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ORELLANA LA VIEJA: UNA TARDE DE DOMINGO I...

UNA TARDE DE DOMINGO I

Orellana la Vieja, un domingo de Mayo por la tarde.
Mi madre me ha dado la ropa nueva, camisa de manga corta, pantalones bombachos con tirantes y unas sandalias nuevas que me ha hecho el tío Blas; me ha peinado a raya y me recomienda cuarenta veces que no me ensucie y que no vuelva tarde.-“Cuando termine la primera función de cine, me vengo a casa-” Me ha dado seis reales (1,50 pts) para el domingo y me junto con mis amigos. Nos acompañamos unos a otros a unas visitas obligadas los días de fiestas cuales son las casas de las abuelas y tías, que se alegran mucho de vernos, pero que nos reportan también buenos beneficios porque, algún real que otro, se dejan caer. –“Yo he juntado hoy dos pesetas”.
Vamos a ver lo que dan de sí dos pesetas.
Nos damos una vuelta por la carretera de Campanario porque ahí es donde están todas las gentes paseando y nos juntamos con un grupo de niñas que son nuestras amigas. Ya empieza a haber cierta atracción por ellas y nos atribuimos novias entre nosotros pero ellas ni se enteran; o así lo creemos nosotros.
Regresamos a la plaza que es un hervidero: unos pasean, otros juegan, éstos están rodeando los puestos esperando comprar algo y aquellos otros dan el último vistazo a las carteleras.
Enfrente de la puerta este de la iglesia están “Las Barquilleras” con su puesto de helados artesanos. ¡Tira la rueda a ver cuántos te tocan ¡Cada tirada tres perras. Bueno, un barquillo de helado de limón. ¡Qué rico ¡. En un rincón de la iglesia la tía Aquilina ha hecho la lumbre y de la gran sartén está sacando unos “buñuelos” (churros) deliciosos que corta con destreza a golpe de tijera, en una bandeja donde ha depositado la rosca.-“Deme usted dos perras gordas de buñuelos”. Uno se los come con fruición y se mancha los pantalones al limpiarse, sin darse cuenta, las manos grasientas a ellos. ¡Ya veremos mi madre ¡.