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LA HABA: Mu buenas noches; ya me tengo que contestar a mí mismo,...

Disfrutado -por un día- el mal llamado pecado capital, vicio o pecado de la Gula, no arrepentido dello pero sí disciplinado, saludablemente vuelve uno a su cotidiano proceder de “comer para vivir” que es lo recomendable: mis exacerbadas descripciones sobre la felicidad en el comer y en el beber, que son ciertas en su contexto, no deben confundirse con la forma de vida de uno que, sin ser un asceta, trata de no desbarrar hacia los abrevaderos del engorde que abocan a la degeneración ni a empaparse en los grifos del vino que te domicilian en el desvarío. Jejeje, todo lo cual lo escribo en descargo de lo que pueda imaginar (por mis sinceros encomios al buen vino y al bien comer que suelo verter en este Foro Jabeño) algún lector o lectora que personalmente no me conozca, porque el virtualismo es así.

Viene esto a colación porque en un jato, después de engullir uno de los muchos güevos rebozaos que degusté, con su correspondiente trago de pitarra, saqué a colación -con el grupo que nos hacía de anfitrión- lo poco que se compadecía nuestro exultante desparpajo en el hablar, en el comer y en el beber, con el eje de la conversación que manteníamos y que versaba sobre la situación de indigencia de muchos, la desolación familiar por el paro de nuestros hijos, la orfandad de nuestros mayores, el desafecto generalizado en la sociedad y la percepción de que la orilla económica sigue mu pero que mu agarrá. Y a lo que iba, con esto de que sólo te conozcan por lo quescribes, una mujer que ya peina hermosas canas y questaba beligerante en la interesante conversación -al salir a relucir el Foro Jabeño- preguntó que si alguno de nosotros conocía a “Leganés”, le dije sobre la marcha que era yo y, ella, como los demás, siguió impasible con la cháchara; aluego en la despedida, adornada (cómo no) con otro traguito de pitarra, va y me espeta: “Sin coña, me gustaría de verdad conocer a “Leganés” porque no acabo de ponerle cara”; al repetirle, con más contundencia, que era yo, ella dio un paso patrás, aluego dos palante y nos dimos un beso jabeño. Y fijaos cómo me remata con este sincericidio, hablando de virtualismo: “Te imaginaba mu gordo, viejo, calvo, sentado en un sillón escribiendo, o viajando mucho pero con el Inserso y apoyado en muletas o algo así….., desaliñado, borrachín” etc., etc. etc. Jejeje, bueno mujer el hábito no hace al monje, “me parezco un poco a todo eso pero no soy del todo asín”, le dije.

Me he decidido a escribir esta reflexión sobre mí, aun siendo cosa fea el yoísmo, enfocada a mi casi diario proceder escrito, para declarar que por mucho que uno se desnude en un foro, y yo creo que lo he hecho hasta empelotarme como pa tirarme a la alberca en el camino de la Jesa, uno siempre es lo que los demás perciben y sólo se modifica esa percepción, para bien o para mal y siempre parcialmente, cuando a lo escrito se le añade el encuentro, la sosegada conversación, la mirada, el tacto, los besos, y -por supuesto- algún día campero como el que pasamos el lunes. Y, claro está, sólo la convivencia te acerca a conocer al otro, aunque tampoco totalmente: porque existen islas mu íntimas que uno transita sólo – o solo- indefectiblemente hasta su final.

Termino. Tengo una prima inteligente que me tiene mu dicho algo así, “Joder, cuando una vive bien, come con apetito, bebe porque se deleita con ello, está feliz, se ríe e intenta arrancar sonrisas, o transmitir optimismo, parece como si estuviera pecando y como que tuviera que pedir perdón por ello”, qué razón lleva. Y termino, decía, amiga jabeña, diciéndote que porque tengamos un día de “Merendilla” en el que comamos a dos carrillos, (ay, qué buenos güevos) y bebamos con deleite (pitarra cabezón), y yo escriba hasta la saciedad eso de que me gusta comer y beber, reírme a mandíbula abierta, viajar para disfrutar y aprender, no quiere decir que no tenga en cuenta el digno y decente decoro, en el cuerpo y en la mente: esto es absoluta y necesariamente compatible, jabeña.

Pero insisto en mi tendencia al buen vivir; si a los probes nos quitan las mantas pabrigarnos, el pan pa disfrutar comiendo, el vino paguzarnos el ingenio y nos cercenan el uso de la vena del gusto (pa joder sin fastidiar a nadie), ¿qué nos quedaría a los pobres?

Encantado de conocerte en persona, ahora pierde tu pudor y empelótate: escribe como hablas que no tienes desperdicio. Chao,

Mu buenas noches; ya me tengo que contestar a mí mismo, ¿hay alguien por ahí que quiera contar algo de la "Merendilla"? ¿O cerramos tema y retomamos, por ejemplo, la molienda?, u otros temas como el de la cosecha de cereales que savecina, o el de las discrecionales acampadas, de los ladridos nocturnos de perros asustados, de la situación de riesgo que se observa en las piedras que coronan la torre, de la impactante colonia de batracios que inflan sus sacos vocales para amenizar la noche en el espléndido “Puente de La Pared”: es una de las cosas más emocionantes que me han pasado en estas fiestas, ¡cientos de ranas croando en charquitos de agua cristalina, ohhhh!, un espectáculo gratis que naturaliza al hombre y humaniza la Naturaleza, y que nos reconcilia con la serenidad que nunca debimos perder. ¿Cómo puede, con todas estas cosas en su haber, estar lánguido el jabeñerío?, debe ser por eso de que los domingos a partir del mediodía son malditos, pero hay que vivirlos, joé: ¡Ayyy!, si a cierta edad se pudieran comprar -a bajo precio- domingos pa vivirlos...., phablarlos, pa sufrirlos, pamarlos, o aunque fuera pa maldecirlos.

A ver, por hablar de algo, ¿cuántos niños y niñas van a tomar la comunión el último domingo del mes que viene?, porque alguna catequista (la Iglesia pa esto sí admite a mujeres) supongo que llevará la cuenta y pueda decirlo, ¿no?

Por cierto, qué agradable me resulta el patio del Convento en noches de primavera, ha sido todo un acierto recuperarlo: merece coronarse con algún pequeño concierto, quizá de cuerda, que alimente a los espíritus sensibles del jabeñerío, ¿o algo de Jazz?, sería mu sosegante. Muchas gracias al párroco, don José, que nos invitó a dulces y chocolate de manera generosa y desenfadada, confieso que fue el único momento de acercamiento que tuve a la Semana Santa pero qué agradable e intenso: LO DE LA CARRERITA FUE GENIAL, de verdad, una mezcla democión profana y jolgorio generalizado de resultados mu terapéuticos: me gustaría saber escribir para analizar la ausencia del humor en todas las religiones existentes, qué lástima, por dios.

En fin, sos dejo porque debo tener fama de ser más cargante que el caldo de chíchares, pero no se me negará mi perseverancia en questo no se apague: vosotros veréis.

Un achuchón jabeño,