Es que un gracioso, psiquiatra por más señas, sin postigos, me dijo que tenía problemas de expresión y no quiero dejarle en evidencia. Pero ya escribiré de manera menos "histórica". Prosigo:
Probablemente decisiva a la hora de endosarme las egregias preferncias
corporativas, en la tocante a mi status profesional me adscribí de
inmediato al proletariado, criando malvas por las traseras de los altos
menesteres que ahora reclamaban nuestra laboriosidad.
Por la tangente del Credo excluyo haberme dicho ateo del campo
interrogatorio, y particularmente advertido del devenir del juramento,
modernamente elucidado por suficiente nominable, Polidori aparte, la
concurrencia uniformada extempórea, reconvertida avanzadilla neoliberal
subordinada a economías por capitalizar, contempló circunspecta mi
flamante marcialidad excitada hacia el ósculo iniciático, sin perjuicio
de las futuras mutaciones que habrían de completar mi masculinidad,
consumado el larvado ascenso.
Tampoco tuve sentimientos encontrados abandonando los saludables aires
invernales de la cercana Guadarrama, católica sierra extrañamente
aficionada a los petates veraniegos, portadora de teorias por elaborar
generosamente abiertas a la veteranía del mando vivaqueante, valeroso
difusor de tan sibilinos conocimientos, sorprendentemente prosaicos
revelados a la prístina oreja del paciente bisoño
Y hasta aquí llegamos por hoy: salud y anarquía.
Probablemente decisiva a la hora de endosarme las egregias preferncias
corporativas, en la tocante a mi status profesional me adscribí de
inmediato al proletariado, criando malvas por las traseras de los altos
menesteres que ahora reclamaban nuestra laboriosidad.
Por la tangente del Credo excluyo haberme dicho ateo del campo
interrogatorio, y particularmente advertido del devenir del juramento,
modernamente elucidado por suficiente nominable, Polidori aparte, la
concurrencia uniformada extempórea, reconvertida avanzadilla neoliberal
subordinada a economías por capitalizar, contempló circunspecta mi
flamante marcialidad excitada hacia el ósculo iniciático, sin perjuicio
de las futuras mutaciones que habrían de completar mi masculinidad,
consumado el larvado ascenso.
Tampoco tuve sentimientos encontrados abandonando los saludables aires
invernales de la cercana Guadarrama, católica sierra extrañamente
aficionada a los petates veraniegos, portadora de teorias por elaborar
generosamente abiertas a la veteranía del mando vivaqueante, valeroso
difusor de tan sibilinos conocimientos, sorprendentemente prosaicos
revelados a la prístina oreja del paciente bisoño
Y hasta aquí llegamos por hoy: salud y anarquía.