Gracias, querido Miguel. Acabo de llegar del cine y he leído tu mensaje. Como ya sabes, algo que tengo como mayor entretenimiento y por obligación debido a mis colaboraciones en prensa. Pero hoy no me he podido concentrar como acostumbro. Hoy, como ayer -y seguramente como mañana-, mis pensamientos, mi ánimo, mi respeto, mi empatía y mi amor está con una familia que está pasando por un doloroso trance. Hoy, como ayer -y seguramente como mañana, me falta el aire, se apodera de mí una fatiga pegajosa y todo se me hace cuesta arriba. Pero no quiero, no puedo caer en la desesperanza, prefiero pensar que es posible revertir cualquier situación adversa y que la vida regalará un luminoso mañana a las personas de buen corazón, como es el caso. Hoy, como ayer, sólo espero y deseo que ese momento llegue cuanto antes, pues si la esperanza es desear que algo suceda, la fe es creer que va a suceder. Ojalá que mis pobres y deshilvanadas plegarias sean atendidas.
Como bien dices, el cura Antonio Reseco era un manitas para arreglar cosas, entre ellas aparatos electrónicos. También uno de los sacerdotes más cultos que ha tenido nuestra parroquia. Un hombre bueno y sencillo que me invitó a cenar muchas noches una sopa riquísima en la casa donde residía en Magacela. Como don Teófilo, me regaló algunos libros, agendas juveniles y cancioneros. Me alegro de que el texto te resulte interesante, mañana tengo pensado subir el capítulo dedicado a los "Títulos personales".
Un abrazo fuerte para ti.
Como bien dices, el cura Antonio Reseco era un manitas para arreglar cosas, entre ellas aparatos electrónicos. También uno de los sacerdotes más cultos que ha tenido nuestra parroquia. Un hombre bueno y sencillo que me invitó a cenar muchas noches una sopa riquísima en la casa donde residía en Magacela. Como don Teófilo, me regaló algunos libros, agendas juveniles y cancioneros. Me alegro de que el texto te resulte interesante, mañana tengo pensado subir el capítulo dedicado a los "Títulos personales".
Un abrazo fuerte para ti.