Pregón 2010.
(A todos los emigrantes que un día tuvieron que abandonar su pueblo, Orellana, y a los que lloraron su ausencia: a todo en Pueblo.)
Desde el momento de irme a Don Benito, yo también me sentí como un emigrante más que tenía que abandonar su pueblo de Orellana. Sin embargo, no tuve el mismo sentimiento respecto a La Cumbre –el pueblo donde nací- cuando me vine de él a mis 23 años. Y es que mi pueblo natal, por el que siento respeto y estima por estar marcado en él el sello de mi infancia, no lo elegí yo, como no se elige la familia donde nacemos; pero sí elegimos los amigos y la persona de la que nos enamoramos. Y yo tengo aquí los amigos más importantes, que son los de la juventud y un pueblo, Orellana, que ha sido y sigue siendo objeto de mi predilección. Porque es aquí donde he reído y llorado con vosotros; donde he compartido la brega diaria de los años más duros de mi vida y, sin duda, los más felices también; donde he tenido los sueños más bellos que se puedan soñar: sueños de libertad, de lucha por la igualdad y por la justicia social. Sueños por hacer mejor a mi pueblo, siéndolo también yo. Sueños de una democracia verdadera y real, en continua construcción y con nuevas metas por conquistar. Sueños de una Parroquia, Comunidad de hermanos, del pueblo y para el pueblo, pues no en vano la Iglesia se define a sí misma como el Pueblo de Dios.
Orellana, donde he cantado las canciones más bellas que todavía hacen vibrar mi corazón.
Os recuerdo aquella de Labordeta: Habrá un día en que todos al levantar la vista veamos una tierra que ponga libertad. O la de Jarcha, que todos cantábamos en su día: “Libertad sin ira” “Libertad, libertad sin ira, libertad,
guarda tu miedo y tu ira…etc” O la de nuestro paisano extremeño, Pablo Guerrero:
“Tiene que llover, tiene que llover, tiene que llover a cántaros.”
Ya llovió mucho este pasado invierno y en la última primavera. Pero aún queda mucha lluvia suspendida en el cielo, que está por caer para que estos nuestros campos semi-yermos recobren el color de la primavera. Para que este mundo, tan ingrato para muchos, recobre la luz del color-esperanza para todos.
Retomando el tema por el que comencé, el tema de la emigración, recuerdo cómo me contasteis los comienzos del hecho migratorio en nuestro pueblo.
Al finalizar la construcción del Pantano se marcharon las empresas constructoras, entre otras, Agromán, Dragados y Construcciones o Cubiles.., y con ellas marcharon algunos orellanenses que formaban parte de la plantilla, como fijos, para proseguir su trabajo en otros lugares; destacaba por las características del pantano, el oficio de encofrador.
Cáceres, Madrid, Valencia o Cataluña, fueron, entre otras, las provincias o regiones de destino.
Pero un par de familias, la de Benjamín, el de “Apocho”, (recuerdo cuando conocí y traté a su hijo, José Garrido “el de Apocho”, el mudo, qué inteligente, qué buena persona y qué buen albañil era), y la familia de Pedro, el hijo de la “Parrala”, marchan a Mallorca. También marcha Eugenio Adolfo, “el chita”, perteneciente a la familia de los “adolfos”. Es el momento del “boom” turístico, y allí, junto al trabajo de la construcción que reclama mano de obra masculina (se están construyendo urbanizaciones hoteleras sin cuento), en los hoteles que ya funcionan, puede trabajar la otra parte de la familia que hasta ahora sólo ha podido desempeñar trabajos domésticos, nunca suficientemente valorados: la esposa y las hijas. Está comenzando el trabajo de la mujer, y con él su autonomía económica. Se está gestando lo que hemos dado en llamar y así lo es en realidad “la liberación de la mujer”.
Después de las familias citadas marcha Francisco Jiménez “el Pica”, y su hijo Francisquito, quien en seguida reclama a su cuñado Juan Hormiga, alias “el Bolicha”, que trabajará en la Costa de los Pinos, en Cala Bona, junto a Son Servera, en la construcción del llamado “Eurotel”. (Allí, años después, en mi primera visita a Mallorca, probaría yo por primera vez una ración de langostinos que me invitó Emilio, “Tintaca”, el hijo de Dionisia Caña y Ángel “Tintaca” ……, buenos vecinos míos y mejores personas. Nunca lo he olvidado y siempre le estaré agradecido)
Lo mismo que ha hecho “el Pica” llamando a su cuñado han hecho ya las otras familias anteriormente citadas. Han llamado a sus familiares más próximos y éstos a su vez a otros que lo harán con otros, estableciéndose así una cadena ininterrumpida e interminable que dura casi hasta nuestros días.
Y, a semejanza del puente aéreo, que existe entre Madrid-Barcelona, se establece un puente terrestre – marítimo entre Orellana – Mallorca. La viajera (que alquilaba Fermín “Bellota”) saldrá puntual cada semana de la calle Corredera, de junto el Bar del Pollo, para llegar al puerto de Valencia, después de atravesar la Mancha. De allí…, al puerto de Palma, donde el director del hotel espera la llegada de mano de obra barata.
Ya lo sabemos: Felanitx, Son Servera, Cala Egos, Cala D´Or, Calas de Mallorca, Cala Millor, Porto Colón, Porto Cristo…etc. etc. son lugares poblados de emigrantes orellanenses… (En años pasados se daba la cifra de 2.500 orellanenses sólo en Felanitx. Hoy serán unos 1.700 los que viven en ese pueblo mallorquín).
Anteriormente ha conocido Orellana otra emigración: la de aquellos que han marchado como colonos a los nuevos pueblos de regadío.
(A todos los emigrantes que un día tuvieron que abandonar su pueblo, Orellana, y a los que lloraron su ausencia: a todo en Pueblo.)
Desde el momento de irme a Don Benito, yo también me sentí como un emigrante más que tenía que abandonar su pueblo de Orellana. Sin embargo, no tuve el mismo sentimiento respecto a La Cumbre –el pueblo donde nací- cuando me vine de él a mis 23 años. Y es que mi pueblo natal, por el que siento respeto y estima por estar marcado en él el sello de mi infancia, no lo elegí yo, como no se elige la familia donde nacemos; pero sí elegimos los amigos y la persona de la que nos enamoramos. Y yo tengo aquí los amigos más importantes, que son los de la juventud y un pueblo, Orellana, que ha sido y sigue siendo objeto de mi predilección. Porque es aquí donde he reído y llorado con vosotros; donde he compartido la brega diaria de los años más duros de mi vida y, sin duda, los más felices también; donde he tenido los sueños más bellos que se puedan soñar: sueños de libertad, de lucha por la igualdad y por la justicia social. Sueños por hacer mejor a mi pueblo, siéndolo también yo. Sueños de una democracia verdadera y real, en continua construcción y con nuevas metas por conquistar. Sueños de una Parroquia, Comunidad de hermanos, del pueblo y para el pueblo, pues no en vano la Iglesia se define a sí misma como el Pueblo de Dios.
Orellana, donde he cantado las canciones más bellas que todavía hacen vibrar mi corazón.
Os recuerdo aquella de Labordeta: Habrá un día en que todos al levantar la vista veamos una tierra que ponga libertad. O la de Jarcha, que todos cantábamos en su día: “Libertad sin ira” “Libertad, libertad sin ira, libertad,
guarda tu miedo y tu ira…etc” O la de nuestro paisano extremeño, Pablo Guerrero:
“Tiene que llover, tiene que llover, tiene que llover a cántaros.”
Ya llovió mucho este pasado invierno y en la última primavera. Pero aún queda mucha lluvia suspendida en el cielo, que está por caer para que estos nuestros campos semi-yermos recobren el color de la primavera. Para que este mundo, tan ingrato para muchos, recobre la luz del color-esperanza para todos.
Retomando el tema por el que comencé, el tema de la emigración, recuerdo cómo me contasteis los comienzos del hecho migratorio en nuestro pueblo.
Al finalizar la construcción del Pantano se marcharon las empresas constructoras, entre otras, Agromán, Dragados y Construcciones o Cubiles.., y con ellas marcharon algunos orellanenses que formaban parte de la plantilla, como fijos, para proseguir su trabajo en otros lugares; destacaba por las características del pantano, el oficio de encofrador.
Cáceres, Madrid, Valencia o Cataluña, fueron, entre otras, las provincias o regiones de destino.
Pero un par de familias, la de Benjamín, el de “Apocho”, (recuerdo cuando conocí y traté a su hijo, José Garrido “el de Apocho”, el mudo, qué inteligente, qué buena persona y qué buen albañil era), y la familia de Pedro, el hijo de la “Parrala”, marchan a Mallorca. También marcha Eugenio Adolfo, “el chita”, perteneciente a la familia de los “adolfos”. Es el momento del “boom” turístico, y allí, junto al trabajo de la construcción que reclama mano de obra masculina (se están construyendo urbanizaciones hoteleras sin cuento), en los hoteles que ya funcionan, puede trabajar la otra parte de la familia que hasta ahora sólo ha podido desempeñar trabajos domésticos, nunca suficientemente valorados: la esposa y las hijas. Está comenzando el trabajo de la mujer, y con él su autonomía económica. Se está gestando lo que hemos dado en llamar y así lo es en realidad “la liberación de la mujer”.
Después de las familias citadas marcha Francisco Jiménez “el Pica”, y su hijo Francisquito, quien en seguida reclama a su cuñado Juan Hormiga, alias “el Bolicha”, que trabajará en la Costa de los Pinos, en Cala Bona, junto a Son Servera, en la construcción del llamado “Eurotel”. (Allí, años después, en mi primera visita a Mallorca, probaría yo por primera vez una ración de langostinos que me invitó Emilio, “Tintaca”, el hijo de Dionisia Caña y Ángel “Tintaca” ……, buenos vecinos míos y mejores personas. Nunca lo he olvidado y siempre le estaré agradecido)
Lo mismo que ha hecho “el Pica” llamando a su cuñado han hecho ya las otras familias anteriormente citadas. Han llamado a sus familiares más próximos y éstos a su vez a otros que lo harán con otros, estableciéndose así una cadena ininterrumpida e interminable que dura casi hasta nuestros días.
Y, a semejanza del puente aéreo, que existe entre Madrid-Barcelona, se establece un puente terrestre – marítimo entre Orellana – Mallorca. La viajera (que alquilaba Fermín “Bellota”) saldrá puntual cada semana de la calle Corredera, de junto el Bar del Pollo, para llegar al puerto de Valencia, después de atravesar la Mancha. De allí…, al puerto de Palma, donde el director del hotel espera la llegada de mano de obra barata.
Ya lo sabemos: Felanitx, Son Servera, Cala Egos, Cala D´Or, Calas de Mallorca, Cala Millor, Porto Colón, Porto Cristo…etc. etc. son lugares poblados de emigrantes orellanenses… (En años pasados se daba la cifra de 2.500 orellanenses sólo en Felanitx. Hoy serán unos 1.700 los que viven en ese pueblo mallorquín).
Anteriormente ha conocido Orellana otra emigración: la de aquellos que han marchado como colonos a los nuevos pueblos de regadío.
José, muchas gracias por hacernos llegar el pregón, a los que no hemos podido estar este año en Orellana.
Un abrazo
Un abrazo