Desde este punto de vista, se plantea una cuestión: ¿es cierto que los trabajadores en Cataluña poseen el control de las fábricas, una vez que los anarquistas han sindicalizado la producción? Para responder a esta cuestión solamente necesitamos subrayar unos pocos párrafos del folleto, ¿Qué es la C. N. T y la F. A. I.? (publicación oficial de ambas organizaciones).
"La dirección de las fábricas colectivizadas queda en manos de los consejos de fábrica, que son elegidos en la asamblea general de la fábrica. Los consejos están constituidos por un número que varía entre cinco y quince miembros. El periodo durante el cual ocuparán sus cargos será de dos años..."
"Los consejos de fabrica son responsables ante la asamblea plenaria de la empresa y ante el Consejo general de su rama industrial. Junto con el Consejo general de su rama industrial se encargan de llevar adelante la producción. Además, se encargan de las cuestiones referidas a los daños laborales, condiciones de trabajo, asistencia sanitaria, etc."
"Cada Consejo de fábrica elige un director. En las fábricas con más de 500 trabajadores, la elección ha de contar con la aprobación del Consejo de industria. Con la aprobación de los trabajadores, cada fábrica nombra un delegado del Consejo de la fábrica para el Consejo de Industria de la Generalitat. El consejo de fábrica rinde cuentas regularmente a la asamblea de fábrica y al Consejo de Industria sobre sus actividades y planes."
"En caso de incapacidad o rechazo del cumplimiento de las tareas asignadas, la asamblea de la fábrica o el Consejo de Industria pueden obligar a dimitir a los miembros del consejo de fábrica."
"Si un miembro del consejo de fábrica es obligado a dimitir por el Consejo de Industria (CI) contra la voluntad de los trabajadores, entonces éstos pueden apelar la decisión ante el CI de la Generalitat que toma una decisión después de haber oído el informe del Consejo Económico General Antifascista."
"El Consejo Económico General, que agrupa las diferentes ramas industriales, está formado por cuatro representantes de los consejos de fábrica, ocho representantes de los diferentes sindicatos (respetando la proporcionalidad de todos los grupos políticos) y cuatro técnicos. Estos últimos son nombrados por el Consejo Económico General Antifascista. Este consejo está encabezado por un miembro del Consejo de Industria de la Generalitat."
"El Consejo Económico General tiene las siguientes tareas: organizar la producción, evaluar los costes, eliminar la competencia entre las empresas, averiguar la demanda de los productos industriales, así como estudiar el mercado interior y exterior, evaluar la rentabilidad y consolidar las empresas, reorganizar los métodos de trabajo, controlar los precios, crear mercados centrales, adquirir medios de producción y materias primas, conceder créditos, crear laboratorios técnicos, realizar estadísticas de producción y consumo, reemplazar las materias primas extranjeras por productos autóctonos, etc."
No hace falta pensar mucho para darse cuenta de que estas propuestas dejan todas las funciones económicas en manos del Consejo Económico General [CEG]. Como hemos visto, el CEG está formado por ocho representantes de los sindicatos, cuatro del consejo económico general antifascista, en calidad de técnicos, y cuatro representantes de los consejos de fábrica. El CEG antifascista fue formado al comienzo de la revolución y está compuesto por representantes de los sindicatos y de la pequeña burguesía (Esquerra Republicana de Catalunya, etc.). Como representantes directos de los trabajadores solamente pueden contabilizarse los cuatro delegados de los consejos de fábrica. Hay que subrayar, además, que en caso de retirada de los representantes del comité de fábrica, la Consejería de Industria de la Generalitat y el Consejo Económico General antifascista tienen una influencia decisiva. El CEG puede destituir a los miembros de la oposición en el consejo contra lo cual los trabajadores pueden apelar al consejo de Industria, pero la capacidad de decisión queda en manos del CEG antifascista. Los consejos de fábrica organizan las condiciones de trabajo, pero son responsables no solamente ante los trabajadores en la fábrica, sino también ante el consejo de industria. El consejo de fábrica puede nombrar el director, pero para las grandes empresas se necesita el consentimiento del consejo de Industria de la Generalitat.
En resumen, puede afirmarse que en la actualidad los trabajadores tienen muy poco que decir acerca del control y organización de las fábricas. En realidad, los sindicatos gobiernan. Lo que esto significa los investigaremos a continuación.
A partir de los escasos hechos mencionados, no podemos compartir el entusiasmo de la C. N. T. acerca del "desarrollo social". "En las oficinas públicas late la vida de una verdadera revolución constructiva", escribe Rosselli en ¿Qué es la C. N. T y la F. A. I.? (pag. 38 y 39 de la edición alemana). Desde nuestro punto de vista, los latidos de una verdadera revolución no laten en las oficinas públicas sino en las fábricas. En las oficinas palpita el corazón de una vida diferente, la de la burocracia.
No criticamos los hechos. Los hechos, las realidades, están determinados por circunstancias y condiciones que están más allá del control de los grupos particulares; que los trabajadores de Cataluña no hayan constituido la dictadura de proletariado no es culpa suya. La razón principal hay que buscarla en la confusa situación internacional que pone a los trabajadores españoles en oposición al resto del mundo. En tales condiciones, es imposible para el proletariado español liberarse a sí mismo de su aliado pequeño-burgués. La revolución estaba sentenciada antes de que realmente comenzase.
No, no criticamos los hechos. Criticamos, por contra, a los anarquistas por confundir las condiciones existentes en Cataluña con el socialismo. Todos los que hablan a los trabajadores de socialismo en Cataluña, en parte porque así lo creen, en parte porque no quieren perder su influencia sobre los acontecimientos, impiden a los trabajadores ver lo que sucede realmente en España. No comprenden los principios revolucionarios y por eso hacen más difícil el desarrollo de una lucha revolucionaria.
Los trabajadores españoles no pueden luchar realmente contra la dirección de los sindicatos, ya que esto supondría el total colapso de los frentes militares. No tienen otra alternativa. Tienen que luchar contra los fascistas para salvar sus vidas, tienen que aceptar cualquier ayuda independientemente de donde venga. No se preguntan si el resultado de todo ello será el socialismo o el capitalismo; sólo saben que tienen que luchar hasta el fin. Solamente una pequeña parte del proletariado es conscientemente revolucionaria.
Mientras los sindicatos organicen la lucha militar, los trabajadores los apoyarán; que esto lleva a compromisos con la burguesía no puede negarse, y se considera como un mal necesario. La consigna de la C. N. T., "Primero la victoria sobre los fascistas y luego la revolución", expresa el sentimiento todavía predominante entre los militantes obreros. Pero este sentimiento también se puede explicar por el retraso general del país que no sólo hace posible, sino que fuerza al proletariado a compromisos con la burguesía. De ello se sigue, pues, que el carácter de la lucha revolucionaria está sometido a profundos cambios y, en vez de apuntar hacia el derrocamiento de la burguesía, lleva hacia la consolidación de un nuevo orden capitalista.
"La dirección de las fábricas colectivizadas queda en manos de los consejos de fábrica, que son elegidos en la asamblea general de la fábrica. Los consejos están constituidos por un número que varía entre cinco y quince miembros. El periodo durante el cual ocuparán sus cargos será de dos años..."
"Los consejos de fabrica son responsables ante la asamblea plenaria de la empresa y ante el Consejo general de su rama industrial. Junto con el Consejo general de su rama industrial se encargan de llevar adelante la producción. Además, se encargan de las cuestiones referidas a los daños laborales, condiciones de trabajo, asistencia sanitaria, etc."
"Cada Consejo de fábrica elige un director. En las fábricas con más de 500 trabajadores, la elección ha de contar con la aprobación del Consejo de industria. Con la aprobación de los trabajadores, cada fábrica nombra un delegado del Consejo de la fábrica para el Consejo de Industria de la Generalitat. El consejo de fábrica rinde cuentas regularmente a la asamblea de fábrica y al Consejo de Industria sobre sus actividades y planes."
"En caso de incapacidad o rechazo del cumplimiento de las tareas asignadas, la asamblea de la fábrica o el Consejo de Industria pueden obligar a dimitir a los miembros del consejo de fábrica."
"Si un miembro del consejo de fábrica es obligado a dimitir por el Consejo de Industria (CI) contra la voluntad de los trabajadores, entonces éstos pueden apelar la decisión ante el CI de la Generalitat que toma una decisión después de haber oído el informe del Consejo Económico General Antifascista."
"El Consejo Económico General, que agrupa las diferentes ramas industriales, está formado por cuatro representantes de los consejos de fábrica, ocho representantes de los diferentes sindicatos (respetando la proporcionalidad de todos los grupos políticos) y cuatro técnicos. Estos últimos son nombrados por el Consejo Económico General Antifascista. Este consejo está encabezado por un miembro del Consejo de Industria de la Generalitat."
"El Consejo Económico General tiene las siguientes tareas: organizar la producción, evaluar los costes, eliminar la competencia entre las empresas, averiguar la demanda de los productos industriales, así como estudiar el mercado interior y exterior, evaluar la rentabilidad y consolidar las empresas, reorganizar los métodos de trabajo, controlar los precios, crear mercados centrales, adquirir medios de producción y materias primas, conceder créditos, crear laboratorios técnicos, realizar estadísticas de producción y consumo, reemplazar las materias primas extranjeras por productos autóctonos, etc."
No hace falta pensar mucho para darse cuenta de que estas propuestas dejan todas las funciones económicas en manos del Consejo Económico General [CEG]. Como hemos visto, el CEG está formado por ocho representantes de los sindicatos, cuatro del consejo económico general antifascista, en calidad de técnicos, y cuatro representantes de los consejos de fábrica. El CEG antifascista fue formado al comienzo de la revolución y está compuesto por representantes de los sindicatos y de la pequeña burguesía (Esquerra Republicana de Catalunya, etc.). Como representantes directos de los trabajadores solamente pueden contabilizarse los cuatro delegados de los consejos de fábrica. Hay que subrayar, además, que en caso de retirada de los representantes del comité de fábrica, la Consejería de Industria de la Generalitat y el Consejo Económico General antifascista tienen una influencia decisiva. El CEG puede destituir a los miembros de la oposición en el consejo contra lo cual los trabajadores pueden apelar al consejo de Industria, pero la capacidad de decisión queda en manos del CEG antifascista. Los consejos de fábrica organizan las condiciones de trabajo, pero son responsables no solamente ante los trabajadores en la fábrica, sino también ante el consejo de industria. El consejo de fábrica puede nombrar el director, pero para las grandes empresas se necesita el consentimiento del consejo de Industria de la Generalitat.
En resumen, puede afirmarse que en la actualidad los trabajadores tienen muy poco que decir acerca del control y organización de las fábricas. En realidad, los sindicatos gobiernan. Lo que esto significa los investigaremos a continuación.
A partir de los escasos hechos mencionados, no podemos compartir el entusiasmo de la C. N. T. acerca del "desarrollo social". "En las oficinas públicas late la vida de una verdadera revolución constructiva", escribe Rosselli en ¿Qué es la C. N. T y la F. A. I.? (pag. 38 y 39 de la edición alemana). Desde nuestro punto de vista, los latidos de una verdadera revolución no laten en las oficinas públicas sino en las fábricas. En las oficinas palpita el corazón de una vida diferente, la de la burocracia.
No criticamos los hechos. Los hechos, las realidades, están determinados por circunstancias y condiciones que están más allá del control de los grupos particulares; que los trabajadores de Cataluña no hayan constituido la dictadura de proletariado no es culpa suya. La razón principal hay que buscarla en la confusa situación internacional que pone a los trabajadores españoles en oposición al resto del mundo. En tales condiciones, es imposible para el proletariado español liberarse a sí mismo de su aliado pequeño-burgués. La revolución estaba sentenciada antes de que realmente comenzase.
No, no criticamos los hechos. Criticamos, por contra, a los anarquistas por confundir las condiciones existentes en Cataluña con el socialismo. Todos los que hablan a los trabajadores de socialismo en Cataluña, en parte porque así lo creen, en parte porque no quieren perder su influencia sobre los acontecimientos, impiden a los trabajadores ver lo que sucede realmente en España. No comprenden los principios revolucionarios y por eso hacen más difícil el desarrollo de una lucha revolucionaria.
Los trabajadores españoles no pueden luchar realmente contra la dirección de los sindicatos, ya que esto supondría el total colapso de los frentes militares. No tienen otra alternativa. Tienen que luchar contra los fascistas para salvar sus vidas, tienen que aceptar cualquier ayuda independientemente de donde venga. No se preguntan si el resultado de todo ello será el socialismo o el capitalismo; sólo saben que tienen que luchar hasta el fin. Solamente una pequeña parte del proletariado es conscientemente revolucionaria.
Mientras los sindicatos organicen la lucha militar, los trabajadores los apoyarán; que esto lleva a compromisos con la burguesía no puede negarse, y se considera como un mal necesario. La consigna de la C. N. T., "Primero la victoria sobre los fascistas y luego la revolución", expresa el sentimiento todavía predominante entre los militantes obreros. Pero este sentimiento también se puede explicar por el retraso general del país que no sólo hace posible, sino que fuerza al proletariado a compromisos con la burguesía. De ello se sigue, pues, que el carácter de la lucha revolucionaria está sometido a profundos cambios y, en vez de apuntar hacia el derrocamiento de la burguesía, lleva hacia la consolidación de un nuevo orden capitalista.