ORELLANA LA VIEJA: Bonita historia Víctor, que también ha sido la mía....

Érase una vez, que nosotros cuando pequeñajos estábamos contando los días para que llegara S. Miguel, porque este día se daba el permiso para salir a “rebusco”.
Toda una panda de gente menuda y algunas no tanto nos desplazábamos a la sierra, los melonares del sevellar (quien te ha visto y quien te ve) para buscar meloncitos que el labrador quedara atrás por lo pequeño o por su mala vista para la venta pero que a nosotros nos venia de mara villa. Los huertos del Egido también eran recorrido para por si acaso algún pequeño racimo de uvas se había estrapapelado por algún descuido del vendimiador. Siempre había alguno que con buenas intenciones decía “este para los de rebusco” el caso es que nunca se venia con las manos vacías: los melones y pequeñas sandias se colgaban en sus casas hechas de juncia o bayunco y las uvas en pequeñas “enramadas” al igual que las morcillas.
De esta recogida siempre sacábamos provecho pues a parte de comer lo que nos apetecía cuando llegábamos a casa siempre nos pagaban con una perra chica o una perra gorda (cinco y diez céntimos respectivamente de nuestra querida peseta).
¿Ahora? Pues ahora muchas felicidades amigo Miguel Marcos.

Bonita historia Víctor, que también ha sido la mía. Me acuerdo perfectamente que los chiquillos del barrio Buenavista-Espronceda, entre los que me incluyo, salíamos a "rebuscar" porque habían dado "larga", es decir no había guardas y podíamos ir a coger todo lo que había quedado "sin dueño", fundamentalmente los troncos de los "tornasoles" nombre que dábamos a los girasoles y que unas veces nos servía como catapulta para pasar de un lado a otro de una pedrera, arroyo o sencillamente para impulsarnos por encima de una peña u otro obstáculo que de otra forma no podíamos hacerlo. Otras veces los utilizábamos de zancos, otras de defensa personal, etc.

Bonita historia, repito, y bonitos recuerdos.

Un abrazo,
M. Marcos.