Todos, desde muy pequeños, hemos oído que el nombre de Magacela proviene de la siguiente leyenda apócrifa:
«... La princesa mora que lo habitaba había comido opíparamente, y hubo de dejar los postres ante el estruendoso aparato de guerra de los cristianos, que ya asomaban por almenas y portillos, dándose muerta a la vez que exclamaba: “Amarga cena, amarga cena para mi”. De ahí vino Malgacena y de ahí pasóse a como la conocemos...»
Sin embargo, como aseguran muchos historiadores, el nombre del municipio proviene del árabe "Umm Gazala" (Gran Madre o Casa Grande o Segura). Pero no fue esto lo que hace ya muchos años (aproximadamente a principios de los 90) pensaba un historiador que me encontré haciendo fotos en las ruinas del castillo y que estaba recorriendo la geografía española para escribir un sesudo estudio sobre los castillos y fortalezas. Él opinaba que el nombre sí deriva de la palabras musulmanas "Umm Gazala", pero que el significado del topónimo es ""Madre Gacela". Sí, sé que la leyenda es trágica y hermosa, pero como la mayoría de las leyendas populares que se van difundiendo con el boca a oreja, es un relato fantástico o fabuloso sin apenas base real o histórica, que se ha ido transmitiendo de generación en generación por su naturaleza lírica y funesta. Unas leyendas que casi siempre están tamizadas por un carácter romántico, heroico o mitológico.
En fin, del ruinoso conjunto que pervive, yo recuerdo una incursión cuando era un adolescente, hasta el vientre fresco de lo que parecía una bodega. Un habitáculo subterráneo al que se accedía a través de un boquete o agujero que se encontraba debajo de un patio. Creo recordar lo que debió de ser también un aljibe. Los movimientos de tierra y la intervención (aunque sea mínima) del hombre han hecho que la fortaleza del siglo XII luzca ahora diferente. No recuerdo bien con quién fui (tal vez alguien me ilumine) porque fueron muchas las expediciones que hacíamos en aquella época, pero a pesar de que mi evocación no es diáfana, quiero confesar el gran amor que tengo a nuestro pueblo hermano, un paisaje sublime y totémico que se eleva majestuoso en los páramos yermos de mi amplia y castigada memoria. En la añoranza y los humedales nostálgicos de un tiempo que ha quedado atrapado como una flor muerta en el hielo.
Queridos foreros, me tomo un descanso, que alguien tome el relevo.
Un abrazo y mis mejores deseos.
«... La princesa mora que lo habitaba había comido opíparamente, y hubo de dejar los postres ante el estruendoso aparato de guerra de los cristianos, que ya asomaban por almenas y portillos, dándose muerta a la vez que exclamaba: “Amarga cena, amarga cena para mi”. De ahí vino Malgacena y de ahí pasóse a como la conocemos...»
Sin embargo, como aseguran muchos historiadores, el nombre del municipio proviene del árabe "Umm Gazala" (Gran Madre o Casa Grande o Segura). Pero no fue esto lo que hace ya muchos años (aproximadamente a principios de los 90) pensaba un historiador que me encontré haciendo fotos en las ruinas del castillo y que estaba recorriendo la geografía española para escribir un sesudo estudio sobre los castillos y fortalezas. Él opinaba que el nombre sí deriva de la palabras musulmanas "Umm Gazala", pero que el significado del topónimo es ""Madre Gacela". Sí, sé que la leyenda es trágica y hermosa, pero como la mayoría de las leyendas populares que se van difundiendo con el boca a oreja, es un relato fantástico o fabuloso sin apenas base real o histórica, que se ha ido transmitiendo de generación en generación por su naturaleza lírica y funesta. Unas leyendas que casi siempre están tamizadas por un carácter romántico, heroico o mitológico.
En fin, del ruinoso conjunto que pervive, yo recuerdo una incursión cuando era un adolescente, hasta el vientre fresco de lo que parecía una bodega. Un habitáculo subterráneo al que se accedía a través de un boquete o agujero que se encontraba debajo de un patio. Creo recordar lo que debió de ser también un aljibe. Los movimientos de tierra y la intervención (aunque sea mínima) del hombre han hecho que la fortaleza del siglo XII luzca ahora diferente. No recuerdo bien con quién fui (tal vez alguien me ilumine) porque fueron muchas las expediciones que hacíamos en aquella época, pero a pesar de que mi evocación no es diáfana, quiero confesar el gran amor que tengo a nuestro pueblo hermano, un paisaje sublime y totémico que se eleva majestuoso en los páramos yermos de mi amplia y castigada memoria. En la añoranza y los humedales nostálgicos de un tiempo que ha quedado atrapado como una flor muerta en el hielo.
Queridos foreros, me tomo un descanso, que alguien tome el relevo.
Un abrazo y mis mejores deseos.