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ORELLANA LA VIEJA: SAN ANTONIO. ...

SAN ANTONIO.
Nuestro pueblo siempre ha tenido mucha fe en S. Antonio. Y en torno a este santo, que por cierto es el mío y de todos y todas los que se llaman como yo, había en Orellana costumbres muy arraigadas y dignas de ser contadas.
Nueve días antes del 13 de Junio, que es su día, comenzaba la novena. Esta no solo se celebraba en la iglesia sino que había muchas casa, sobre todo las que tenían imágenes del Santo, donde se hacía un altar y todas las tardes acudían las vecinas a rezar a S. Antonio y a entonar cantos:
“Antonio, divino Antonio
Suplicaba al Dios inmenso
Que por su gracia divina
Alumbre su entendimiento,
Refiera el milagro
Que en el huerto hiciste
De edad de ocho años…”.
Al principio de la novena ya estaba hecha “La rosca de S. Antonio”. Este dulce era fruto de alguna promesa que alguien había hecho. Era como una especie de “Manga de Gitano” y se hacía en el horno de Julia “La Zoa”. Dª Pura, hermana de Dª Teresa la Maestra que siempre la vimos vestida con los hábitos de este Santo, que era la dueña de la imagen, encargaba a la “Tía Cachucha” que recorriera el pueblo, con ella en la cabeza, vendiendo las papeletas para la rifa de la rosca que se sortearía el día 13 después de la procesión. Siempre se vendía todas las participaciones y con el dinero que se obtenía, Dª Pura, compraba cosas para los pobres de Orellana. Muchas personas, a lo largo del año, hacían promesas al Santo si les concedía ciertos favores: -“S. Antonio Bendito, si me pare bien la guarra, no abolla ningún “guarrino” y salen tos palante, te llevo un jarro de aceite”. Otros regalaban productos por cosas buenas que habían sucedido en sus casa, aquella moza por haber encontrado novio (porque ya sabemos cómo es S. Antonio en estos menesteres). Con todas estás dádivas, Dª Pura” tenía para, todos los martes del año, dar un poquito a los ya mencionados pobres.