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Escuchando al personal.
Las conclusiones razonadas, tratando de ver el tema con la máxima objetividad posible, creo que son las siguientes:
-El grupo municipal en el gobierno, con su alcalde- presidente a la cabeza, podía haber actuado de mejor manera; y no solo por no haber garantizado la custodia de un bien municipal, que también, sino por su inexplicable premiosidad en acoger y dar destino a un material de cierto valor etnográfico: han sido tres legislaturas seguidas olvidándose de un compromiso escrito, para luego -sólo, o solo, cuando se ha visto en el aprieto- apretar el acelerador convirtiéndose en árbitro de una transacción en la que el dinero, como siempre, ha sido el único protagonista. Igualmente, de alguna manera (al descartar el plan “C”), ha hecho dejación de sus deberes respecto a la actuación del vendedor de lo ajeno. Así que dicho grupo, aun con el apoyo mayoritario que se le sigue dispensando, debería hacer autocrítica y tratar de borrar la sensación quembarga a buena parte del jabeñerío en el sentido de que “en este pueblo vale todo”.
-El grupo municipal en la oposición ….., pero, ¿existe algún grupo político en la oposición?
-El vendedor, que ha transformado un sentimiento en chatarra, ha estado cómodamente apartado y ajeno a todo el despropósito que él mismo ha generado, como si la cosa no fuera con él. No sé su edad, por su comportamiento se diría que debe ser una criatura osada, debe serlo tanto…., que en su ignorante y atrevido proceder no supo calibrar -en un acto de puro egoísmo- la posición tan delicada en la que dejaba a ciertas personas. No satisfecho con ello, ya con el problema en to lo alto, en vez de buscar soluciones, se dedicó a ufanarse de su fechoría y a rematarla con la insolencia de enviar mensajes a través de las nuevas tecnologías jactándose de su acción y tildando de palurdos a mucho de nuestros paisanos…., y eso está mu feo: bien podría ahora, qué menos, pedir disculpas por el mismo conducto que les insultó. Y es bueno que sea consciente de que ha intentado lucrarse vendiendo algo que no era suyo, en este caso de propiedad pública; y que su acción ha sido delictiva y está contemplada en nuestras leyes como un hecho que merece ser castigado. En definitiva, el chico se va de rositas parapetado detrás de no se sabe bien qué escudo, uno que debió procurarle tanta tranquilidad que le envalentonó hasta la chulería.
-El propietario de la finca y depositario directo del molino (comprendiendo su disgusto), tampoco ha estado mu solícito que digamos a solucionar con dignidad un desmán que se ha producido en su propia casa. Pues al intentar cerrarlo, en principio con cuatro perras que él no sacaba de su bolsillo, ha dejado su impronta y ha mostrado un perfil mu cercano al político que tanto padecemos: el que, arrollando las normas establecidas, quiere arreglarlo todo con dinero ajeno y no exento de esa dosis de soberbia que a veces caracteriza al pudiente. Eso sí, ofició un chalaneo que sonroja, mu tacaño y casi mezquino, regateando la peseta como un merchán de feria hasta lograr dar el carpetazo al caso de manera extrajudicial y por una cantidad más que módica: puede sentirse satisfecho, pues solo los costes procesales de un hipotético litigio, hubieran superado el importe con que ha zanjado el asunto.
Mu buenas noches a to el jabeñerío,
(Tranquilo, “fanegas”, no se me ha olvidao “el Cedente”.
Las conclusiones razonadas, tratando de ver el tema con la máxima objetividad posible, creo que son las siguientes:
-El grupo municipal en el gobierno, con su alcalde- presidente a la cabeza, podía haber actuado de mejor manera; y no solo por no haber garantizado la custodia de un bien municipal, que también, sino por su inexplicable premiosidad en acoger y dar destino a un material de cierto valor etnográfico: han sido tres legislaturas seguidas olvidándose de un compromiso escrito, para luego -sólo, o solo, cuando se ha visto en el aprieto- apretar el acelerador convirtiéndose en árbitro de una transacción en la que el dinero, como siempre, ha sido el único protagonista. Igualmente, de alguna manera (al descartar el plan “C”), ha hecho dejación de sus deberes respecto a la actuación del vendedor de lo ajeno. Así que dicho grupo, aun con el apoyo mayoritario que se le sigue dispensando, debería hacer autocrítica y tratar de borrar la sensación quembarga a buena parte del jabeñerío en el sentido de que “en este pueblo vale todo”.
-El grupo municipal en la oposición ….., pero, ¿existe algún grupo político en la oposición?
-El vendedor, que ha transformado un sentimiento en chatarra, ha estado cómodamente apartado y ajeno a todo el despropósito que él mismo ha generado, como si la cosa no fuera con él. No sé su edad, por su comportamiento se diría que debe ser una criatura osada, debe serlo tanto…., que en su ignorante y atrevido proceder no supo calibrar -en un acto de puro egoísmo- la posición tan delicada en la que dejaba a ciertas personas. No satisfecho con ello, ya con el problema en to lo alto, en vez de buscar soluciones, se dedicó a ufanarse de su fechoría y a rematarla con la insolencia de enviar mensajes a través de las nuevas tecnologías jactándose de su acción y tildando de palurdos a mucho de nuestros paisanos…., y eso está mu feo: bien podría ahora, qué menos, pedir disculpas por el mismo conducto que les insultó. Y es bueno que sea consciente de que ha intentado lucrarse vendiendo algo que no era suyo, en este caso de propiedad pública; y que su acción ha sido delictiva y está contemplada en nuestras leyes como un hecho que merece ser castigado. En definitiva, el chico se va de rositas parapetado detrás de no se sabe bien qué escudo, uno que debió procurarle tanta tranquilidad que le envalentonó hasta la chulería.
-El propietario de la finca y depositario directo del molino (comprendiendo su disgusto), tampoco ha estado mu solícito que digamos a solucionar con dignidad un desmán que se ha producido en su propia casa. Pues al intentar cerrarlo, en principio con cuatro perras que él no sacaba de su bolsillo, ha dejado su impronta y ha mostrado un perfil mu cercano al político que tanto padecemos: el que, arrollando las normas establecidas, quiere arreglarlo todo con dinero ajeno y no exento de esa dosis de soberbia que a veces caracteriza al pudiente. Eso sí, ofició un chalaneo que sonroja, mu tacaño y casi mezquino, regateando la peseta como un merchán de feria hasta lograr dar el carpetazo al caso de manera extrajudicial y por una cantidad más que módica: puede sentirse satisfecho, pues solo los costes procesales de un hipotético litigio, hubieran superado el importe con que ha zanjado el asunto.
Mu buenas noches a to el jabeñerío,
(Tranquilo, “fanegas”, no se me ha olvidao “el Cedente”.