LOS CARNAVALES (años cincuenta)
Dos o tres meses antes del Carnaval los mozos de Orellana ya andan revolucionados. En plena Dictadura están “prohibidas” estas fiestas paganas donde todo son desmadres. Prohibidas pero nadie puede parar a un pueblo y a sus costumbres bien arraigadas. Así que se hace la vista gorda y se permiten. Por las noches se reúnen los grupos, con gran sigilo para que nadie descubra los temas que van a tratar, en tinados y salones, dirigidos por un Capitán, para ensayar las canciones de las comparsas. Había dos clases de comparsas: las murgas y las estudiatinas. En las primeras las canciones eran más mordaces y criticaban a todo el mundo. (han estado todo el año observando los sucesos del pueblo y se afanan en tratarlos con fina ironía), no tenían tanto cuidado con los vestidos ni los instrumentos con que tocaban que solían estar hechos de canutos de cañas adornados con papeles de colores. Las estudiantinas sin embargo se vestían con más esmero y en su repertorio no hacían críticas y sí contaban cosas que habían sucedido o ensalzaban a alguien. Recuerdo una, que estaba dirigida por el capitán Antonio “El Barquillero” que compuso una canción preciosa a nuestro preclaro Esteban Sánchez que en aquellos tiempos triunfaba por todo el mundo: “Esteban Sánchez Herrero, pianista imortal…”, comenzaba.
Otros líderes de comparsas famosos fueron, además del mencionado Antonio “El Barquillero”, los capitanes “Cabanillas” y “Reondo” que durante muchos años dirigieron murgas que hicieron historia.
Llegado el “Domingo Gordo” las murgas y estudiantinas convocan a todo el pueblo en la plaza frente al Ayuntamiento. El Alcalde les dirige unas palabras recomendando a todos que las fiestas transcurran por los cauces normales y que todo el mundo se divierta (con toda probabilidad no le harán caso). Una tras otra ofrecen sus repertorios a la gente que aplaudían entusiasmadas por las ocurrencias de los murguistas. Después cada comparsa inicia un periplo por todo el pueblo que ha de durar hasta casi el anochecer. En las bocacalles y plazuelas hacen paradas y entonan sus canciones y chascarrillos. Después los vecinos, agradecidos, les obsequian con los riquísimos buñuelos, hechos para las fiestas, con vino pitarrero, aguardiente y anís.. Y claro, tanto buñuelo, tanta mezcla alcohólica caldeaba el ambiente y no era raro que, cuando se juntaban dos comparsas en una misma calle, se saliera a mamporros limpios dirimiendo así las rivalidades existentes entre ellos. Era raro el Carnaval que no terminaba en trifulca.
Yo, cuando era niño, participé en una comparsa que organizó Juan Antonio Calzado, “Juanantoñillo” y se llamaba “Los Pescaores”. Todos portábamos nuestra caña, nuestras costeras de mimbre y demás bártulos de pescar y delante iba el Capitán llevando una enorme carpa de cartón, como bandera, que había recortado el habilidoso Vicente Calzado. Como las demás comparsas recorrimos todo el pueblo y entre parada y parada Íbamos cantando nuestro pasacalles que decía:
“Pica, pica, pica
Si quieres picar,
Que la que no pique
No lo catará.
Venimos de la fuente
También de la laguna
Y vamos al Guadiana
A ver si pica alguna.
Pica, pica, pica
Si quieres picar…
Dos o tres meses antes del Carnaval los mozos de Orellana ya andan revolucionados. En plena Dictadura están “prohibidas” estas fiestas paganas donde todo son desmadres. Prohibidas pero nadie puede parar a un pueblo y a sus costumbres bien arraigadas. Así que se hace la vista gorda y se permiten. Por las noches se reúnen los grupos, con gran sigilo para que nadie descubra los temas que van a tratar, en tinados y salones, dirigidos por un Capitán, para ensayar las canciones de las comparsas. Había dos clases de comparsas: las murgas y las estudiatinas. En las primeras las canciones eran más mordaces y criticaban a todo el mundo. (han estado todo el año observando los sucesos del pueblo y se afanan en tratarlos con fina ironía), no tenían tanto cuidado con los vestidos ni los instrumentos con que tocaban que solían estar hechos de canutos de cañas adornados con papeles de colores. Las estudiantinas sin embargo se vestían con más esmero y en su repertorio no hacían críticas y sí contaban cosas que habían sucedido o ensalzaban a alguien. Recuerdo una, que estaba dirigida por el capitán Antonio “El Barquillero” que compuso una canción preciosa a nuestro preclaro Esteban Sánchez que en aquellos tiempos triunfaba por todo el mundo: “Esteban Sánchez Herrero, pianista imortal…”, comenzaba.
Otros líderes de comparsas famosos fueron, además del mencionado Antonio “El Barquillero”, los capitanes “Cabanillas” y “Reondo” que durante muchos años dirigieron murgas que hicieron historia.
Llegado el “Domingo Gordo” las murgas y estudiantinas convocan a todo el pueblo en la plaza frente al Ayuntamiento. El Alcalde les dirige unas palabras recomendando a todos que las fiestas transcurran por los cauces normales y que todo el mundo se divierta (con toda probabilidad no le harán caso). Una tras otra ofrecen sus repertorios a la gente que aplaudían entusiasmadas por las ocurrencias de los murguistas. Después cada comparsa inicia un periplo por todo el pueblo que ha de durar hasta casi el anochecer. En las bocacalles y plazuelas hacen paradas y entonan sus canciones y chascarrillos. Después los vecinos, agradecidos, les obsequian con los riquísimos buñuelos, hechos para las fiestas, con vino pitarrero, aguardiente y anís.. Y claro, tanto buñuelo, tanta mezcla alcohólica caldeaba el ambiente y no era raro que, cuando se juntaban dos comparsas en una misma calle, se saliera a mamporros limpios dirimiendo así las rivalidades existentes entre ellos. Era raro el Carnaval que no terminaba en trifulca.
Yo, cuando era niño, participé en una comparsa que organizó Juan Antonio Calzado, “Juanantoñillo” y se llamaba “Los Pescaores”. Todos portábamos nuestra caña, nuestras costeras de mimbre y demás bártulos de pescar y delante iba el Capitán llevando una enorme carpa de cartón, como bandera, que había recortado el habilidoso Vicente Calzado. Como las demás comparsas recorrimos todo el pueblo y entre parada y parada Íbamos cantando nuestro pasacalles que decía:
“Pica, pica, pica
Si quieres picar,
Que la que no pique
No lo catará.
Venimos de la fuente
También de la laguna
Y vamos al Guadiana
A ver si pica alguna.
Pica, pica, pica
Si quieres picar…