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Hoy muchos jóvenes no saben quién es, y sobre todo, quién fue Luis Roldán, mucho menos el escurridizo ex agente secreto Francisco Paesa. De hecho, mi hijo mayor lo sabe porque yo mismo le expliqué la historia para que no pensara que la corrupción de las instituciones es algo novedoso, que por el contrario es algo tan reiterativo como las nevadas en los Pirineos. El pasado fin de semana se estrenó "El hombre de las mil caras", Premio de la Crítica en el reciente Festival de San Sebastián y Concha de Plata al Mejor Actor para Eduard Fernández. Aunque centrada más en la peripecias de Paesa, la película de Alberto Rodríguez nos acerca a aquellos tiempos convulsos cuando el cielo era de unos pocos... y la tierra, también. Me gusta el cine español cuando es bueno, y esta película espléndida merece ser recomendada. Ustedes mismos.

"EL HOMBRE DE LAS MIL CARAS"

En "El hombre de las mil caras", Alberto Rodríguez sitúa la acción en los años 90 para narrarnos la historia de Francisco Paesa (Eduard Fernández) ex agente secreto del gobierno español y responsable del éxito de la operación Sokoa que está considerada la más importante en la lucha contra ETA, pero que se vio envuelto en un caso de extorsión en plena crisis de los GAL y tuvo que huir del país. Cuando regresa al cabo de unos años está arruinado y su vida sentimental atraviesa su peor momento. En estas circunstancias recibe la visita del ex Director General de la Guardia Civil, Luis Roldán (Carlos Santos) y de su mujer, Nieves (Marta Etura). Ambos le ofrecen un millón de dólares si les ayuda a salvar 1.500 millones de pesetas sustraídos de los fondos reservados que se utilizaban, entre otras cosas, para asesinar. Paesa ve así la forma de mejorar su situación económica y, de paso, vengarse del gobierno español. Así, pone en marcha un magistral plan de espionaje con la colaboración de su inseparable amigo Jesús (José Coronado). El ex agente tendrá un papel determinante en la fuga y posterior entrega de Roldán.

Más allá de cumplir su objetivo de entretener al personal manejando con pulcritud el sentido del ritmo y los códigos clásicos del thriller y el cine de espías (personajes oscuros e interesantes, ambientación y luz atmosférica, continuos cambios de escenarios, diálogos inteligentes), El hombre de las mil caras es la historia de un desencanto y el relato de una forma delictiva de entender la política. Algo que con hiriente sorna el director (mejor dicho, uno de los personajes de la función) parece achacar a la genética de los españoles, a nuestra tradición picaresca que nos hace ser unos genios de la mentira y la estafa. De lo que hablamos también es de las enormes tragaderas de una sociedad enferma capaz de asumir la corrupción institucional como un perdonable acto de debilidad ante la tentación, y no como una repugnante práctica mafiosa.

El firmante de "After" demuestra una vez más ser un gran director de actores, lo comprobamos en el retrato realista e hipnótico de un personaje cercado por sus defectos, debilidades, ineptitud y falta de escrúpulos (el caso de Roldán) o por la ambición y el riesgo aventurero como es el caso de ese hombre de humo llamado Francisco Paesa. Y si magnífica es la recreación que Carlos Santos hace de un Luis Roldán superado por los acontecimientos, temeroso, perseguido, arrepentido y en vías de expiar sus pecados a un precio asumible, soberbia es también la caracterización de Paesa que logra Eduard Fernández, al que da oxígeno con gran magnetismo en sus labores de agente secreto y conseguidor, pero también en las más escenas más domésticas con su distante esposa. Unos personajes que nos acercan a la caricatura de lo que ha sido, es, y siempre será España.

Francisco Paesa es un mentiroso, cierto, tanto que hizo de la mentira su mejor refugio y sacando beneficio del engaño tuvo mil caras: diplomático, espía, traficante, playboy, estafador, empresario… pero tal vez, consciente de que su vida no debería servir como ejemplo para nadie, siente cierta compasión cuando el que fuera director de la Guardia Civil se derrumba sintiendo incluso la tentación de suicidarse al ver las fotos en Interviú de su orgía y destaparse su falso currículum. Pero Roldán es un cobarde, y la piedad que siente Paesa no le nubla hasta el punto de tener que desbaratar su plan de quedarse con los 1.500 millones de pesetas de los fondos reservados y hacer pasar por una detención lo que realmente fue una entrega protagonizada por personajes falsos (el capitán Khan era un camarero vietnamita cojo).

"El hombre de las mil caras" nos enseña que España jamás ha visto transformada su faz por la instauración de la democracia, que seguimos siendo los mismos de siempre. Que ningún estado de derecho puede limpiar la sangre, el moho, la pringue y el óxido acumulados desde siglos, que nuestra historia se oculta tras una cortina transparente de resignación, avaricia, mentiras, fango y vómitos, una España que fabrica héroes de cartón piedra sirviendo siempre a intereses espurios. Y que sólo por eso, somos diferentes.

Amigo Pedro: te he puesto un correo que no se si llegará, ruego contactes conmigo por: asanjuan@usal. es
Un abrazo
Angel San Juan Marciel