LA HABA: “Pensamientos despeinados”...

Comparto el sentir general y desde aquí quiero hacer llegar a nuestro amigo Miguel mi más sentido pésame.

PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS

- Me pongo triste y siento un nudo en la garganta cada vez que cierra un cine, una tienda de discos o una librería de barrio ¿Hay algo que se pueda comprar ya fuera de las grandes superficies? Me resultará muy jodido sobrevivir en un mundo donde las películas sólo se vean en un tele o un ordenador, leer los libros en un aparato y no poder adquirir discos.

- El más duro castigo es perder el amor de las personas que quieres, y trato de recordar si en cierta ocasión fui descortés con una chica frágil, con poco apego a la vida. Pienso en todas las personas a las que regalé migajas de mi existencia, en lo desgarrador que fue asistir a la muerte agónica del ser más amado, a su devastación física y mental, sabiendo que ya no me reconocía, que ni ella misma sabía quién era.

- Los comienzos de las revoluciones son siempre hermosos, el gran problema es que nunca sirven para nada, si acaso para imponer castas aún más repugnantes que aquellas contra las que se luchaba. No habrá más revoluciones. El control de los canallas es absoluto.

- Es mentira, con el tiempo no cambias, sólo pierdes fuerzas. No es hora, creo, de hacer balance, pero espero que la lucidez me siga acompañando cuando llegue el momento ¡Joder, qué bien me lo he pasado! He pecado de palabra, obra y omisión, a veces preferiría no haberlo hecho, pero lo hice, traicionando mi existencialismo cabrón, mi obscena pereza. Siempre fui lo suficientemente inteligente como para observar lo pronto que se lava la mierda.

- Acompañé hasta el lecho de muerte a un amigo enfermo terminal de SIDA y en su último hipido me agarró la mano y me dijo: "La luz acabará imponiéndose a la oscuridad".

“Pensamientos despeinados”

Enlazando con el final de tu escrito (todo él un cuadro de pesimismo y desesperanza que no quiero pa ti), esta es para decirte que hemos de intentar, Pedro, que la luz se imponga a la oscuridad siempre antes de ningún final. Aunque la primera condición para la inmortalidad, está escrito, es la muerte misma.

¡Fuera tristezas, joé!, a ver si vas a contradecirte tú mismo en aquello de que “cualquier tiempo pasado fue peor”: la melancolía hay que consumirla a tragos pequeños pa que no nos dañe el alma y no devenga en abulia, tío. Se está cerrando to eso que dices y más; sestán comenzando a cerrar grandes superficies en las ciudades: y es que más que preocuparnos de adónde vamos a comprar, si siguen cerrándose puertas, la pregunta puede agravarse cuando nos preguntemos con qué recursos lo vamos a hacer. Pero alguna luz se impondrá, como dijo tu amigo en su último hálito, estoy seguro dello.

El amor lleva siempre implícito el desgarro: por agotamiento, por desamor o por la muerte, esto es inexorable. Pero aun así, querido Pedro, el camino vale la pena; no ajondes tanto que semos frágiles pavesas o efímeras pompas de jabón con mu poca vida placentera y hay que aprovecharla: quédate en uno desos meandros de piel que dibujas en tus epistolarios, y disfrútalo.

Estos “pensamientos automáticos” tuyos me recuerdan a un pequeño libro que me regalaron en casa cuando mi torpeza y la ansiedad -por razones tan vulgares como son las del trabajo- me consumían: “Pensamientos despeinados” del judío polaco Stanislaw Jerzy Lec, del que aprendí repitiéndolo como un loro eso de que: “La primera obligación de la inteligencia es desconfiar de ella misma”; al que habría que añadir otro: “Muchos de los que intentaron traer luz, fueron colgados de un farol”, jejeje, este sí que es bueno.

Todo lo cual te lo digo pa que te tomes un “Legendario” y no te ansíes, joé.

Afectos,