Ay, me pongo tierno cuando algunos de vosotros me comentáis que habéis buscado el tema que cito en el anterior mensaje para escucharlo de nuevo, un ejercicio de regresión que os ha hecho sentir los ecos de una juventud lejana pero latente en el melancólico mar de la memoria que siempre salva del naufragio y el olvido los bellos momentos vividos. Y me pone tierno que tú, niña, todavía recuerdes aquel primer beso con los ojos cerrados que ingenuamente revelaste fue como besar una nube. Porque nada tiene más sentido que un beso en el instante de la distancia, de la diáspora a la que me conducían aquellos raíles de la incertidumbre para arrojarme a los derrumbaderos de una tristeza que ya siempre habitaría en mí. Con el recuerdo de tu rostro difuso en el andén de las lágrimas, con la polilla del tiempo carcomiendome y convirtiéndome en un pasajero de la lluvia que rememora insistentemente el mantra lleno de aristas de tu canción favorita, aquella melancólica Charanga:
Por la vera del río
llegaba el sonido hasta mí de una charanga
y siguiendo mi oído encontré aquel camino
y también la charanga
gente que baila cantando y bebiendo bajo un castiñeiro
dime quién eres muchacha de triste mirar
yo sólo soy un caminante perdido
un amigo
Por la vera del río
llegaba el sonido hasta mí de una charanga
y siguiendo mi oído encontré aquel camino
y también la charanga
gente que baila cantando y bebiendo bajo un castiñeiro
dime quién eres muchacha de triste mirar
yo sólo soy un caminante perdido
un amigo