DON VICENTE I
Si alguien me pidiera que definiese la cualidad de la bondad, no dudaría ni un momento en aseverar: la bondad es Don Vicente Rodríguez Amores, Maestro.
Y es que nuestro personaje, alto, delgado, tez morena, ojos un poco tristes y una voz que parece que no le oye ni el cuello de la camisa pero con una inmensa autoridad, es un buen padre, fue un buen esposo, excelente Maestro, el compañero que todos desearían tener en el trabajo, buen escritor, agricultor, ganadero y apicultor.
Nace en la población vecina de Acedera en 1.912 y, cuando sus padres adquieren una finca “María Amores” que era el nombre de su madre, en el mismo término municipal y a la que ha estado ligado toda su vida. Vive con ellos en el campo ¡Ay, su campo ¡hasta trasladarse más tarde a Madrigalejo. Hizo el Bachillerato en Zafra y Magisterio en Sevilla donde ejerció durante varios años. Llegó a nuestro pueblo por los años cuarenta y se hace cargo de los más pequeños. En aquellos tiempos la matrícula de su Escuela, que estaba donde está hoy el Hogar del Pensionista, no bajaba de los 120 niños. ¿Qué cómo nos podía atender a todos? Yo he pensado mucho, a lo largo de mi vida profesional, sobre esta cuestión. Y la respuesta solo la he encontrado en la capacidad de trabajo que tenía. D. Vicente, su inmenso amor a las Escuela, y su inteligencia para organizarnos. - “Anda Ramón, vete a dar la lección a los chicos y tú Braulio, explica lo que aprendiste ayer a los de la segunda sección”.- “Interacción entre iguales” lo denomina a esto la moderna corriente pedagógica constructivista. “ Y ya lo aplicaba D. Vicente hace muchos años. “Enseñando a los demás aprendemos nosotros”, reza una máxima pedagógica. Y ya él se la hacía practicar a Braulio…. Y así tantas cosas.
Si alguien me pidiera que definiese la cualidad de la bondad, no dudaría ni un momento en aseverar: la bondad es Don Vicente Rodríguez Amores, Maestro.
Y es que nuestro personaje, alto, delgado, tez morena, ojos un poco tristes y una voz que parece que no le oye ni el cuello de la camisa pero con una inmensa autoridad, es un buen padre, fue un buen esposo, excelente Maestro, el compañero que todos desearían tener en el trabajo, buen escritor, agricultor, ganadero y apicultor.
Nace en la población vecina de Acedera en 1.912 y, cuando sus padres adquieren una finca “María Amores” que era el nombre de su madre, en el mismo término municipal y a la que ha estado ligado toda su vida. Vive con ellos en el campo ¡Ay, su campo ¡hasta trasladarse más tarde a Madrigalejo. Hizo el Bachillerato en Zafra y Magisterio en Sevilla donde ejerció durante varios años. Llegó a nuestro pueblo por los años cuarenta y se hace cargo de los más pequeños. En aquellos tiempos la matrícula de su Escuela, que estaba donde está hoy el Hogar del Pensionista, no bajaba de los 120 niños. ¿Qué cómo nos podía atender a todos? Yo he pensado mucho, a lo largo de mi vida profesional, sobre esta cuestión. Y la respuesta solo la he encontrado en la capacidad de trabajo que tenía. D. Vicente, su inmenso amor a las Escuela, y su inteligencia para organizarnos. - “Anda Ramón, vete a dar la lección a los chicos y tú Braulio, explica lo que aprendiste ayer a los de la segunda sección”.- “Interacción entre iguales” lo denomina a esto la moderna corriente pedagógica constructivista. “ Y ya lo aplicaba D. Vicente hace muchos años. “Enseñando a los demás aprendemos nosotros”, reza una máxima pedagógica. Y ya él se la hacía practicar a Braulio…. Y así tantas cosas.