A lo largo de un viaje hacia
Badajoz 1926, la Xirgu se detiene en
Mérida. Allí el artista se enamora de su del
teatro Emérita Augusta e intenta por primera vez de hacer representaciones teatrales. Antes de que ella ya se lo había propuesto María Guerrero, que no lo había conseguido porque pretendía montar el espectáculo con decorados de cartón, y el conservador del teatro se opuso tenazmente. Los primeros intentos de la Margarita no fructificaron. Más adelante, a raíz del estreno de El Otro de Miguel de Unamuno, la Xirgu expresa en una tertulia su interés de montar una pieza clásica, recordando una representación que hizo a las
ruinas de Chapultepec de Elektra, el heroína de Sófocles, revivida por Hofmannsthal. El anhelo de la actriz es recogido por los contertulios y Unamuno indica que si la Xirgu quiere representar una tragedia de Séneca, él está dispuesto a traducirla en ella. Margarita elección Medea y propone que se estrene en el teatro
romano de Mérida. En dos semanas Unamuno, de forma totalmente desinteresada, entrega a la actriz el texto traducido. Rivas Cherif toma la iniciativa y comienza los contactos con José Ramón Mélida, co-descubridor y conservador del teatro. En principio, el señor Mélida también se muestra hostil a los proyectos de la Xirgu; pero su pensamiento cambia radicalmente cuando la actriz le expresa el deseo de hacer la obra sin montar ningún tipo de escenografía. El 18 de junio de 1933 se estrena la obra con la Xirgu en el papel de Medea y Borràs en el de Jasón. El teatro reúne a más de 3.000 espectadores, entre ellos el presidente del Consejo de Ministros, Azaña, algunos de sus ministros, como el de Instrucción Pública, el director de Bellas Artes, el alcalde de
Madrid, el embajador de
Italia (que entregó una corona como regalo de Roma a Mérida) y destacadas personalidades de la intelectualidad y del
arte. La representación fue un éxito notable. Unamuno escribe: « Yo no he hecho nada más que hacer hablar Séneca en castellano. Séneca no hizo nada más que explicar la
historia de Medea. Pero Margarita Xirgu ha hecho Medea. Ha convertido este personaje, imaginario o real, en un ser vivo que se apodera de nosotros en cuerpo y alma ». El Festival de Mérida nació, así, como el Primer Festival de Arte Clásico, dentro del Ciclo de Expansión Cultural organizado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, con un presupuesto de 50.000 pesetas.
Fruto de la conjunción de tres intereses: el de Margarita Xirgu, para representar a los clásicos en este teatro; el de Cipriano Rivas Cherif, para programar espectáculos al aire libre, convirtiendo el teatro « en un excelente instrumento cultural que puede ser disfrutado y comprendido por todas las clases sociales» y el de Fernando de los
Ríos, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, de contribuir al renacimiento del teatro dramático. Esta Medea volvería a representarse en 1934 en el mismo escenario, durante la Semana
Romana que incluyó, además, la Elektra de Hugo Von Hofmannsthal, en versión de Eduardo Marquina, así como conciertos sinfónicos y
danzas clásicas a cargo de la
banda Republicana, lo que demuestra que el Festival de Mérida nació con vocación de continuidad.