Deseándoos questéis sanos y salvos luego de la rentrée de Semana Santa, ¡MU BUENAS NOCHES A TO EL JABEÑERÍO!,
En Lantigua, como siempre, echamos un día estupendo. Cayó una copiosa lluvia matutina para contento de los agoreros, cumplimentar a los trigales questán ofensivamente hermosos y acuartelar a los indecisos; pero aluego, después del ángelus, un sol primaveral, alguna brizna de viento sin rumbo y una incipiente lluvia (la suficiente para avivar los sesos que adormece el pitarra), hicieron posible oficiar ese inevitable viacrucis gastronómico y entrañable en el que se ha convertido “la Merendilla”.
De jato en jato, llenos de regocijo, los jabeños de aquí y dallá nos reencontramos con el sosiego que dan los campos: todos iguales, todos en paz, todos alegres; en cada saludo, un güevo y un trago, o un trozo de condío, un pincho de tortilla, un pincho moruno o una chuletilla rebozá, un pimiento frito; otro trago y otro beso, un apretón de manos y otro güevo rebozao, ¡y a otro jato! A ver quién dice que no a esa asadurilla picante, o a este trozo de bacalao en escabeche; ¿y el lomo embuchao?, el nuestro, el arreatao, ¡por dios qué lomo! Y asín hasta la hora de comer, porque claro, ¿cómo no comer en serio en el jato de uno, en su lancha?, eso es sagrao, que si no te baja la tensión y te da un mareo.
Qué decir de los dulces caseros, los probé de postre por este orden: rosco dalmendra, empanadilla, perrunilla, delicias de coco y tartas jabeñas varias. Si nombrase a alguna persona para agradecerle su compañía y generosidad, es seguro que olvidaría a otra por la simple razón de que nos hemos visto con muchas dellas, asín que muchas gracias a todas y mis deseos de que la salud nos acompañe y no se nos quite el revesino de repetir en 20l5.
Claro, he empezado por el final pero restan multitud de cosas que contar relativas a toda la semana anterior que, siendo religiosa y santa, ha dado mucho de sí en lo profano como ya desgranaremos en próximos días.
¿Por qué no será siempre “Merendilla”? Con el recuerdo de los que no pudieron estar, sos mando un abrazo mu fuerte, ¡A POR LA VELÁ, JABEÑOS!
En Lantigua, como siempre, echamos un día estupendo. Cayó una copiosa lluvia matutina para contento de los agoreros, cumplimentar a los trigales questán ofensivamente hermosos y acuartelar a los indecisos; pero aluego, después del ángelus, un sol primaveral, alguna brizna de viento sin rumbo y una incipiente lluvia (la suficiente para avivar los sesos que adormece el pitarra), hicieron posible oficiar ese inevitable viacrucis gastronómico y entrañable en el que se ha convertido “la Merendilla”.
De jato en jato, llenos de regocijo, los jabeños de aquí y dallá nos reencontramos con el sosiego que dan los campos: todos iguales, todos en paz, todos alegres; en cada saludo, un güevo y un trago, o un trozo de condío, un pincho de tortilla, un pincho moruno o una chuletilla rebozá, un pimiento frito; otro trago y otro beso, un apretón de manos y otro güevo rebozao, ¡y a otro jato! A ver quién dice que no a esa asadurilla picante, o a este trozo de bacalao en escabeche; ¿y el lomo embuchao?, el nuestro, el arreatao, ¡por dios qué lomo! Y asín hasta la hora de comer, porque claro, ¿cómo no comer en serio en el jato de uno, en su lancha?, eso es sagrao, que si no te baja la tensión y te da un mareo.
Qué decir de los dulces caseros, los probé de postre por este orden: rosco dalmendra, empanadilla, perrunilla, delicias de coco y tartas jabeñas varias. Si nombrase a alguna persona para agradecerle su compañía y generosidad, es seguro que olvidaría a otra por la simple razón de que nos hemos visto con muchas dellas, asín que muchas gracias a todas y mis deseos de que la salud nos acompañe y no se nos quite el revesino de repetir en 20l5.
Claro, he empezado por el final pero restan multitud de cosas que contar relativas a toda la semana anterior que, siendo religiosa y santa, ha dado mucho de sí en lo profano como ya desgranaremos en próximos días.
¿Por qué no será siempre “Merendilla”? Con el recuerdo de los que no pudieron estar, sos mando un abrazo mu fuerte, ¡A POR LA VELÁ, JABEÑOS!