Recibí un aviso de que unos de mis artículos había sido contestado y, aunque sólo sea por educación y sin que sirva de precedente, haré algunas puntualizaciones, ya que se me anuncia que estoy sólo ante una introducción. Se trata de la respuesta de este querido catalán a un escrito que titulé " ¡Adéu Cataluña! Buenos días tristeza", que ha sido incesantemente repicado en la red.
Un poco farragosa, catalán con familia jabeña, tu metáfora sobre los áticos y los dúplex. Supongo que te refieres al modelo de financiación autonómica y la forma más ventajosa (¿interesada?) de negociar el encaje económico de Cataluña en el Estado, siempre en un marco de solidaridad fiscal. Artur Mas es un político que ha hecho de la mentira la base de su doctrinario político, y aun con declaraciones como la siguiente "Pese a ser la comunidad que más contribuye al PIB español, Cataluña es la que tiene menor dotación de infraestructura pública". No es extraño que tanto él como su partido se estén diluyendo como el azucarillo en el descafeinado que estoy a punto de tomar, porque ninguna de las dos afirmaciones son ciertas: Madrid es la comunidad que más contribuye al PIB español y precisamente es Cataluña en donde, en términos absolutos, más invierte Fomento. Partimos de la base que en Cataluña el coste de la vida es más elevado que en el resto de España, pero es que Mas sólo se ha limitado a hacer recortes y subir impuestos, y la deuda brutal de la comunidad heredada de el tripartito es inasumible por el imparable aumento de los intereses que se deben pagar por ella, lo que está ahogando las finanzas de la Generalitat.
La situación es tan mala, que a Mas no le ha importado apostar por la independencia para dotar así a Cataluña de una estructura de Estado, para él, como para muchos iluminados que se encuentran dentro de ese juego diabólico, una Agencia Tributaria propia salvaría a Cataluña del desastre en caso de una hipotética independencia que sería, sin duda, la peor operación política de la historia de CIU. Mientras yo me fumo un puro, El tornado independentista lo arrasa todo y en las mareas humanas que la reivindican quedará grabada, para desgracia de los catalanes, aquella presunción de Oriol Junqueras de que "con la independencia los catalanes vivirán mejor". Insisto, estoy a favor de que se celebre el referéndum y comprobar qué parte de la ciudadanía catalana decide quedarse en España, de todas formas, un extremeño como yo está harto de que se abran vías de negociación cuando en Extremadura, la comunidad más maltratada por los siglos de los siglos, sólo tenemos miseria para repartir, y eso no lo va arreglar una reforma de la Constitución. Aun así, soy de los que piensan que llegará un día en que todos se den cuenta del laberinto infernal en que se han metido, los catalanes recuperarán entonces su ancestral y hoy olvidado seny. Esperemos que no sea ya demasiado tarde. Para hablar de la lengua, tendremos tiempo, pues imaginate si un catalán puede sentirse orgulloso de la suya, cómo debe sentirse un extremeño que ha diseminado la lengua castellana para que la hagan propia 500 millones de ciudadanos en el mundo. Sigo pensando que el catalán es un idioma hermoso, pero también que antes que cualquier lengua está el civismo y la educación.
Por último, todo esto lo escribe un escéptico, un descreído, y como en este país parece que tienen mucho prestigio las ideas fijas, yo deseo que mis ideas evolucionen siempre, pues muchas de aquellas creencias que pensaba que eran sólidas, o no lo eran o no estaban bien justificadas.
Un poco farragosa, catalán con familia jabeña, tu metáfora sobre los áticos y los dúplex. Supongo que te refieres al modelo de financiación autonómica y la forma más ventajosa (¿interesada?) de negociar el encaje económico de Cataluña en el Estado, siempre en un marco de solidaridad fiscal. Artur Mas es un político que ha hecho de la mentira la base de su doctrinario político, y aun con declaraciones como la siguiente "Pese a ser la comunidad que más contribuye al PIB español, Cataluña es la que tiene menor dotación de infraestructura pública". No es extraño que tanto él como su partido se estén diluyendo como el azucarillo en el descafeinado que estoy a punto de tomar, porque ninguna de las dos afirmaciones son ciertas: Madrid es la comunidad que más contribuye al PIB español y precisamente es Cataluña en donde, en términos absolutos, más invierte Fomento. Partimos de la base que en Cataluña el coste de la vida es más elevado que en el resto de España, pero es que Mas sólo se ha limitado a hacer recortes y subir impuestos, y la deuda brutal de la comunidad heredada de el tripartito es inasumible por el imparable aumento de los intereses que se deben pagar por ella, lo que está ahogando las finanzas de la Generalitat.
La situación es tan mala, que a Mas no le ha importado apostar por la independencia para dotar así a Cataluña de una estructura de Estado, para él, como para muchos iluminados que se encuentran dentro de ese juego diabólico, una Agencia Tributaria propia salvaría a Cataluña del desastre en caso de una hipotética independencia que sería, sin duda, la peor operación política de la historia de CIU. Mientras yo me fumo un puro, El tornado independentista lo arrasa todo y en las mareas humanas que la reivindican quedará grabada, para desgracia de los catalanes, aquella presunción de Oriol Junqueras de que "con la independencia los catalanes vivirán mejor". Insisto, estoy a favor de que se celebre el referéndum y comprobar qué parte de la ciudadanía catalana decide quedarse en España, de todas formas, un extremeño como yo está harto de que se abran vías de negociación cuando en Extremadura, la comunidad más maltratada por los siglos de los siglos, sólo tenemos miseria para repartir, y eso no lo va arreglar una reforma de la Constitución. Aun así, soy de los que piensan que llegará un día en que todos se den cuenta del laberinto infernal en que se han metido, los catalanes recuperarán entonces su ancestral y hoy olvidado seny. Esperemos que no sea ya demasiado tarde. Para hablar de la lengua, tendremos tiempo, pues imaginate si un catalán puede sentirse orgulloso de la suya, cómo debe sentirse un extremeño que ha diseminado la lengua castellana para que la hagan propia 500 millones de ciudadanos en el mundo. Sigo pensando que el catalán es un idioma hermoso, pero también que antes que cualquier lengua está el civismo y la educación.
Por último, todo esto lo escribe un escéptico, un descreído, y como en este país parece que tienen mucho prestigio las ideas fijas, yo deseo que mis ideas evolucionen siempre, pues muchas de aquellas creencias que pensaba que eran sólidas, o no lo eran o no estaban bien justificadas.