JUAN MANUEL (El Practicante)
Al narrar la semblanza de Juan Manuel Muñiz Fajardo, de ninguna manera puedo ser objetivo pues compartimos tantas cosas que es, un poco, como contar mi propia vida: nacimos el mismo año, 1944, él el 7 de Septiembre, jugamos juntos desde la más tierna infancia, asistimos a las mismas Escuelas y con los mismos Maestros y estudiamos juntos el Bachillerato. De igual modo compartíamos nuestros “doblados” para aprendernos las lecciones, descubrimos juntos nuestra sexualidad, aprendimos a fumar a la vez, vivimos nuestras inquietudes juveniles y religiosas de la época de Acción Católica y juntos igualmente sufrimos las vicisitudes de los viajes a Badajoz cuando íbamos a examinarnos. Hicimos, mas tarde, la Mili en el Regimiento de Infantería Mecanizada Castilla nº 16, en Badajoz y los dos éramos viciosos empedernidos de la pesca. Compartimos nuestras casas y nuestras comidas. Parece que estoy viendo a su abuela, Justa, casi ciega, totalmente vestida de negro sentada en la camilla y rebanado a tientas las migas con aquellas manos blanquísimas y a su madre, Vicenta que me decía-“ ¿Quieres comer hoy con nosotros?”. Y yo me arranchaba. De esa manera compartía mesa y mantel con aquella familia numerosa, uno de cuyos miembros es nuestro querido amigo y forero Juan Antonio Muñiz, (Toñin) y que estaba presidida por D. Juan Antonio, su padre, que siempre tomaba vino tinto con gaseosa. Y lo mismo hacía él cuando recibía de mi madre una invitación semejante.
Solamente nos separamos, por un tiempo, cuando marchó a Madrid para estudiar la carrera de ATS y yo me quedé en Orellana estudiando Magisterio. La primera plaza que ocupó como profesional fue Gargáligas donde solo estuvo un año, ya casado con Puri. De regreso al pueblo, ejerció su profesión con celo ejemplar muy querido por todos los orellanenses. Por breve tiempo desempeñó su labor en Navalvillar de Pela, pero al crearse en nuestro pueblo el Centro de Salud, volvió y aquí permaneció hasta su muerte.
De Juan Manuel, “El Pincha”, “El Niño”, como cariñosamente le llamábamos, se pueden contar un millón de anécdotas en las dejó la impronta de su sentido del humor, (siempre tenía un chiste preparado que contaba con una gracia difícil de igualar), de su amabilidad, de sus ganas de servir, de su simpatía y de su cabezonería; porque Juan Manuel era un tozudo de marca y cuando él decía” cesta, tenía que ser, a la puñetera fuerza, con asa”. Como yo le acompañé miles de veces a hacer la visita por el pueblo cuando ayudaba a su padre, igualmente Practicante, un día se para y me dice:” Hay que ver, Sánchez, el montón de culos que habré visto ya. Y todos me parecen iguales; lo mismo me da el de un viejo que el una tía de dieciocho años ¡. Yo quedé perplejo pues, hasta ese momento, consideraba a mi amigo un privilegiado porque, gracias a su profesión, tenía acceso a las nalgas de las muchachas que tanto deseábamos.
El 22 de Octubre de 1998, contando tan solo con 54 años, el puto cáncer le arrebató la vida y a nosotros nos privó de una persona extraordinaria. La única conformidad que tenemos los que le conocimos es que tenemos la certeza de que, allá Arriba, seguirá haciendo reir a los angelitos con el último chiste y que disfrutará enormemente pescando en los ríos celestiales.
Al narrar la semblanza de Juan Manuel Muñiz Fajardo, de ninguna manera puedo ser objetivo pues compartimos tantas cosas que es, un poco, como contar mi propia vida: nacimos el mismo año, 1944, él el 7 de Septiembre, jugamos juntos desde la más tierna infancia, asistimos a las mismas Escuelas y con los mismos Maestros y estudiamos juntos el Bachillerato. De igual modo compartíamos nuestros “doblados” para aprendernos las lecciones, descubrimos juntos nuestra sexualidad, aprendimos a fumar a la vez, vivimos nuestras inquietudes juveniles y religiosas de la época de Acción Católica y juntos igualmente sufrimos las vicisitudes de los viajes a Badajoz cuando íbamos a examinarnos. Hicimos, mas tarde, la Mili en el Regimiento de Infantería Mecanizada Castilla nº 16, en Badajoz y los dos éramos viciosos empedernidos de la pesca. Compartimos nuestras casas y nuestras comidas. Parece que estoy viendo a su abuela, Justa, casi ciega, totalmente vestida de negro sentada en la camilla y rebanado a tientas las migas con aquellas manos blanquísimas y a su madre, Vicenta que me decía-“ ¿Quieres comer hoy con nosotros?”. Y yo me arranchaba. De esa manera compartía mesa y mantel con aquella familia numerosa, uno de cuyos miembros es nuestro querido amigo y forero Juan Antonio Muñiz, (Toñin) y que estaba presidida por D. Juan Antonio, su padre, que siempre tomaba vino tinto con gaseosa. Y lo mismo hacía él cuando recibía de mi madre una invitación semejante.
Solamente nos separamos, por un tiempo, cuando marchó a Madrid para estudiar la carrera de ATS y yo me quedé en Orellana estudiando Magisterio. La primera plaza que ocupó como profesional fue Gargáligas donde solo estuvo un año, ya casado con Puri. De regreso al pueblo, ejerció su profesión con celo ejemplar muy querido por todos los orellanenses. Por breve tiempo desempeñó su labor en Navalvillar de Pela, pero al crearse en nuestro pueblo el Centro de Salud, volvió y aquí permaneció hasta su muerte.
De Juan Manuel, “El Pincha”, “El Niño”, como cariñosamente le llamábamos, se pueden contar un millón de anécdotas en las dejó la impronta de su sentido del humor, (siempre tenía un chiste preparado que contaba con una gracia difícil de igualar), de su amabilidad, de sus ganas de servir, de su simpatía y de su cabezonería; porque Juan Manuel era un tozudo de marca y cuando él decía” cesta, tenía que ser, a la puñetera fuerza, con asa”. Como yo le acompañé miles de veces a hacer la visita por el pueblo cuando ayudaba a su padre, igualmente Practicante, un día se para y me dice:” Hay que ver, Sánchez, el montón de culos que habré visto ya. Y todos me parecen iguales; lo mismo me da el de un viejo que el una tía de dieciocho años ¡. Yo quedé perplejo pues, hasta ese momento, consideraba a mi amigo un privilegiado porque, gracias a su profesión, tenía acceso a las nalgas de las muchachas que tanto deseábamos.
El 22 de Octubre de 1998, contando tan solo con 54 años, el puto cáncer le arrebató la vida y a nosotros nos privó de una persona extraordinaria. La única conformidad que tenemos los que le conocimos es que tenemos la certeza de que, allá Arriba, seguirá haciendo reir a los angelitos con el último chiste y que disfrutará enormemente pescando en los ríos celestiales.