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OLIVENZA: Ayer te decía mocita, que había estado por los cielos...

Ayer te decía mocita, que había estado por los cielos de La Raya brincando de nido de águila en nido de águila como aquél que se come unos churros calientes a las cinco de la madrugada. Esos nidos, ahora ya, sólo sirven para que desocupados aburridos como yo, recreemos la vista ante la inmensidad de unos paisajes que, entre otras cosas, nos da una idea muy aproximada de la insignificancia de nosotros mismos, vulgares bípedos con menos cerebro que un mosquito trompetero; suponiendo que estos bichitos lo tengan más pequeño, cosa que dudo si comparamos la relación entre masa corporal y el músculo citado en ambos animales, pero bueno, dejando a un lado estas metafísicas elucubraciones en la que puede que saliéramos perdiendo, el caso es, que desde el azul celeste no vi en ningún momento que hubiera una raya que separase nuestra nación de naciones o, nuestro reino de reinos, de la nación o reino portugués. Si que vi, que en una amplia franja de terreno, como enfrentadas las unas a las otras, una sucesión de sólidas edificaciones construidas en los más inaccesibles picachos, que parecían desafiarse mutuamente y que, seguramente, en un tiempo que ya hace mucho que pasó sirvió a sus constructores y moradores para salvaguardarse de las acometidas de unos y otros.

Hoy precisamente, que nuestros hermanos los del otro lado del río Anas en nuestro caso, están metiendo unos papelines en unas supuestas transparente urnas para elegir a quienes han de manejar su barca y controlar sus caudales en el próximo cuatrienio, me viene al tarro, una vez más, que si esta península en la que sobrevivimos todos juntos aunque no revueltos formase un sólo núcleo; puede ser que nos fuese mejor a todos. Sería algo así como la confederación de reinos ibéricos y, a su conjunto le podríamos llamar eso, Iberia, sin que cada una de las partes de las que está compuesta perdiese ni su lengua, ni su carácter ni su identidad. Ya sé que es otra utopía, pero hay casi un tercio de los habitantes de las Españas y un cuarenta por ciento de los de Portugal, que piensan que ese es el mejor camino, entre otras cosas, para que la candidata Manuela Ferreira Leite,
la candidata conservadora que hoy litiga para hacerse con el poder contra el candidato socialista, no diga cosas como “ No me gustan los españoles metidos en la política portuguesa... ¡Portugal no es una provincia española” y todo, porque está en contra de que se lleve a buen término el proyecto de unir Lisboa con Vigo y, Madrid con Lisboa, mediante un tren de alta velocidad que, entre otras ventajas, facilitaría el movimiento de personas y mercancías desde la cosmopolita y atlántica capital lusa con el resto de Europa. Pero no, se le nota que es de las que les gusta más el aislamiento y la seguridad que a los intereses que ella defiende, le proporciona la inamovilidad de sus paisanos y, por lo tanto, hace y piensa igual que aquellos constructores de fortificaciones en atalayas aparentemente inexpugnables, desde donde sometían impunemente a sus vasallos.

Este pensamiento, a una escala más pequeña, es el mismo de esos extremeños de este lado del río que están en contra de la construcción de una vía rápida entre Cáceres y Badajoz, y en fin, de todo lo que signifique progreso pues, saben que ese es su talón de Aquiles.

Para que lo veamos más claro, y tomando como ejemplo una población chiquinina, Almendral por ejemplo, donde se puede apreciar de una ojeada el bajonazo moral y económico en que está cayendo, una vez que individuos coaligados en defensa única de sus intereses personales y a quienes les importa una higa las personas y los intereses comunes. Paso atrás que, van a defender con uñas y dientes, usando todos los elementos que estén a su alcance, desde la descalificación más grosera, hasta los más soeces insultos, y para ello, se vale de unos títeres que pasan con toda facilidad desde el más rancio meatorio, a engrosar las huestes de los rojos más rojos que el rojerío jamás tuvo.

Difícil lo tiene nuestro oliventino Presi, señor Vara, si quiere hacer entrar en razón a tanto retrógrado disfrazado de varón sesudo, pero así lo han tenido todos los que un día empeñaron sus esfuerzos en hacer progresar la sociedad.
Salud.