¡Chascho, qué calor!
Supongo que igual que ahí, en La Jaba, donde en lo que llamamos “el tiempo” vamos casi a la par. Hoy, primavera pura, las nubes son simples adornos del cielo azul que no han impedido quel sol deseado –casi ofensivo- nos haya echado a la calle para disfrutar dese vermú hablado que caracteriza a la gente que vivimos por aquí: ya tengo dicho que la calle más larga del pueblo, aparte de “La Perra”, es la carretera de Extremadura hacia los madriles.
Visto el día que hace, y dado la huída del jabeñerío hacia el campo urbanizado, La Jaba se mantoja un páramo envidioso del olor a pimiento frito, tortilla fría y chuleta empaná,.…... ¡Ay!, siempre pensando en comer: debe ser cosa de la edad o de la jambre que, como un estigma indeleble, está impresa en nuestro adeéne.
Ya mismo estamos allí, confío en la generosidad de Diego “el de Magacela” quien, con sus fuertes manos de forjado y honrado bracero, siempre nos acondiciona y nos provee de un trozo de suelo bajo esa generosa encina de Lantigua que ya creemos nuestra sin serlo, pero que disfrutamos como la casa común que debiera ser el mundo.
Un abrazo mu fuerte a to el jabeñerío,
Supongo que igual que ahí, en La Jaba, donde en lo que llamamos “el tiempo” vamos casi a la par. Hoy, primavera pura, las nubes son simples adornos del cielo azul que no han impedido quel sol deseado –casi ofensivo- nos haya echado a la calle para disfrutar dese vermú hablado que caracteriza a la gente que vivimos por aquí: ya tengo dicho que la calle más larga del pueblo, aparte de “La Perra”, es la carretera de Extremadura hacia los madriles.
Visto el día que hace, y dado la huída del jabeñerío hacia el campo urbanizado, La Jaba se mantoja un páramo envidioso del olor a pimiento frito, tortilla fría y chuleta empaná,.…... ¡Ay!, siempre pensando en comer: debe ser cosa de la edad o de la jambre que, como un estigma indeleble, está impresa en nuestro adeéne.
Ya mismo estamos allí, confío en la generosidad de Diego “el de Magacela” quien, con sus fuertes manos de forjado y honrado bracero, siempre nos acondiciona y nos provee de un trozo de suelo bajo esa generosa encina de Lantigua que ya creemos nuestra sin serlo, pero que disfrutamos como la casa común que debiera ser el mundo.
Un abrazo mu fuerte a to el jabeñerío,