LA HABA: Así, a bote pronto, el aire viciado me asfixia y abro...

Así, a bote pronto, el aire viciado me asfixia y abro la boca y los sentidos, y como recordar es volver a vivir.......

La casa olia a frescor, el suelo de cemento pulido, le conferia una brillantez que dañaba los ojos cuando el sol entraba por el postigo a media mañana. Su construcción interna, era de tres cuerpos, como decían los viejos, separados por otros tantos escalones, lo cual indicaba su pronunciada pendiente. Al final del tercer cuerpo, a la derecha, estaba el comedor, su piso simulaba un ajedrez con las baldosas blancas y negras, en medio, la mesa rodeada por cuatro desvencijadas sillas de temblorosa madera, encima de ella, el eterno librito religioso del abuelo, y al fondo, en la esquina derecha, el televisor Telefunken, en blanco y negro ¡claro!.
Los niños jugábamos en la calle, alumbrados por la mortecina luz que arrojaba una triste bombilla, coronada por una especie de plato redondo de porcelana blanca. Ahora al corro, ahora al "escondé", luego a médicos y despues, ya cansados y sin ideas, entrábamos en la casa de la abuela,
donde los mayores veían "La casa de los Martinez"sentados en el pasillo, para aprovechar el poco vientecillo que corría en las calurosas noches de Julio.
Como cada noche de verano, la familia se reunia en casa de los abuelos y los primos jugábamos, nos rozábamos, nos queríamos, nos defendíamos, nos UNÍAMOS, y....... ¡. vivíamos!.
Ojalá nunca hubiéramos perdido la inocencia de la niñez, ojala el tiempo se hubiera detenido en una de aquellas noches y eternamente haber seguido siendo niños, ojalá...