MEAR CONTRA EL VIENTO
Lo fácil es regocijarse y hacer leña del árbol caído, razones no me faltan para ello. Cuando el año 2011 el PP ganó las elecciones en Extremadura por primera vez en la historia bajo la inercia de los desatinos y el triste legado dejado por la administración de Rodríguez Zapatero, mayoritariamente se pensaba que ese cambio podía airear unas estancias perfumadas desde hacía décadas por la rosa socialista. Tuvo que pasar muy poco tiempo para que el pueblo extremeño viera frustradas sus aspiraciones de regeneración e impulso democrático y se diera cuenta de que su concepto y valor de la política era mucho más elevado que el que tenían los dirigentes que iban a marcar el destino de nuestra región en los próximos cuatro años. Lo necesario hubiera sido preguntarse por qué un partido anquilosado por el óxido y la carcoma de las estructuras de la vieja política iba a convertirse en paladín del progreso arrastrando consigo el aura de la ilusión y el anhelo de la esperanza. El castigo a nuestro atrevimiento fue directamente proporcional al peso y volumen de nuestra ingenuidad: tomaron el poder, se repartieron el magro, forraron sus vidas de inmunidad y se convirtieron en autistas.
Desde el día en que mostraron sus cartas me propuse sentarme en un banco preferente de la Avenida de los Apestados hasta que llegara el momento en que todos los cadáveres que iban dejando a sus paso surgieran como zombis de la tierra para devorarles las entrañas. Con paso lento y seguro, con la determinación de los locos vi desfilar a desahuciados con sus colchones de penas, a jóvenes sin trabajo ni porvenir, a padres de familias parados arrastrando a sus familias como fardos de un apocalipsis, a enfermos en listas de espera infinitas que llevaban reflejados en su pálidos rostros las radiografías de sus males, a estudiantes cum laude arrojados fuera de las fronteras de los elegidos, a trabajadores pobres de solemnidad. La famélica legión de muertos vivientes era el legado de un Partido Popular que gobernaba desde la arrogancia y la ingratitud hacia un pueblo que le había ofrecido una invitación para gobernar desde la decencia olvidándose de sectarismos y viejas rencillas. En lugar de eso, blindaron a los suyos e hicieron de su capa un sallo sin ser conscientes de que no hay nada más volátil que la política y que cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana.
Monago no ha perdido las elecciones por la crisis, sino por su ineptitud a la hora de gestionarla y su nula empatía hacia los más desfavorecidos. Monago ha perdido las elecciones porque la cosecha de corrupción y presuntos delitos que remolca su partido no caben en dos mil hectáreas de barbecho, por haber hecho de su gestión un refugio nuclear atestado de víveres para su secta mientras caminaba por el mundo con los auriculares escuchando un rap panegírico y no sentir así el quejío de la calle. A estas alturas no sabemos quién recitará el salmo de su derrota en una tierra sin unción divina y señalada desde Europa como un paraje mísero atestado de cuervos. Entérate, Monago, aquí ya no caben más desventuras, con mucho sufrimiento hemos sobrevivido bajo el cañizo de tu nefasta gestión y los desmanes de tu irrelevante equipo político. El sistema de partidos del que has estado mamando está a punto de estrellarse contra el acantilado del último confín fragmentándose en un artificio de nuevas formaciones a las que pediremos que traten al hombre con respeto, a las que obligaremos a mirar sus callos y el trágico holograma que acompaña a su sombra.
Hoy mi sonrisa aflora con el estímulo de tu torpeza, recordando ese espelde de “sobrao” que siempre te ha caracterizado y que te impulsaba a escuchar con la concha marina pegada a tu oreja el susurro meloso de tu ejército de pelotas. Fíjate, Monago, si habrás sido torpe que hasta haciendo luminarias con el dinero público desde tu atolondrado autobús y controlando de manera castrense todos los medios regionales, esclavos de tus subvenciones y propaganda, hoy viajas con el traje de náufrago, necesitado de unas manos que te acaricien el lomo y buscando el refugio de los bellos momentos vividos en alguna isla afortunada. Tus cerca de mil promesas son ahora un desfile de procesionarias fumigadas por todos los olvidados que con su “Milana bonita” al hombro te abren las puertas del purgatorio para que reflexiones sobre tus mentiras, tu arrogancia y el amargo sabor de tus promesas incumplidas.
Sí, ya sabemos, que tú y tu partido no sois muy proclives a los ejercicios de expiación, que lo que vuestro “Señor de los Líos” os pide es seguir meando contra el viento sin escuchar los cantos de sirena que desde cualquier rincón anuncian el espíritu de los nuevos tiempos. Tú, por encima de cualquier fondo de humanidad y consideración ética seguirás pensando que las subidas de impuestos, los recortes sociales y salariales que han carcomido hasta el hueso las economías familiares eran necesarios para salir de una crisis que se hubiera solucionado con un reparto equitativo de una riqueza sólo al alcance de vuestros privilegios. Tú, incapaz de dar validez al lúcido aserto marxista de que “la vergüenza es un sentimiento revolucionario” seguirás paseando tu soberbia por esos foros de encorbatados para presentar con iniquidad el balance del deber cumplido, inconsciente de que tu tiempo ha pasado y que ese dolor ni siquiera lo podrá calmar ya la brisa de esas puertas giratorias que ventean los cuatro pelos de tu coronilla.
Lo fácil es regocijarse y hacer leña del árbol caído, razones no me faltan para ello. Cuando el año 2011 el PP ganó las elecciones en Extremadura por primera vez en la historia bajo la inercia de los desatinos y el triste legado dejado por la administración de Rodríguez Zapatero, mayoritariamente se pensaba que ese cambio podía airear unas estancias perfumadas desde hacía décadas por la rosa socialista. Tuvo que pasar muy poco tiempo para que el pueblo extremeño viera frustradas sus aspiraciones de regeneración e impulso democrático y se diera cuenta de que su concepto y valor de la política era mucho más elevado que el que tenían los dirigentes que iban a marcar el destino de nuestra región en los próximos cuatro años. Lo necesario hubiera sido preguntarse por qué un partido anquilosado por el óxido y la carcoma de las estructuras de la vieja política iba a convertirse en paladín del progreso arrastrando consigo el aura de la ilusión y el anhelo de la esperanza. El castigo a nuestro atrevimiento fue directamente proporcional al peso y volumen de nuestra ingenuidad: tomaron el poder, se repartieron el magro, forraron sus vidas de inmunidad y se convirtieron en autistas.
Desde el día en que mostraron sus cartas me propuse sentarme en un banco preferente de la Avenida de los Apestados hasta que llegara el momento en que todos los cadáveres que iban dejando a sus paso surgieran como zombis de la tierra para devorarles las entrañas. Con paso lento y seguro, con la determinación de los locos vi desfilar a desahuciados con sus colchones de penas, a jóvenes sin trabajo ni porvenir, a padres de familias parados arrastrando a sus familias como fardos de un apocalipsis, a enfermos en listas de espera infinitas que llevaban reflejados en su pálidos rostros las radiografías de sus males, a estudiantes cum laude arrojados fuera de las fronteras de los elegidos, a trabajadores pobres de solemnidad. La famélica legión de muertos vivientes era el legado de un Partido Popular que gobernaba desde la arrogancia y la ingratitud hacia un pueblo que le había ofrecido una invitación para gobernar desde la decencia olvidándose de sectarismos y viejas rencillas. En lugar de eso, blindaron a los suyos e hicieron de su capa un sallo sin ser conscientes de que no hay nada más volátil que la política y que cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana.
Monago no ha perdido las elecciones por la crisis, sino por su ineptitud a la hora de gestionarla y su nula empatía hacia los más desfavorecidos. Monago ha perdido las elecciones porque la cosecha de corrupción y presuntos delitos que remolca su partido no caben en dos mil hectáreas de barbecho, por haber hecho de su gestión un refugio nuclear atestado de víveres para su secta mientras caminaba por el mundo con los auriculares escuchando un rap panegírico y no sentir así el quejío de la calle. A estas alturas no sabemos quién recitará el salmo de su derrota en una tierra sin unción divina y señalada desde Europa como un paraje mísero atestado de cuervos. Entérate, Monago, aquí ya no caben más desventuras, con mucho sufrimiento hemos sobrevivido bajo el cañizo de tu nefasta gestión y los desmanes de tu irrelevante equipo político. El sistema de partidos del que has estado mamando está a punto de estrellarse contra el acantilado del último confín fragmentándose en un artificio de nuevas formaciones a las que pediremos que traten al hombre con respeto, a las que obligaremos a mirar sus callos y el trágico holograma que acompaña a su sombra.
Hoy mi sonrisa aflora con el estímulo de tu torpeza, recordando ese espelde de “sobrao” que siempre te ha caracterizado y que te impulsaba a escuchar con la concha marina pegada a tu oreja el susurro meloso de tu ejército de pelotas. Fíjate, Monago, si habrás sido torpe que hasta haciendo luminarias con el dinero público desde tu atolondrado autobús y controlando de manera castrense todos los medios regionales, esclavos de tus subvenciones y propaganda, hoy viajas con el traje de náufrago, necesitado de unas manos que te acaricien el lomo y buscando el refugio de los bellos momentos vividos en alguna isla afortunada. Tus cerca de mil promesas son ahora un desfile de procesionarias fumigadas por todos los olvidados que con su “Milana bonita” al hombro te abren las puertas del purgatorio para que reflexiones sobre tus mentiras, tu arrogancia y el amargo sabor de tus promesas incumplidas.
Sí, ya sabemos, que tú y tu partido no sois muy proclives a los ejercicios de expiación, que lo que vuestro “Señor de los Líos” os pide es seguir meando contra el viento sin escuchar los cantos de sirena que desde cualquier rincón anuncian el espíritu de los nuevos tiempos. Tú, por encima de cualquier fondo de humanidad y consideración ética seguirás pensando que las subidas de impuestos, los recortes sociales y salariales que han carcomido hasta el hueso las economías familiares eran necesarios para salir de una crisis que se hubiera solucionado con un reparto equitativo de una riqueza sólo al alcance de vuestros privilegios. Tú, incapaz de dar validez al lúcido aserto marxista de que “la vergüenza es un sentimiento revolucionario” seguirás paseando tu soberbia por esos foros de encorbatados para presentar con iniquidad el balance del deber cumplido, inconsciente de que tu tiempo ha pasado y que ese dolor ni siquiera lo podrá calmar ya la brisa de esas puertas giratorias que ventean los cuatro pelos de tu coronilla.
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En absoluto me pasó inadvertido este escrito, es de los que merecen una queda lectura y también, qué menos, por dios, una atenta respuesta: mezcla de metáfora y realismo, desencanto y cabreo -que edulcoras con sarcasmos- tu análisis puede apostillarse con lo que se quiera, pero creo que hay que suscribirlo íntegro, tal cual. Lástima que tu visión apocalíptica del mundo descarte a piñón fijo una rendija que nos muestre algún atisbo de luz, para que la esperanza nos impida caminar como muertos vivientes, y para que no todo se quede en crítica o autopsia: aunque para eso, ya sabes que estamos los cándidos optimistas.
Pero en lo relativo a las expectativas -esa espera atenta y vigilante que hemos de tener los que sí votamos- al cambiar una mustia rosa por un par de gaviotas sombrías, no es poco que concedas eso de que: “Tuvo que pasar muy poco tiempo para que el pueblo extremeño viera frustradas sus aspiraciones de regeneración e impulso democrático y se diera cuenta de que su concepto y valor de la política era mucho más elevado que el que tenían los dirigentes (del PP, digo yo) que iban a marcar el destino de nuestra región”. Por cierto, el votante que cambia su voto no suele ser el más ingenuo precisamente, sino el que mejor uso hace de su derecho: otra cosa es que la oferta política que le ilusionó, sin duda por el hartazgo socialista, fuera una palmaria estafa. Pero en descargo del extremeño que votó PP, hemos de convenir que estuvo entretallado entre elegir una izquierda que, en su adocenamiento, había cambiado el intelecto por la mediocridad y el vulgar pesebre, y una derecha que estaba casi inédita a pie de tajo: la verdad, es que había muy poco pescado fresco que comprar.
Otra vez le tocará al PSOE, pero hoy vamos con el PP: este partido, sus representantes -y no digo sus ideales, ni sus ideas, porque carece de ellos- nunca podrían regenerar nada porque ellos son la degeneración misma: tardos e inanes, siempre insensibles, verdugos en casa y pusilánimes en los foros internacionales, chulos mitineros de domingo y enrocados cobardes para la distancia corta - siempre tan “sobrados” como dices- esta generación de rancios opositores con pedigrí, que se burlan de los que apenas rozamos la escuela, solo tiene dos objetivos y los van a dejar bien sellados en esta legislatura: uno, que ya lo apuntaste tú, la Ley “Mordaza” para defenderse a sí mismos y a sus intereses; y el otro, y si no al tiempo, una nueva ley electoral que les permita una buena cuota de poder o la posible turnicidad en él, y así perseverar en su mundo de privilegios.
La democracia no es patrimonio de la izquierda ni de la derecha, pero esta derecha extremeña que tan bien has descrito -en alianza con la que todavía acapara el poder absoluto sin divisiones que valga-, la que se mofa de los gestores que vienen sin corbata, sin oposiciones, sin pedigrí; la que se burla de las legítimas utopías que todo líder debería atesorar, la que tacha de inexpertos (debe ser para robar) a estos jóvenes que están ilusionando a otros muchos jóvenes; esta derecha, la que ha infligido tanto sufrimiento a los más débiles, la que solo acierta cuando rectifica; la que tanto ha mentido, robado, amedrentado; la que sigue legislando para bordear sus propios delitos y no para procurar el bien común; esta derecha que solo consigue aliarse consigo misma -y por algo será- nunca fue, no es y nunca será, una opción para un cambio de progreso: hay otras derechas, pero no están aquí.
Recibe un afectuoso abrazo, Pedro.
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En absoluto me pasó inadvertido este escrito, es de los que merecen una queda lectura y también, qué menos, por dios, una atenta respuesta: mezcla de metáfora y realismo, desencanto y cabreo -que edulcoras con sarcasmos- tu análisis puede apostillarse con lo que se quiera, pero creo que hay que suscribirlo íntegro, tal cual. Lástima que tu visión apocalíptica del mundo descarte a piñón fijo una rendija que nos muestre algún atisbo de luz, para que la esperanza nos impida caminar como muertos vivientes, y para que no todo se quede en crítica o autopsia: aunque para eso, ya sabes que estamos los cándidos optimistas.
Pero en lo relativo a las expectativas -esa espera atenta y vigilante que hemos de tener los que sí votamos- al cambiar una mustia rosa por un par de gaviotas sombrías, no es poco que concedas eso de que: “Tuvo que pasar muy poco tiempo para que el pueblo extremeño viera frustradas sus aspiraciones de regeneración e impulso democrático y se diera cuenta de que su concepto y valor de la política era mucho más elevado que el que tenían los dirigentes (del PP, digo yo) que iban a marcar el destino de nuestra región”. Por cierto, el votante que cambia su voto no suele ser el más ingenuo precisamente, sino el que mejor uso hace de su derecho: otra cosa es que la oferta política que le ilusionó, sin duda por el hartazgo socialista, fuera una palmaria estafa. Pero en descargo del extremeño que votó PP, hemos de convenir que estuvo entretallado entre elegir una izquierda que, en su adocenamiento, había cambiado el intelecto por la mediocridad y el vulgar pesebre, y una derecha que estaba casi inédita a pie de tajo: la verdad, es que había muy poco pescado fresco que comprar.
Otra vez le tocará al PSOE, pero hoy vamos con el PP: este partido, sus representantes -y no digo sus ideales, ni sus ideas, porque carece de ellos- nunca podrían regenerar nada porque ellos son la degeneración misma: tardos e inanes, siempre insensibles, verdugos en casa y pusilánimes en los foros internacionales, chulos mitineros de domingo y enrocados cobardes para la distancia corta - siempre tan “sobrados” como dices- esta generación de rancios opositores con pedigrí, que se burlan de los que apenas rozamos la escuela, solo tiene dos objetivos y los van a dejar bien sellados en esta legislatura: uno, que ya lo apuntaste tú, la Ley “Mordaza” para defenderse a sí mismos y a sus intereses; y el otro, y si no al tiempo, una nueva ley electoral que les permita una buena cuota de poder o la posible turnicidad en él, y así perseverar en su mundo de privilegios.
La democracia no es patrimonio de la izquierda ni de la derecha, pero esta derecha extremeña que tan bien has descrito -en alianza con la que todavía acapara el poder absoluto sin divisiones que valga-, la que se mofa de los gestores que vienen sin corbata, sin oposiciones, sin pedigrí; la que se burla de las legítimas utopías que todo líder debería atesorar, la que tacha de inexpertos (debe ser para robar) a estos jóvenes que están ilusionando a otros muchos jóvenes; esta derecha, la que ha infligido tanto sufrimiento a los más débiles, la que solo acierta cuando rectifica; la que tanto ha mentido, robado, amedrentado; la que sigue legislando para bordear sus propios delitos y no para procurar el bien común; esta derecha que solo consigue aliarse consigo misma -y por algo será- nunca fue, no es y nunca será, una opción para un cambio de progreso: hay otras derechas, pero no están aquí.
Recibe un afectuoso abrazo, Pedro.
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Amén. Por si la cuestión te arranca una sonrisa, te diré que el artículo titulado "Mear contra el viento" fue publicado, algo ampliado, por el periódico comarcal, incluyendo una fotografía del autobús que utilizó Monago en su campaña, atascado -o encallado, que me gusta más- en el histórico Arco del Cubo de Zafra. Triste metáfora del destino. De ahí el apelativo de atolondrado que le dispenso. El artículo en cuestión coleccionó más de 1.500 comentarios, un 90 % positivos pero también un porcentaje, diríamos que del 10 %, en que se me echaba en cara, a pesar de que muchos reconocían haberlo leído varias de veces -y compartido- porque no están acostumbrados a leer artículos así, la prosa descarnada que utilizaba y la construcción de unas metáforas tan atinadas como hirientes.
Yo, que estoy habituado a moverme por el proceloso universo digital donde el lenguaje es no sólo más libre también más crudo y sincero -mi blog, conexion travis bickle, ha superado ya el medio millón de visitas, querido Leganés, a más de mil visitas diarias contabilizadas por su taxímetro desde todos los lugares del mundo-, soy dueño de un estilo, pero también de un pensamiento que lejos de estar encadenado se encuentra siempre en constante desarrollo y evolución, estoy muy desencantado con nuestra política, de los políticos tan mediocres que nos ha tocado sufrir. De ahí el ramalazo pesimista de mi visión sobre el destino de este país, de la terrible perturbación que me produce que se haya evaporado el sueño de ese utópico dulce porvenir que un día imaginé para mis hijos, y para los tuyos... El dolor empobrece y la miseria ha condenado a mucha gente a la enfermedad y el suicidio. No me gusta el estado de las cosas, primo, y los mejores notarios de ese estado son las personas que sufren y levantan cada día el acta tremendo de esta vergüenza.
Tienes razón, no voté a Rodríguez Zapatero y no voté a Rajoy -para mí los dos peores presidentes de la historia de nuestra democracia-, en cualquier lugar del mundo desarrollado ninguno de los dos llegarían a presidir una comunidad de vecinos, y no soy más listo ni más inteligente que los demás -sólo, que tal vez, lea más que otros, tanto que duermo muy poco- pero estoy tan capacitado como tú, como cualquiera, para gobernar este país de la manera nefasta que lo ha hecho este hombre inepto que nos desgobierna y que no ha cumplido ni uno solo de sus puntos programáticos; se trata, en cualquier caso, de privatizar servicios públicos, subir impuestos a las clases medias y humildes, recortar derechos sociales y salariales y llevar a cabo medidas estructurales que benefician el despido libre, asfixiar fiscalmente a la pequeña y mediana empresa que son el motor económico de este país obligándoles a contratar en condiciones precarias, a apañarse ellos mismos o a bajar la persiana. ¿Recaudamos más? Puede, pero a qué precio.
Todo sin llevar a cabo el recorte más necesario: asesores, consejeros, altos cargos, chupapollas, coches oficiales, protocolos y sus propios sueldos ¿a eso se llama “reparto equitativo de la riqueza”? Como ves, cualquier persona que supere mínimamente el límite de la idiocia, sin reparar en el coste social que esto supone, puede gobernar con estas trazas. Se trata, al fin y al cabo, de crear trabajadores pobres, y cuando se es pobre se es menos libre para acceder a la cultura, 21 % de IVA, para luchar, para viajar, para soñar, para sonreír, para amar, para respirar, y habrá mucha gente que comprenderá mis palabras porque no existe una forma de esclavitud, de adocenamiento, de sometimiento más cruel que el pobreza. Muchos de estos políticos tienen dos trabajos remunerados y sueldos insultantes ¿por qué? ¿Cuál es la labor cardinal que realizan? Estoy convencido que la mayoría de ellos no podrían competir en cultura general con muchos de nosotros, ni mucho menos en gestión solidaria y de la microeconomía -que es el parámetro que importa- ni, por supuesto, en sensibilidad y honradez. Un poco más arriba, dejé escrito que un día nos convencieron de que un abogado es más importante que un albañil y todo se fue al carajo. Ese pensamiento tan erróneo como clasista ha hecho mucho daño a nuestra sociedad aquejada de una titulitis diarréica arrojando a una parte importante de la población a la marginación, pero son los obreros los que mueven el mundo en una lucha estresante, penosa, por la supervivencia.
Claro, otro mundo es posible, pero el camino se adivina ingrato, turbio, en nuestras manos está inculcar a nuestros hijos esa pedagogía de la moral y la decencia para que puedan crecer en una sociedad más justa, digna, libre y valiente.
Un abrazo, cuídate mucho.
Yo, que estoy habituado a moverme por el proceloso universo digital donde el lenguaje es no sólo más libre también más crudo y sincero -mi blog, conexion travis bickle, ha superado ya el medio millón de visitas, querido Leganés, a más de mil visitas diarias contabilizadas por su taxímetro desde todos los lugares del mundo-, soy dueño de un estilo, pero también de un pensamiento que lejos de estar encadenado se encuentra siempre en constante desarrollo y evolución, estoy muy desencantado con nuestra política, de los políticos tan mediocres que nos ha tocado sufrir. De ahí el ramalazo pesimista de mi visión sobre el destino de este país, de la terrible perturbación que me produce que se haya evaporado el sueño de ese utópico dulce porvenir que un día imaginé para mis hijos, y para los tuyos... El dolor empobrece y la miseria ha condenado a mucha gente a la enfermedad y el suicidio. No me gusta el estado de las cosas, primo, y los mejores notarios de ese estado son las personas que sufren y levantan cada día el acta tremendo de esta vergüenza.
Tienes razón, no voté a Rodríguez Zapatero y no voté a Rajoy -para mí los dos peores presidentes de la historia de nuestra democracia-, en cualquier lugar del mundo desarrollado ninguno de los dos llegarían a presidir una comunidad de vecinos, y no soy más listo ni más inteligente que los demás -sólo, que tal vez, lea más que otros, tanto que duermo muy poco- pero estoy tan capacitado como tú, como cualquiera, para gobernar este país de la manera nefasta que lo ha hecho este hombre inepto que nos desgobierna y que no ha cumplido ni uno solo de sus puntos programáticos; se trata, en cualquier caso, de privatizar servicios públicos, subir impuestos a las clases medias y humildes, recortar derechos sociales y salariales y llevar a cabo medidas estructurales que benefician el despido libre, asfixiar fiscalmente a la pequeña y mediana empresa que son el motor económico de este país obligándoles a contratar en condiciones precarias, a apañarse ellos mismos o a bajar la persiana. ¿Recaudamos más? Puede, pero a qué precio.
Todo sin llevar a cabo el recorte más necesario: asesores, consejeros, altos cargos, chupapollas, coches oficiales, protocolos y sus propios sueldos ¿a eso se llama “reparto equitativo de la riqueza”? Como ves, cualquier persona que supere mínimamente el límite de la idiocia, sin reparar en el coste social que esto supone, puede gobernar con estas trazas. Se trata, al fin y al cabo, de crear trabajadores pobres, y cuando se es pobre se es menos libre para acceder a la cultura, 21 % de IVA, para luchar, para viajar, para soñar, para sonreír, para amar, para respirar, y habrá mucha gente que comprenderá mis palabras porque no existe una forma de esclavitud, de adocenamiento, de sometimiento más cruel que el pobreza. Muchos de estos políticos tienen dos trabajos remunerados y sueldos insultantes ¿por qué? ¿Cuál es la labor cardinal que realizan? Estoy convencido que la mayoría de ellos no podrían competir en cultura general con muchos de nosotros, ni mucho menos en gestión solidaria y de la microeconomía -que es el parámetro que importa- ni, por supuesto, en sensibilidad y honradez. Un poco más arriba, dejé escrito que un día nos convencieron de que un abogado es más importante que un albañil y todo se fue al carajo. Ese pensamiento tan erróneo como clasista ha hecho mucho daño a nuestra sociedad aquejada de una titulitis diarréica arrojando a una parte importante de la población a la marginación, pero son los obreros los que mueven el mundo en una lucha estresante, penosa, por la supervivencia.
Claro, otro mundo es posible, pero el camino se adivina ingrato, turbio, en nuestras manos está inculcar a nuestros hijos esa pedagogía de la moral y la decencia para que puedan crecer en una sociedad más justa, digna, libre y valiente.
Un abrazo, cuídate mucho.