Santa Eulalia de
Mérida: Sobre la historicidad de la muerte y sepultura compone con gran lirismo el vate calagurritano “De allí sale rauda impetuosa paloma, que más blanca que la
nieve abandonó la boca de la mártir y subió hacia los astros. Era el espíritu de Eulalia, puro, ligero y tenue” (estrofa 33). Sobre la cámara sepulcral se alzaría un templo en la ciudad (versos 186-200). También el autor hispanorromano alude a su culto en los himnos IV y XI, dedicados a
san Hipólito y a los mártires de
Zaragoza, respectivamente. Testimonios elocuentes del culto a la mártir son san Agustín (420), Hidacio, obispo de Chaves (c. 378 y 469), san Isidoro de
Sevilla (560) y san Gregorio de Tours (538). Es en la época visigoda cuando tiene el oficio propio litúrgico, según se conoce por el Missale mixtum y Breviarium gothicum secundum regulam S. Isidori, donde se ensalza el doble martirio, rojo y blanco, como mártir y
virgen.