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LA HABA: (2) La bici....

(2) La bici.

Yo acuso al frío, a la jodía bicicleta y a los celtas cortos sin filtro, ¡mecachisenlamar!, de ser el niño canijo y enclenque que fui: o de forjar el proyecto del hombre que luego sería.

Y es que desde 1959 encima de mi bicicleta Supercil (“la mejor entre mil”) yo sufrí mucho aquel frío que tanto nos afeaba: nos ponía la nariz como un pimiento morrón, inutilizaba nuestras manos para gobernar cualquier herramienta y nos ulceraba las orejas con aquellos horribles y jediondos sabañones: el frío calaba nuestra vulnerable ropita de quitaipón y nos hacía portadores de pertinaces bronquitis que mermaron mucho nuestra pretendida lozanía.
Un día de frío extremo (cuando La Jaba estaba unida a Villanueva por un verdadero túnel vegetal formado de frondosos aligustres que sólo los vivos memoriosos recordarán), propuse hacer capona a tres niños mayores que yo: y haciendo una lumbre al resguardo de una tapia de la fábrica de fosfatos de Villanueva (industria que hasta 1968 dirigiera el químico sevillano don José Miguel Ponce Ramos), presidí con nueve años aquel sanedrín de cuatro chiquillos arrecíos que plantó batalla al frío con las armas que nos dio de sí nuestra imaginación. Fueron estas cuatro:

-Nariz y orejas: instar a nuestras madres para que a las sempiternas gorras de berbetón adosaran cuatro salientes cruzados que abrochasen por parejas, dos orejeras y otras dos para los jocicos.

-Manos: reciclar los desechos de botas catiuscas para convertirlas en manoplas; estas botas de goma tenían la peculiaridad de ir forradas de guata y de ser su caña lo suficientemente ancha como para acoplarlas al manillar de la bici, patilla de freno incluida.

-Proveernos de cuatro sacos de “Nitrato de Chile” que, agujereados convenientemente, nos enfundaríamos por la cabeza a manera de impermeables de plexiglás.

-Yo, siempre pendiente de los pechos, cerré el acuerdo prometiendo -con la impagable complicidad del bueno y santo de Victoriano Reyes, secretario eterno del ayuntamiento jabeño, a quien dios tenga en la gloria- recabar para el grupo suficientes ejemplares caducados de los diarios “Arriba” y “Pueblo” para forrarnos desde los mismos güevos hasta la nuez con los yugos, las flechas y la soflamas del régimen del Difunto.

Cuánto daría yo por pasar de mi memoria a un vídeo las inefables imágenes que ahora recuerdo de aquellos esperpentos rodantes que fuimos. Algunos se reían de nosotros, pero…: “Ande yo caliente y ríase la gente”.

Mu buenas noches a to el jabeñerío.