Antonio, no me digas que ya se terminó...
Ya puedes inventar junto a Miguel otros temas o ampliar los ya concluidos porque yo creo que todos lo estamos deseando. Me hago portavoz de la mayoría de los foreros. Así que ¡adelante! que estamos con muy mala edad y no podemos cruzarnos de brazos y de cerebro. Vuelvo a felicitarte, maestro.
Ya puedes inventar junto a Miguel otros temas o ampliar los ya concluidos porque yo creo que todos lo estamos deseando. Me hago portavoz de la mayoría de los foreros. Así que ¡adelante! que estamos con muy mala edad y no podemos cruzarnos de brazos y de cerebro. Vuelvo a felicitarte, maestro.
Felicidades Sánchez por tu trabajo y gracias por trasladarnos a esos tiempos tan felices y tan entrañables para todos los que en mayor ó menor medida hemos disfrutado de esos juegos,ó hemos conocido a algunos de los personajes tambien descritos por tí. Gracias de nuevo y saludos.
Desde Campanario me uno a este homenaje forero, sencillo pero merecido, a Antonio Sánchez, con quien coincidí varias veces en Orellana cuando él era director del colegio de Orellana de la Sierra.
Buenas tardes, amigo Antonio, recibe mi particular felicitación en forma de poema. Tú sabes de verdad las satisfacciones que da esta honradísima profesión nuestra, tan desconocida unas veces y tan incomprendida otras.
MAESTRO
Palabra tan divina como humana.
¡Qué bien suena en los labios juveniles!
Dador de la cultura del mañana,
tornero de las almas infantiles.
¡Qué poco se valora tu trabajo!
¿No sientes cuando acaba la jornada
el ansia de limpiar con estropajo
la huella de la crítica malvada?
Lo sientes. Pero pronto se presenta
la imagen de ese niño que te llama
y quiere que le ayudes con las cuentas
porque no se aprendió muy bien las tablas.
Y, aunque sea en pensamiento, olvidas todo,
te refugias con amor entre los niños,
que aunque a veces sean crueles, de igual modo
siempre puedes contar con su cariño.
Sé valiente, buen Maestro. Que tu escuela
sea la fuente de un futuro no lejano.
Que esa crítica malvada, aunque te duela,
nunca aparte la enseñanza de tus manos.
Buenas tardes, amigo Antonio, recibe mi particular felicitación en forma de poema. Tú sabes de verdad las satisfacciones que da esta honradísima profesión nuestra, tan desconocida unas veces y tan incomprendida otras.
MAESTRO
Palabra tan divina como humana.
¡Qué bien suena en los labios juveniles!
Dador de la cultura del mañana,
tornero de las almas infantiles.
¡Qué poco se valora tu trabajo!
¿No sientes cuando acaba la jornada
el ansia de limpiar con estropajo
la huella de la crítica malvada?
Lo sientes. Pero pronto se presenta
la imagen de ese niño que te llama
y quiere que le ayudes con las cuentas
porque no se aprendió muy bien las tablas.
Y, aunque sea en pensamiento, olvidas todo,
te refugias con amor entre los niños,
que aunque a veces sean crueles, de igual modo
siempre puedes contar con su cariño.
Sé valiente, buen Maestro. Que tu escuela
sea la fuente de un futuro no lejano.
Que esa crítica malvada, aunque te duela,
nunca aparte la enseñanza de tus manos.
