El Difunto carecía de armazón jurídico para sustentar el Régimen. Esto no le privó de dotarse de un aparato institucional que le permitiera “adecentar” una dictadura que careció hasta su extinción de la más mínima legitimidad política y democrática. Y así, terminada la segunda guerra mundial los prebostes del Régimen –empujados por las circunstancias- idearon una falsa representatividad para elegir (orgánicamente) a los representantes del pueblo: la familia (donde se nace), el municipio (donde se vive) y el sindicato (donde se trabaja), iban a ser las fuentes de legitimidad.
Hablando de la elección de los alcaldes, que es lo que hoy quiero tratar, hasta 1945 –según acabo de consultar- la Ley de Bases del Régimen Local no determinó la forma de elegirlos. Sólo podían votar los cabezas de familia (viudas no) que elegían 1/3 de los concejales, resultando que la elección del alcalde era una designación gubernativa de los gobernadores civiles: a estos rendían pleitesía total los alcaldes, al depender su nombramiento y continuidad de su discrecional decisión. (Una vez, según tengo leído, un gobernador –rodeado de alcaldes- fue a inaugurar unas obras de una mancomunidad, con tan mala suerte que se manchó de barro una manga de la chaqueta. Uno de los alcaldes sacó solícito un pañuelo y se dispuso a limpiarle la mancha: “a mí a pelota no me gana nadie”, le dijo otro de los alcaldes presentes, y sacando también el pañuelo se puso a quitarle el barro de los zapatos. Tal era la pleitesía).
Con la parafernalia explicada, las primeras elecciones municipales en la posguerra se celebraron en 1948, en la Haba se iba a instaurar desde entonces un falangismo mostrenco que nos iba a gobernar hasta el 3-4-1979, fecha de las primeras elecciones democráticas al amparo de la Constitución de 1978: don Julio Martín Valenzuela, por la UCD, tomó posesión de su cargo como primer Alcalde democrático el día 19-4-79. Y por recordar otro dato, tanto en Villanueva como en Don Benito se impuso el PSOE (Manuel Vargas y León Romero, respectivamente, fueron los elegidos).
En algunos pueblos, sé de uno de Ávila, algunos alcaldes actuales lo son desde la época del Difunto ininterrumpidamente: uno de ellos, respondiendo a una pregunta, contestó: “Tengo sólo dos vicios: el tabaco y la política, sólo he podido quitarme de fumar”. Pero esta contestación, o la anécdota anterior, ambas contrastadas como ciertas, son chascarrillos sin gracia comparadas con la vida, andanzas y vicisitudes de los alcaldes de La Haba (que no jabeños) desde 1948 a 1979: esto merece un capítulo aparte.
El poder de un alcalde de entonces era de tintes feudales y absoluto: un estornudo en una procesión, un carraspeo de garganta a destiempo, un pedo, no digamos una blasfemia, una mirada entendida como aviesa, podían ser motivos de pena –cuando menos con multa- sin más derechos que el cabreo contenido.
Buenas noches a todos,
Hablando de la elección de los alcaldes, que es lo que hoy quiero tratar, hasta 1945 –según acabo de consultar- la Ley de Bases del Régimen Local no determinó la forma de elegirlos. Sólo podían votar los cabezas de familia (viudas no) que elegían 1/3 de los concejales, resultando que la elección del alcalde era una designación gubernativa de los gobernadores civiles: a estos rendían pleitesía total los alcaldes, al depender su nombramiento y continuidad de su discrecional decisión. (Una vez, según tengo leído, un gobernador –rodeado de alcaldes- fue a inaugurar unas obras de una mancomunidad, con tan mala suerte que se manchó de barro una manga de la chaqueta. Uno de los alcaldes sacó solícito un pañuelo y se dispuso a limpiarle la mancha: “a mí a pelota no me gana nadie”, le dijo otro de los alcaldes presentes, y sacando también el pañuelo se puso a quitarle el barro de los zapatos. Tal era la pleitesía).
Con la parafernalia explicada, las primeras elecciones municipales en la posguerra se celebraron en 1948, en la Haba se iba a instaurar desde entonces un falangismo mostrenco que nos iba a gobernar hasta el 3-4-1979, fecha de las primeras elecciones democráticas al amparo de la Constitución de 1978: don Julio Martín Valenzuela, por la UCD, tomó posesión de su cargo como primer Alcalde democrático el día 19-4-79. Y por recordar otro dato, tanto en Villanueva como en Don Benito se impuso el PSOE (Manuel Vargas y León Romero, respectivamente, fueron los elegidos).
En algunos pueblos, sé de uno de Ávila, algunos alcaldes actuales lo son desde la época del Difunto ininterrumpidamente: uno de ellos, respondiendo a una pregunta, contestó: “Tengo sólo dos vicios: el tabaco y la política, sólo he podido quitarme de fumar”. Pero esta contestación, o la anécdota anterior, ambas contrastadas como ciertas, son chascarrillos sin gracia comparadas con la vida, andanzas y vicisitudes de los alcaldes de La Haba (que no jabeños) desde 1948 a 1979: esto merece un capítulo aparte.
El poder de un alcalde de entonces era de tintes feudales y absoluto: un estornudo en una procesión, un carraspeo de garganta a destiempo, un pedo, no digamos una blasfemia, una mirada entendida como aviesa, podían ser motivos de pena –cuando menos con multa- sin más derechos que el cabreo contenido.
Buenas noches a todos,
Trayendo a colación el tema de la historia-personajes de nuestro pueblo, algo que casi todos tiene es una lista de los alcaldes que han pasado por la insitución.
Si que podríamos hacer un listado, hasta donde llegue la memoria y el resto a ver si el sr alcalde nos ayuda que seguro que en las dependencias municipales tienen esta información.
Si que podríamos hacer un listado, hasta donde llegue la memoria y el resto a ver si el sr alcalde nos ayuda que seguro que en las dependencias municipales tienen esta información.
El último alcalde democrático y socialista, antes de la debacle, fue Gerardo Casado. Así como el primero dedocrático, con el Difunto ya mandando, debió ser José María Gómez “el Comerciante”. Le seguiría Francisco Godoy Granda (don Paco “Currito”), que fue quien decidió el traslado del ayuntamiento al Altozano allá por el año 1954. A este creo que le sucedió Antonio Forcallo. Luego gobernó Waldo Díaz Hernández que, con el beneplácito del anterior, completó un larguísimo periodo en el franquismo que culminaría, de igual manera, con el gobierno municipal de Andrés Gómez-Coronado.
Aprobada la Constitución en Diciembre de 1978, y convocadas las primeras elecciones democráticas, el 19-4-79 se inviste alcalde a Julio Martín Valenzuela por la UCD. Y ya en las segundas, en 1983, Joaquín Quintana “Churra”, representando al PSOE, se hace cargo de la alcaldía hasta 1999.
A los regidores recientes los conoce to el mundo. Y yo de memoria, no puedo aportar más.
Aprobada la Constitución en Diciembre de 1978, y convocadas las primeras elecciones democráticas, el 19-4-79 se inviste alcalde a Julio Martín Valenzuela por la UCD. Y ya en las segundas, en 1983, Joaquín Quintana “Churra”, representando al PSOE, se hace cargo de la alcaldía hasta 1999.
A los regidores recientes los conoce to el mundo. Y yo de memoria, no puedo aportar más.
pasada la fiesta de san narciso, algo accidentadas para mi persona, no se me ocurre comentar otra cosa que a mi de pequeño alguno que otro me apodaba el pireo y tu amigo Pascasio incluso llegó a ponerme "martirio"
Victoriano, por dios bendito y la virgen de Lantigua: evita contingencias que te accidenten, de una manera o de otra, y procura el gozo pa el cuerpo por esas lejanas cataluñas: ojalá y no haya sido nada, y que san Narcis te proteja.
En cuanto a los motes, un hombre que se precie debería ser conocido por un solo apodo, como ocurre con su propio nombre de pila; aunque es verdad que la industria de Pascasio y Cía. se llevaba por delante este principio y tildaba al personal con motes sucesivos según las circunstancias cambiantes de los sujetos del mote: "El Pireo", torero cordobés, o "Martirio", estupenda cantaora, puede que haya algún nexo, ¡pero es que te cambia el sexo, joé!
Pero a ver, Pascasio tiene un mote mu bien puesto y poco sabido: que alguien se lo recuerde por aquí.
En fin, Victoriano, que te cuides y que no dejes de asomar la cabeza por aquí.
Un fuerte abrazo,
En cuanto a los motes, un hombre que se precie debería ser conocido por un solo apodo, como ocurre con su propio nombre de pila; aunque es verdad que la industria de Pascasio y Cía. se llevaba por delante este principio y tildaba al personal con motes sucesivos según las circunstancias cambiantes de los sujetos del mote: "El Pireo", torero cordobés, o "Martirio", estupenda cantaora, puede que haya algún nexo, ¡pero es que te cambia el sexo, joé!
Pero a ver, Pascasio tiene un mote mu bien puesto y poco sabido: que alguien se lo recuerde por aquí.
En fin, Victoriano, que te cuides y que no dejes de asomar la cabeza por aquí.
Un fuerte abrazo,
No, lo de "el pireo" me lo puso Manolo "el gato" y el de "el canario" no tenia nada que ver con la sevillana puesto que entonces no existia ni "smaths"
Por cierto creo que en mi familia hubo algún ancestro alcalde.
Un abrazo para todos.
Por cierto creo que en mi familia hubo algún ancestro alcalde.
Un abrazo para todos.