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EL AUTOBÚS DE RAMÓN,
Pocas cosas encogen tanto el corazón como despedir a los seres queridos cuando emigran por necesidad. En los primeros años sesenta estábamos bien servidos de esta sensación que tanto desgarro nos producía: recuerdo cómo se llenaba aquel autobús de Ramón con jabeños que iban a hacer las cataluñas. Allí, en el antiguo arroyo, frente al bar de Julián “el Gato”, chascho, qué nudo en la garganta se me hacía al verlos abrazados a sus madres, o a sus hijos, ….; recuerdo los contenidos suspiros de los abuelos, las lagrimillas de esposas y novias, y a ellos, sobre todo les recuerdo a ellos –más que enteros de ánimo, haciendo de tripas corazón- dándole ánimos a todos con promesas de escribir y también de telefonear cada domingo para hacer más llevadera la ausencia.
Y tengo en la memoria, cada Velá, más de cien pañuelos blancos que -como un bando de gaviotas- se agitaban al viento cuando aquel autobús arrancaba sin piedad y nos dejaba embargados de la más desnuda orfandad.
(Todo el mundo debería tener derecho a vivir dignamente en su tierra de origen: y todo el mundo debería tener derecho a vivir dignamente en la tierra que eligiera como destino para mejorar su forma de vida).
Mu buenas noches a to el jabeñerío emigrante,
,
Pocas cosas encogen tanto el corazón como despedir a los seres queridos cuando emigran por necesidad. En los primeros años sesenta estábamos bien servidos de esta sensación que tanto desgarro nos producía: recuerdo cómo se llenaba aquel autobús de Ramón con jabeños que iban a hacer las cataluñas. Allí, en el antiguo arroyo, frente al bar de Julián “el Gato”, chascho, qué nudo en la garganta se me hacía al verlos abrazados a sus madres, o a sus hijos, ….; recuerdo los contenidos suspiros de los abuelos, las lagrimillas de esposas y novias, y a ellos, sobre todo les recuerdo a ellos –más que enteros de ánimo, haciendo de tripas corazón- dándole ánimos a todos con promesas de escribir y también de telefonear cada domingo para hacer más llevadera la ausencia.
Y tengo en la memoria, cada Velá, más de cien pañuelos blancos que -como un bando de gaviotas- se agitaban al viento cuando aquel autobús arrancaba sin piedad y nos dejaba embargados de la más desnuda orfandad.
(Todo el mundo debería tener derecho a vivir dignamente en su tierra de origen: y todo el mundo debería tener derecho a vivir dignamente en la tierra que eligiera como destino para mejorar su forma de vida).
Mu buenas noches a to el jabeñerío emigrante,
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