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LA HABA: Me lo temía, en vez de brindarme un “Legendario”, jejeje,...

Intentaré con esta con esta última respuesta dejar zanjado el asunto aunque mi opinión ha quedado expuesta de manera diáfana: amigo Julián, yo tampoco sé quién eres, pero eso no tiene importancia, como tampoco la tiene el que tú hayas vivido una infancia decente en un país absurdo, que no es sino una fotocopia sin tóner de aquella mafiosa democracia instaurada por Giulio Andreotti, porque las experiencias personales no son intercambiables. Cada cual ha vivido lo que ha vivido, e insisto, eso no es transferible, forma parte del equipaje de vivencias que uno arrastra hasta el fin de sus días y que Zeus se encargará de pesar en su balanza de almas. Porque ser feliz no es sólo reír o jugar o tener una hogaza de pan que llevarse a la boca; la felicidad es la ausencia del miedo, la felicidad no depende de lo que tenemos sino de lo que somos, la felicidad como la invención de un dios, es siempre un mito y un excelente negocio. Me alegra de que recuerdes con el gozo de la nostalgia tu niñez, no sé si existe alguna recompensa para eso. Quien no se consuela es porque no quiere, y yo no quiero.

No creo, querido Leganés, que vengamos de ámbitos parecidos, porque de lo que yo hablo no es de un territorio físico (que seguro que también habrá sido absolutamente disímil) sino de un paraje físico asociado a la sensación de desarraigo y desamparo, de la desesperanza en la luz del porvenir, de la certeza no sólo de vivir como un siervo, también de ser un necio agradecido por formar parte de una gran estafa: hay tormentos que no son de este mundo. Claro que tuve que buscar refugios: el cine, los libros, los cómics y la música han evitado que cayera en demasiadas ocasiones en la exasperación y aprendí con ello mucho más de lo que puede enseñarte cualquier universidad. El que leyera a Borges a temprana edad no tiene mucha importancia porque tú, tal vez mejor que otros, sabes que mi padre dejó una biblioteca apañadita y leer es la forma más barata de viajar que tienen los pobres. Todavía conservo una primera edición de la editorial Aguilar de las obras completas de Dostoyevski de 1956, otro de mis toten sagrados en el que he invertido cientos de horas de mi existencia. Por otra parte, he visto más de veinticinco mil películas reseñadas, lo que representa alrededor de cinco años completos de mi vida en una sala de cine ¿voy a obtener por ello una condecoración? Claro que no, pero yo amo mucho más a la verdad que a la justicia.

¡Qué manía con decir que me enfado! Estoy seguro de que si insistís tanto en ello al final lo acabaréis consiguiendo ¿por qué me voy a enfadar? Pero hombre, si acabo de comentar la cantidad de gente que me respeta y quiere, y es el amor lo que me salva al espíritu de lo plomizo de la existencia, no se trata de nada personal ni tengo problemas de autoconfianza, se me valora incluso más de lo que merezco, sólo hace falta preguntar por mí en los medios donde colaboro y yo mismo estaré encantado de procurar los contactos. Mi respuesta no es ácida ni cáustica ni corrosiva, más bien de un escrupuloso respeto. No hace falta viajar por Noruega para saber su renta per capita, el sueldo medio de sus trabajadores, el alto índice cultural, los servicios de los que gozan gratuitamente, sus niveles de bienestar. Como tampoco hace falta viajar al pasado para conocer la historia.

No me vengas otra vez con la estúpida frase kennedyana de lo que mi país puede hacer por mí y lo que yo puedo hacer por mi país porque creo que dejé meridianamente claro en otro comentario lo que pienso de su autor. Lo repetiré una vez más porque le gustó a mucha gente: Kennedy, el tipo de los herpes genitales, ese putero que montaba orgías en la piscina de la Casa Blanca mientras su mujer le esperaba en la alcoba bañada en lagrimas, el sospechoso principal, para muchos analistas y criminólogos, junto a su hermano Robert, de haber suicidado a Marilyn Monroe, el que continuó esa guerra estúpida y suicida con Vietnam iniciada por Eisenhower, no le ganó las elecciones a Nixon por su gran apostura, inteligencia, elegancia y telegenia, una tesis predominante para todos los periodistas, asesores y analistas políticos, sino porque la mafia y sus enormes tentáculos apostaron por él financiando una parte importante de su campaña presidencial y actuando como una brutal fuerza de presión en la sombra ¿por qué? Le creyeron mucho más maleable que Nixon. "La nueva frontera" de Kennedy eran sus putas y Camelot también resultó ser un gran pozo fecal rebosante de mierda. No me merece ningún respeto.

Por otra parte ¿qué tiene que ver leer a Borges con no ver la televisión? Yo sólo tengo la tele para hacer útil el DVD, pero eso es fácilmente demostrable preguntándeselo a mi familia, que es quien únicamente puede dar fe de ello, y deberías ser más fino en captar la ironía en cuanto al cociente intelectual, pero no sé dónde y cuándo he dicho yo que a los catorce años tenía el mismo cociente que ahora (entre otras cosas porque entonces nadie me realizó ningún test), siempre he creído que el tergiversar las palabras es un síntoma de debilidad en los argumentos. También a esa edad leía a Kafka y a Cela y a Scott Fitzgerald, pero cuántas veces voy a repetir que en mi casa hay más de cinco mil libros. Y esto, Leganés, además de ser claramente demostrable es tan bien definitorio de cuáles son mis gustos e inquietudes.

En fin, vivo muy tranquilo sin tener a buen recaudo toda esa chatarra de recuerdos que para mí es solamente material de derribo, no lo necesito, mi memoria es sólo un paisaje calcinado en el que nunca existió resquicio para la esperanza... pero creo, Leganés, que por tenerlos tú tampoco vas a obtener ninguna recompensa. No te enfades, hombre.

Suyo afectísimo.

Me lo temía, en vez de brindarme un “Legendario”, jejeje, ¡ooootra filípica o regañina que mendosas!, llámalo enfado, llámalo equis: pero, jomío, tu escrito no rezuma precisamente sosiego.

Pedro, hombre, a qué ton eso de que preguntemos en casa, en los medios en los que colaboras….., (ya sé, es una forma de hablar), pero no desvaríes, que aquí nadie pide justificantes de nada, joé, que esto no es nada personal, por dios bendito y por la virgen de Lantigua, ques mu sencillo: esto es pa entretener, no pa competir.

Sí, siiiiií, sí capto tus ironías, aun rayando a veces en la insolencia; porque al tildar por mi parte de mordaz tu anterior intervención, estoy concediéndote que tus expresiones –incluso las soeces, que las hay- no están exentas de ingenio, porque si no fuera así, serían insultos al respetable y yo nunca me lo he tomado así ni te lo consentiría: a pesar de tus sentencias de “la infancia de mierda, el país de mierda, el país de cobardes, chatarra de recuerdos, etc. etc.….”, y toas esas mil y quinientas, perlas tan manidas como la kennedyana que te puse como cebo para el lucimiento.

Traté, ahora veo que sin éxito, de bromear diciéndote que si tu capacidad intelectual de ahora es la misma que la que tenías a los catorce años (porque tengo registrado en mi memoria que lo has asegurado), ¿qué coeficiente es el que se te ha incrementado por no ver la televisión? Yo, querido Pedro, no he dado ninguna interpretación falsa de algo dicho por ti, a ver, ¿qué he tergiversado yo?

Y todo esto, jejeje, a cuenta de los entrañables recuerdos sobre los partidos de fútbol en El Paseo que es sobre lo único que yo quería relatar: como mescribas enfadao o con otra regañina…., en vez de sugerirte un “Legendario”, te prescribo una tila. Afectos muchos,