión hemos comentado nuestra gestión, yo le decía que si algún día se escribe la historia de la HOAC, a nuestro paso se le dedicará una sola línea”
(Qué razón tenía, pero…., fijaos, jabeños, lo que surgió alrededor de aquélla HOAC).
-“En todas las Comisiones Transitorias y en todas las Intercomisiones Estables, antes y después de convertirse en sindicato, siempre hubo militantes de la HOAC, junto a militantes del PCE, de la JOC y de la VOJ (Vanguardia Obrera, el movimiento apostólico obrero de los jesuitas), en el entorno de la HOAC se creó la FST; en el entorno de la JOC se desarrolló la USO; y en el entorno de la VOJ, se desarrolló la
AST, que luego se convirtió en ORT. A finales de los sesenta había militantes de la HOAC en todas las organizaciones de nueva creación tales como: BR, ORT, PSUC, MC, SOC, FOC. En el conjunto de estas organizaciones estaban representadas las perspectivas básicas de las organizaciones obreras: la perspectiva anarco-sindicalista, la perspectiva socialdemócrata y la perspectiva comunista” Se vio la mano de Paco Mera.
……Continuará,