Jajajaja, me dices que me sosiegue y eres tú quien necesita un Tranquimazin después de haber visto no se qué debate en la Sexta. Yo estoy muy tranquilo hombre, entre otras cosas porque en lugar de ver esas inanes tertulias en la Sexta o la octava, veo cine todas las noches y luego leo una horita. Y todas esas cosas que dices del Difunto ¿en qué nos afectan 40 años después y qué relevancia tienen ya en nuestras vidas en cualquiera de los ámbitos? Lo quieras admitir o no -carece de importancia- tras el asentamiento de esta democracia de muy dudosa calidad, el franquismo sólo fue un negocio que hizo vivir muy bien a una determinada clase política que carecía de otros argumentos. Pero como dices, dejémoslo ahí.
Claro, el estilo es lo que importa. Uno puede escribir sobre un tema tan poco atractivo como las estatuas ecuestres y a través del estilo narrarlo de tal forma que resulte interesante para la gente. Pero, repito, yo no escribo para hacer comulgar a la gente, y lo que más me preocupa es no traicionar mi personalidad, mi estilo. Si compartieras mis argumentos, me comenzaría a preocupar. Sólo un diez por ciento de lo que escribo tiene que ver con la política ¿tú crees que a mí me puede resultar atractivo el circo político de un país cuyos máximos gurús son Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias? Pues claro que no, primo, pero al parecer ahora la morralla se paga a precio de oro. De ahí que los verdaderos sabios de este país agonicen en la indigencia. Algo que cíclicamente suele repetirse y no quiero dar ejemplos para no alargarme demasiado.
Termino. Siempre trato de ensamblar mis pensamientos en un contexto social y político manteniendo intacta mi idea conceptual, y lo que más me interesa hoy en día es la magia de la cotidianidad, exaltar la corriente y la pulsión de la calle, empaparme de ese ambiente físico y cercano y enmarcarlo como noción homogénea de la cultura, los anhelos, la esperanza, la libertad, los sueños rotos y el destino de un país que siempre será mucho menos de lo que podía ser. Entre otras cosas, por la rémora que suponen su clase política y los mediocres intelectuales de cámara que les asisten.
Un placer, como siempre, primo, y aléjate de lo que no te haga ser feliz.
Claro, el estilo es lo que importa. Uno puede escribir sobre un tema tan poco atractivo como las estatuas ecuestres y a través del estilo narrarlo de tal forma que resulte interesante para la gente. Pero, repito, yo no escribo para hacer comulgar a la gente, y lo que más me preocupa es no traicionar mi personalidad, mi estilo. Si compartieras mis argumentos, me comenzaría a preocupar. Sólo un diez por ciento de lo que escribo tiene que ver con la política ¿tú crees que a mí me puede resultar atractivo el circo político de un país cuyos máximos gurús son Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias? Pues claro que no, primo, pero al parecer ahora la morralla se paga a precio de oro. De ahí que los verdaderos sabios de este país agonicen en la indigencia. Algo que cíclicamente suele repetirse y no quiero dar ejemplos para no alargarme demasiado.
Termino. Siempre trato de ensamblar mis pensamientos en un contexto social y político manteniendo intacta mi idea conceptual, y lo que más me interesa hoy en día es la magia de la cotidianidad, exaltar la corriente y la pulsión de la calle, empaparme de ese ambiente físico y cercano y enmarcarlo como noción homogénea de la cultura, los anhelos, la esperanza, la libertad, los sueños rotos y el destino de un país que siempre será mucho menos de lo que podía ser. Entre otras cosas, por la rémora que suponen su clase política y los mediocres intelectuales de cámara que les asisten.
Un placer, como siempre, primo, y aléjate de lo que no te haga ser feliz.