LA HABA: LA HABA. AYER Y HOY (Breve ensayo de historia)...

LA HABA. AYER Y HOY (Breve ensayo de historia)
AUTOR: Antonio Reseco González
AÑO: Junio de 1977
(Capítulo 10)

UNA IMAGEN DE LA VIRGEN PARA “INICIADOS”

Verdaderamente es digna de mención en capítulo aparte la Imagen de Nuestra Señora. Es de madera mal tallada y revestida de escayola. Una señora con un niño en brazos. Mide solo ochenta centímetros de altura, y reproduce alguna otra imagen anterior que fue destruida. Esta data de 1941.
Pero (¡esto es lo especial ¡) el Niño. Ella forma un solo bloque, de tal manera que el niño viste la misma túnica azul que la madre.
Esta construcción de la Imagen y la orientación este-oeste de la Capilla demuestra que los Caballeros de Alcántara de los mejores tiempos eran verdaderamente “iniciados”.
La orientación de la Ermita, que se repite en el templo parroquial, igual que en las grandes Basílicas y catedrales del mundo entero, pero no en las iglesias modernas, da a entender que poseían conocimientos templarios. Pretendieron fabricar un colector de energías telúricas, un lugar sensible a las vibraciones de la Tierra, lo cual sensibiliza y espiritualiza al hombre cuneado se pone en contacto con ellas. El hombre es hijo de la Naturaleza en cuerpo y espíritu, y necesita comunicarse con Ella, practicar la verdadera religión que es empalmar con el Cosmos, con las fuerzas cósmicas positivas.
La otra señal del entronque de esta devoción con las prehistóricas religiones solares es el Símbolo de la Señora y el Hijo. Así se reproduce, como hace 15.000 años, el símbolo de la Naturaleza, Virgen y Madre, en cuyo seno se forma el hombre. Este símbolo es aun más profundo al verlo a escala individual, pues representa al cuerpo humano de materia en cuyo seno se purifica el “Yo”, el espíritu humano. En el interior del hombre, en donde no se ve del hombre, se forma el espíritu, se carga de energía que será positiva si esta en contacto verdadero con la Naturaleza cósmica, o negativa en caso contrario. O sea, adquiere así bondad o maldad, santidad o iniquidad. Es en suma el camino hacia la Divinidad, pues lo invisible de Dios, su eterno poder y divinidad, son conocidos mediante sus obras (Rom. 1, 20). Aquellos hombres, pues, aprendieron a buscar a Dios y procuraron proporcionar a sus hermanos los medios que pudieron para que lo buscaran y lo encontraran. El símbolo de la Virgen-Madre es mucho más antiguo que el Cristianismo. Ha llegado hasta nosotros en la forma de las vírgenes negras. Es en los siglos XI y XII cuando se multiplicaron estas vírgenes, que fueron expuestas a la veneración popular en lugares de peregrinación.
La imagen negra de la Virgen encerraba a su vez dos símbolos: su figura y su color. O sea, que es imprescindible nuestra docilidad a las leyes del Creador (es la virginidad) para poder dar con él un día al nacer nuestro espíritu cuando nuestro cuerpo muera. Encontrar este secreto, y sobre todo el modo de realizarlo, en medio de la noche de este mundo (pues el espíritu encerrado en el cuerpo vive en una cárcel y en una noche), no es cosa fácil. El negro significa también el éxito seguro, la esperanza segura de triunfo, el día tras la noche, la resurrección tras la muerte, el nacimiento tras la oscura gestación.
Es fácil llevar este mensaje a los cristianos dándole nombres cristianos. Así a la Virgen se la llamó María y a su hijo, Jesús. El simbolismo eterno de la Virgen se repite en esta Imagen, empalmando la Tradición con la actualidad cristiana de María-Virgen y el recuerdo fijo del Redentor.
A muchos les parece este símbolo esotérico demasiado abstracto, se les pierde de la mente, y se quedan solo con la realidad histórica cristiana, concreta y reciente.
María y Jesús, mi espíritu viviendo de fe metido en este cuerpo, el “yo” individual y el “yo” social trabajando por vivir positivamente en medio de este Cosmos desconocido.
Verdad oculta para muchas mentes, ya que es propia de “iniciados”.
Verdad expuesta a los ojos del público para que nadie quede marginado.
Verdad que solo descubrirán los ojos limpios y sencillos, que ven a Dios.