Con la designación de
Mérida, en 1983, como capital de la comunidad autónoma de
Extremadura, la ciudad prosiguió su crecimiento, pero ya mucho más pausado. Junto a esta preponderancia política e industrial, la ciudad ha despertado, y sigue despertando, un gran interés por parte de arqueólogos e instituciones nacionales, regionales y locales que se afanan en sacar a la luz la inmensa riqueza arqueológica que se continúa descubriendo en su subsuelo. Estas circunstancias motivaron que el conjunto arqueológico Emeritense fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en diciembre de 1993. Con anterioridad, la ciudad ya contaba con veinte
monumentos nacionales y algunos más en espera de obtener el mismo título. Por Decreto del 8 de febrero de 1973, en vísperas de conmemorarse su Bimilenario, Mérida fue declarada "Conjunto Histórico-Arqueológico", única ciudad que ostenta esa denominación en
España. En 1994 se constituyó la Archidiócesis de Mérida-
Badajoz, recuperándose, de este modo, la antiquísima sede metropolitana emeritense y devolviendo la dignidad catedralicia al templo de
Santa María la Mayor, heredero de la
Catedral Metropolitana de Augusta Emerita. Los orígenes de este Arzobispado se remontan a la época
romana, en la que tuvo doce obispados sufragáneos, según el Edicto de Milán.