Otra “TAREA” auxiliar en los meses de agosto y septiembre para los que como yo, mu de niño, hacíamos de todo sin saber de casi nada (como me sigue pasando de mayor), era acarrear jigos pal cochino: “IR POR UNA CARGA DE HIGOS”.
Si el caso era de urgencia solía hacerlo en bici, mu de mañana, antes de ir a la escuela y siempre después de asistir a la “misa de alba” que se oficiaba a las seis (era un oficio religioso pa labraores mu ocupaos). Solía hacerlo en mi bicicleta “Supercil”, la mejor entre mil; en el portabulto, hecho por Agustín “Porrajierro”, adosaba unas aguaderas de goma con dos jaques, y en ellos enfundaba sendos cubos de plástico que era lo mínimo que me exigían en casa digamos que para salir del paso, hasta posteriormente traer una verdadera CARGA DE JIGOS. Para llenar los dos cubos no hacía falta ni zarandear el árbol, bastaba con los que por su propio peso -ya maduros- habián caído en el suelo y estaban diciendo “cogerme” bajo el manto de las agradecidas jigueras: los había blancos, negros y “rey”. Como desayuno, excelente, escogía entre el ramaje lechoso de las jigueras unos cuantos de cada variedad: los questaban blanditos y con una lágrima de miel en el agujero del culo: ¡Qué delicia!, me daban fuerza y alegría para retornar al pueblo en un pispás.
Traer una verdadera carga de higos, a ver si alguien con mejor criterio que el mío lo describe, era una tarea que tenía su liturgia, jejeje. La imaginación de los niños que no tiene límites, me hacía compararla con la misa de alba, pues la vestimenta del cura: sotana, alba, cíngulo, casulla y estola, jejeje, tiene mucho parecido con lo de aparejar el burro: manta, albardón, albarda, cincha y cabresto. Jejeje,
Joé, hacerme el favor de escribir aunque sea de política, ques lo último, pero escribid.
Saludos a to el jabeñerío questá escondío.
Si el caso era de urgencia solía hacerlo en bici, mu de mañana, antes de ir a la escuela y siempre después de asistir a la “misa de alba” que se oficiaba a las seis (era un oficio religioso pa labraores mu ocupaos). Solía hacerlo en mi bicicleta “Supercil”, la mejor entre mil; en el portabulto, hecho por Agustín “Porrajierro”, adosaba unas aguaderas de goma con dos jaques, y en ellos enfundaba sendos cubos de plástico que era lo mínimo que me exigían en casa digamos que para salir del paso, hasta posteriormente traer una verdadera CARGA DE JIGOS. Para llenar los dos cubos no hacía falta ni zarandear el árbol, bastaba con los que por su propio peso -ya maduros- habián caído en el suelo y estaban diciendo “cogerme” bajo el manto de las agradecidas jigueras: los había blancos, negros y “rey”. Como desayuno, excelente, escogía entre el ramaje lechoso de las jigueras unos cuantos de cada variedad: los questaban blanditos y con una lágrima de miel en el agujero del culo: ¡Qué delicia!, me daban fuerza y alegría para retornar al pueblo en un pispás.
Traer una verdadera carga de higos, a ver si alguien con mejor criterio que el mío lo describe, era una tarea que tenía su liturgia, jejeje. La imaginación de los niños que no tiene límites, me hacía compararla con la misa de alba, pues la vestimenta del cura: sotana, alba, cíngulo, casulla y estola, jejeje, tiene mucho parecido con lo de aparejar el burro: manta, albardón, albarda, cincha y cabresto. Jejeje,
Joé, hacerme el favor de escribir aunque sea de política, ques lo último, pero escribid.
Saludos a to el jabeñerío questá escondío.
Leganés queda muy lejos para las actuales generaciones la carga de higos, sobre todo para los infantes, si ya ni siquiera tenemos cochinos pa la matanza. Hoy es tiempo de piscina, consola, botellón, wifi, wsap, etc.
Otro de los oficios duros donde los hubiera era el de los picapedreros, trabajo duro, que se perdió con los hermanos Gallardo y Miguel, el hijo de la Rosa Vaca, que creo que fueron los últimos que trabajaron la "aba", roca útil, y que parece ser el verdadero origen del nombre de nuestro pueblo.
Otro de los oficios duros donde los hubiera era el de los picapedreros, trabajo duro, que se perdió con los hermanos Gallardo y Miguel, el hijo de la Rosa Vaca, que creo que fueron los últimos que trabajaron la "aba", roca útil, y que parece ser el verdadero origen del nombre de nuestro pueblo.