Casimira Quintana Osorio, ese era su nombre completo, de profesión “su sexo” (que vaya manera, por cierto, de plasmar oficialmente en la época del Difunto el quehacer de las abnegadas mujeres jabeñas), era viuda de Águedo García García, de cuyo matrimonio nacieron Manuel, Engracia y Antonio José. Murió a consecuencia de “asfixia por sofocación”, según consta en el dictamen de la autopsia, que se practicó por orden del Sr. Juez de Instrucción del Partido (judicial, por supueto); presenciaron la inscripción de fallecimiento D. Antonio Pajuelo García, juez municipal interino jabeño, D. Celestino Guisado González y D. Alonso Pajuelo Osorio (jefe y guardia municipal, respectivamente), todos ellos ante D. Justo Velárdez (¿) Juez, secretario que fue del ayuntamiento, (¿no será Tío Justo “Nochebuena”?, porque había uno que era tabernero y el otro “Justo” vivía por la calle Jesús o así).
Casimira, nació en La Haba el año 1884, murió sesenta y cuatro años después, el día veintiuno de mayo de 1948 (dato que curiosamente aparece en blanco en su acta de defunción), a las veintitrés horas, de la manera violenta ya relatada durante la semana anterior, en su propio domicilio de la calle Cantarranas (¿núm. 24/26?), en una pequeña casa –todavía en pie- que se conoció luego por ser un molino de trigo regentado por Juan “el de don Cecilio” (un buen hombre) al que ayudaba su sobrino Andrés, molino que luego gobernó el entrañable campanario “Pirulito”, un republicano y anticlerical personaje que vestía chambra gris y se cubría siempre con gorra negra, un anarquista declarado del que guardo muy buenos recuerdos. Luego, este molino, creo que lo tuvo en marcha mi estimado vecino Aquilino Pérez “el del Abuelo”, y ahora, sólo, solo sé que veo por allí a un joven al que saqué por la pinta, hijo del “Feo”, con perdón, y de la Saturnina “de tío Fermín”, D. E. P. ambos. (Por cierto, que aquí hay tema, a ver si alguien sabe algo de aquél fraile, creo que se llamaba Eloy, hermano de esta, que en los años cincuenta se fue a evangelizar por la Amazonía americana, ¿vivirá este hombre tan singular?)
NOTA REITERATIVA: Si algún familiar, vecino/a, persona allegada, paisano/a memorioso/a, quisiera informarme de algo relativo al crimen de Casimira, se lo agradecería de corazón: pues estoy pergeñando un texto definitivo de ese hecho y, me es necesario –igual que lo he hecho con la otra parte- recabar más datos de la víctima para lograr una narración lo más objetiva y cercana a la verdad que se pueda de tan luctuoso suceso: amorenobermejo@yahoo. es, esta es mi dirección de correo. Y si no, quien lo prefiera así, que me dé un cantío donde quiera que me vea y yo me pongo a su disposición.
Muchas gracias y mu buenas noches a to el jabeñerío que, desde luego, ejerce ese aforismo del gran escritor Chéspir, el de la question, el sé o no sé, que más o menos dijo: “Mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras”, jejeje.
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Casimira, nació en La Haba el año 1884, murió sesenta y cuatro años después, el día veintiuno de mayo de 1948 (dato que curiosamente aparece en blanco en su acta de defunción), a las veintitrés horas, de la manera violenta ya relatada durante la semana anterior, en su propio domicilio de la calle Cantarranas (¿núm. 24/26?), en una pequeña casa –todavía en pie- que se conoció luego por ser un molino de trigo regentado por Juan “el de don Cecilio” (un buen hombre) al que ayudaba su sobrino Andrés, molino que luego gobernó el entrañable campanario “Pirulito”, un republicano y anticlerical personaje que vestía chambra gris y se cubría siempre con gorra negra, un anarquista declarado del que guardo muy buenos recuerdos. Luego, este molino, creo que lo tuvo en marcha mi estimado vecino Aquilino Pérez “el del Abuelo”, y ahora, sólo, solo sé que veo por allí a un joven al que saqué por la pinta, hijo del “Feo”, con perdón, y de la Saturnina “de tío Fermín”, D. E. P. ambos. (Por cierto, que aquí hay tema, a ver si alguien sabe algo de aquél fraile, creo que se llamaba Eloy, hermano de esta, que en los años cincuenta se fue a evangelizar por la Amazonía americana, ¿vivirá este hombre tan singular?)
NOTA REITERATIVA: Si algún familiar, vecino/a, persona allegada, paisano/a memorioso/a, quisiera informarme de algo relativo al crimen de Casimira, se lo agradecería de corazón: pues estoy pergeñando un texto definitivo de ese hecho y, me es necesario –igual que lo he hecho con la otra parte- recabar más datos de la víctima para lograr una narración lo más objetiva y cercana a la verdad que se pueda de tan luctuoso suceso: amorenobermejo@yahoo. es, esta es mi dirección de correo. Y si no, quien lo prefiera así, que me dé un cantío donde quiera que me vea y yo me pongo a su disposición.
Muchas gracias y mu buenas noches a to el jabeñerío que, desde luego, ejerce ese aforismo del gran escritor Chéspir, el de la question, el sé o no sé, que más o menos dijo: “Mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras”, jejeje.
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