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ORELLANA LA VIEJA: LA CUARESMA III (Comidas de Semana Santa)...

LA CUARESMA III (Comidas de Semana Santa)
Es verdad que no podías comer carne durante los viernes de la Cuaresma, pero llegaba la Semana Santa y en todas las casa se comían platos exquisitos y sobre todo muy abundantes. Recuerdo que se freía gran cantidad de bacalao que duraba varios días y se compraban latas de sardinas en aceite que eran una delicia. Esto era normalmente para la cena “…pues había que tener la comida preparada porque de las procesiones se viene de ya de noche.” ¿En qué época del años había cuatro paltos en una sola comida? Pues en esta época los había en la “merienda” (almuerzo) del Jueves y Viernes Santos. El primero era un riquísimo potaje de garbanzos con bacalao, después “la ensalaílla” que también contenía pescado, con huevos cocidos picado, cilantro y aceite de oliva, extraordinaria. A continuación se comía una excelente tortilla de patatas y se terminaba con la “leche guisá” que eran una especie de natillas que te chupabas los dedos.
Por otra parte las amas de casa y vecinas preparaban los “bollos”. ¡Cómo recuerdo a las mujeres con las tablas de llevar el pan repletas de estos dulces, a la cabeza (cada dos llevaban una) camino de los hornos donde permanecían arropados con una manta hasta que los llegaba la hora de su cocción ¡. Antes habían estado casi toda la noche en vela esperando a que los bollos “despertara”.
Se hacían con la misma masa tres versiones de dulces: los bollos propiamente dichos, los hornazos que tenían un huevo encima abrazado por dos tiras de masa, y la “empaná” con sus trozos de choricillo dentro que eran una verdadera delicia.
Después de la procesión del Encuentro se partía la “empaná” que sabía a gloria después de varios días de abstinencia. Y por la tarde se iba la gente “a resfalar los hornazos” a los los “refalaeros” de las peñas de la “Mandanga” y el “Cerro Gordo”.
Hornazos normalmente se hacían tres para cada niño, mozo o moza de la casa. Uno se comían el Domingo de Resurrección, como dijimos antes, el otro se llevaba a la jira del lunes de Pascua y el otro era para el domingo siguiente que se volvía a ir al campo: El domingo de Quasimodo… me lo comí todo” proclama el dicho de Orellana.