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LA HABA: Pues claro que sí, Paco, a mí me ha gustado mucho,...

Pues claro que sí, Paco, a mí me ha gustado mucho, te felicito y te animo a escribir más; porque vertiendo en tu escritura, como no puede ser de otra manera, tu transparente manera de ser, has sido capaz de retratar con sencillez el sentir de los que nos vimos obligados, muy jóvenes, a buscarnos la gandaya lejos de las encinas que añoramos.

Me has hecho rememorar un agosto de 1966, no quisiera confundirme, cuando (en la esquina de la Petra, E. P. D., madre de mi gran amiga MR, hija que fue del antes extinto señó Francisco "El Cogutero", hombre educado y comedido) me despedí de mi gran amigo Juan Andrade Gutiérrez, "Ligerito", despedida que me infligió un gran sufrimiento y me hizo llorar a lágrima viva hasta llegar a mi casa del Altozano, con un ansia y un cuajo asín de grandes. "Ligerito", mote que le puso Damián "el del Canario", que en paz esté, quiso ser torero y yo le acompañé en una noche de luna llena a una jesa para que cumpliera el rito de torear desnudo delante de un toro en la soledad y el silencio imponentes de los cielos estrellados: y no encontramos ni un solo toro. Cosas de la vida, a Juan -como le he manifestado en varias ocasiones a su hermano Antonio, mi entrañable amigo "Carolo"- le lloré como se llora a un amor quetesescapa pa siempre sin corresponderte ni tanto asín.

"Ligerito", ese mismo año, se tiró a la plaza de Santa Amalia esgrimiendo, como toda defensa, un pañuelo de sonarse los mocos de color blanco mu bien planchao por su madre; no dio dos pasos en la arena cuando, gracias al dios de los toreros, lo detuvo la Guardia Civil que -en este caso- ejerció de ángel de la guarda: pero hizo constar en su biografía que ofició el escalafón como maletilla. Aquél toro le tocó en suerte al diestro Mondeño, que aluego se metió a cura (masaltan dudas, Pascasio se acordará del nombre y me rectificará). En fin, Juan Andrade “Ligerito”, realmente, torear, lo que se dice torear, sólo lo hizo en el salón del Canario darriba: aonde le recuerdo refugiado detrás de unas gafas inmensas que yo creo que no le permitían ver questaba soñando.

No sé, pensándolo bien, si esto es verdad o lo he soñado.

Como ves, querido y esquivo Paco, tu cuento ha valido mucho la pena: algo debe tener pa que nosacordemos destas cosas tan entrañables. Te doy las gracias por tu escritura llena de sensibilidad (so llorón) y te mando un abrazo mu fuerte.