Qué ganitas tenía de reconocer a fondo la parte jabeña de La sierra del Ortiga. No encuentro justificación alguna para demorarlo más; hice un intento hace años y me lo impidió una larguísima barrera de alambre de espino que vigilaba un operario de Prosegur con pistola al cinto. Me descorazona pensar que allí, hace nada, reinaba semidescalzo mi admirado amigo Bernabé “Machaco”, que en paz descanse, con el único arma que eran sus hermosas manos.
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