DOÑA MARÍA.
¡Vamos hijitos, a dar la lección ¡Ella sentada en su mesa de la escuela y nosotros alrededor. O en la camilla de su casa donde continuaba las clases hasta altas horas de la noche. Trabajadora como nadie y responsable hasta la saciedad, aquella figura menuda, peinando canas, con voz templada y su eterno hábito azul, tenía una autoridad impresionante.
Dª María Cabanillas Gómez, había nacido en Orellana el día 10 de Noviembre del año 1899 (-“ ¡Voy con el siglo ¡”- no decía muchas veces). Su padre, Antonio Cabanillas, era herrero y su madre murió joven dejando seis huérfanos; así que ella, que era la mayor, tomó las riendas de la familia e hizo de madre de todos sus hermanos. Pronto descubrió su vocación de educadora y se hizo Maestra en Badajoz y a los 16 años obtiene el título y aprueba las oposiciones en Sevilla. Regresa a Extremadura y ocupa una plaza en Villarta de los Montes, lugar “ al que me tuvo que llevar en burro mi padre” porque estaba totalmente incomunicado como el resto de la Siberia Extremeña. Hace estudiar a sus hermanos Emerita, Carmen, Juana y Juan María (el inolvidable D. Juan) que siguen sus pasos y también se hacen Maestros. Solo Patricio no estudió pues quiso ser herrero como su padre.
Se trasladó a Villanueva de la Serena donde ejerció, en el Colegio Público “El Cristo”, cerca de veinte años. De regreso a su pueblo natal, ocupa plaza en el C. P. “Santo Domingo”, del que más tarde fuera Directora. Y es aquí, en Orellana, donde Dª María, junto con sus hermanos, realiza su más importante labor pedagógica que dejó huella para siempre. Además de atender a sus niñas, en la escuela, se hacer cargo de prácticamente todos los estudiantes que había en el pueblo. D. Juan y Dª Juana cogían a los que comenzaban y ella a los que cursaban estudios de Bachillerato y Magisterio. ¡Porque las clases de Dª María fueron una verdadera “fábrica” de Maestros entre los que me incluyo ¡
Doña María fue una Maestra como la copa de un pino. Sin grandes conocimientos, yo diría que los justos, tenía la virtud de sacarnos todo lo que teníamos dentro. Te estimulaba, te animaba, te incentivaba con sus palabras y ejemplo y sus clases eran un emporio de trabajo y colaboración. Pero no solo era eso, ella comprendía todos los problemas que teníamos en casa, muchas veces de carencias de medios, y nunca había pegas por su parte. Es más como todos hacíamos, obviamente, estudios por libre, cuando teníamos que ir a examinarnos a Badajoz, ella nos acompañaba la mayoría de la veces. ¡Y cómo agradecíamos su presencia en aquellos momentos tan importantes en que te jugabas todo lo que habíamos estudiado en un año ¡.
Más tarde, cuando se hizo el Colegio Libre adoptado fue profesora y colaboró enormemente para que no desapareciera en momentos muy críticos por los pasó esta institución.
Dª María se jubiló a los setenta años en plenas facultades porque ya era obligatorio y el pueblo entero reconoció su labor en un extraordinario homenaje.
El pueblo de Orellana siempre estará en deuda con la familia Cabanillas, con Dª María al frente, por la enorme labor pedagógica que realizó.
¡Vamos hijitos, a dar la lección ¡Ella sentada en su mesa de la escuela y nosotros alrededor. O en la camilla de su casa donde continuaba las clases hasta altas horas de la noche. Trabajadora como nadie y responsable hasta la saciedad, aquella figura menuda, peinando canas, con voz templada y su eterno hábito azul, tenía una autoridad impresionante.
Dª María Cabanillas Gómez, había nacido en Orellana el día 10 de Noviembre del año 1899 (-“ ¡Voy con el siglo ¡”- no decía muchas veces). Su padre, Antonio Cabanillas, era herrero y su madre murió joven dejando seis huérfanos; así que ella, que era la mayor, tomó las riendas de la familia e hizo de madre de todos sus hermanos. Pronto descubrió su vocación de educadora y se hizo Maestra en Badajoz y a los 16 años obtiene el título y aprueba las oposiciones en Sevilla. Regresa a Extremadura y ocupa una plaza en Villarta de los Montes, lugar “ al que me tuvo que llevar en burro mi padre” porque estaba totalmente incomunicado como el resto de la Siberia Extremeña. Hace estudiar a sus hermanos Emerita, Carmen, Juana y Juan María (el inolvidable D. Juan) que siguen sus pasos y también se hacen Maestros. Solo Patricio no estudió pues quiso ser herrero como su padre.
Se trasladó a Villanueva de la Serena donde ejerció, en el Colegio Público “El Cristo”, cerca de veinte años. De regreso a su pueblo natal, ocupa plaza en el C. P. “Santo Domingo”, del que más tarde fuera Directora. Y es aquí, en Orellana, donde Dª María, junto con sus hermanos, realiza su más importante labor pedagógica que dejó huella para siempre. Además de atender a sus niñas, en la escuela, se hacer cargo de prácticamente todos los estudiantes que había en el pueblo. D. Juan y Dª Juana cogían a los que comenzaban y ella a los que cursaban estudios de Bachillerato y Magisterio. ¡Porque las clases de Dª María fueron una verdadera “fábrica” de Maestros entre los que me incluyo ¡
Doña María fue una Maestra como la copa de un pino. Sin grandes conocimientos, yo diría que los justos, tenía la virtud de sacarnos todo lo que teníamos dentro. Te estimulaba, te animaba, te incentivaba con sus palabras y ejemplo y sus clases eran un emporio de trabajo y colaboración. Pero no solo era eso, ella comprendía todos los problemas que teníamos en casa, muchas veces de carencias de medios, y nunca había pegas por su parte. Es más como todos hacíamos, obviamente, estudios por libre, cuando teníamos que ir a examinarnos a Badajoz, ella nos acompañaba la mayoría de la veces. ¡Y cómo agradecíamos su presencia en aquellos momentos tan importantes en que te jugabas todo lo que habíamos estudiado en un año ¡.
Más tarde, cuando se hizo el Colegio Libre adoptado fue profesora y colaboró enormemente para que no desapareciera en momentos muy críticos por los pasó esta institución.
Dª María se jubiló a los setenta años en plenas facultades porque ya era obligatorio y el pueblo entero reconoció su labor en un extraordinario homenaje.
El pueblo de Orellana siempre estará en deuda con la familia Cabanillas, con Dª María al frente, por la enorme labor pedagógica que realizó.