El manantial del algarrobo
-Segunda parte-
Sea como fuere la fortaleza fue derrumbándose, como si el mismísimo diablo la destruyera.
Hace mucho tiempo cuando los Templarios fueron exterminados y reconquistada la ciudad de Trujillo, además del gobierno de la villa, a los Altamirano se les concedió extensas posesiones a poblar en las inmediaciones del río Guadiana, donde después se levanto la actual Orellana la Vieja, lo cual hicieron los apellidados Orellana descendientes lejanos de este linaje. La mayor parte del término de Trujillo ya tenía algunos poblados, los que figuraron como pequeñas aldeas aunque la población era muy escasa a causa de la huida de los moros que fueron quienes las empezaron.
La leyenda que voy a contar, es una variante de otras muchas que se dicen referente al grandísimo tesoro que está enterrado en algún lugar de la ruinosa fortaleza de los Templarios, en la vecina sierra de Lares.
Al pie de donde se cree que estaban las ruinas de un castillo árabe llamado As-Bal o Al- Bas, en las cercanías del río Guadiana, un total de veinte pobladores llegados de diferente sitios del término trujillano, habían empezado la labor de reconstrucción del castillo y mejoramiento del entorno, labrando las buenas tierras adyacentes y aprovechando los abundantes y finísimos pastos para su ganado así como las copiosas aguas de distintos veneros cercanos al lugar.
En dirección este corría un arroyuelo procedente de un cristalino manantial que, al igual que el de la peña de Horeb abierto en el peñasco por Moisés, salía de una roca en armoniosos murmullos, en su lado derecho la proximidad de un gran algarrobo le daba sombra y frescura al mismo tiempo.
En los trabajos de repoblación convergieron dos familias de distinto origen, una tenía una hija, Florentina, que acababa de cumplir veinte años, si bien no era alta de estatura, en cambio alardeaba de formas elegantísimas, de tez bronceada, de ojos grandes, enérgicos, apasionados y unas cejas negrísimas, que al converger en el entrecejo, daban a sus ojos algo de viril expresión, pelo ondulante, rizoso y reluciente.
De la otra familia, Diego, de unos dieciséis años, vivaracho, decidido y alegre en el buen sentido de la palabra, disponía de buena inteligencia que le hacía doblemente simpático. Diego dio rienda suelta a su juvenil carácter y empezó a cambiar simpatía con la joven desde el momento en que se conocieron. Él traducía los encantos de Florentina en galanteos, despojado del ridículo Platonismo, y ella le recogía las riendas de viva imaginación para guiarle por otro camino mejor, menos árido que el elegido por él con su inexperta juventud.
Por el ribazo que bajaba hasta el río pastaba el rebaño azuzado de vez en cuando por los ladridos de los perros de careo, Diego, mientras en la matutina “refacción”, oye a lo lejos el sonido de las caracolas y ve ascender lentamente en la lejanía el humo blanquecino de los humildes hogares, por las veredas, por las zanjas, por las lindes ve caminar hacia las tierras de labor las yuntas y los hombres. De pronto en mitad del camino queda un momento parado. ¿Qué detenía al zagal en su tranquila marcha?, ¿eran aullidos de lobo? ¡No!, era la voz de Florentina que en lo alto del camino sus amores y querellas cantaba con tintes de alegres canciones y entonaba con voz clara que llena de amores brotaban de su alma, después prosiguió su marcha hacia él. Al unirse los dos, Florentina le preguntó.
- ¿Oíste mis canciones? -Sí que las he oído, dijo él triste, muy triste y cabizbajo.
Los dos callaron y siguieron juntos su marcha, Diego había sacado su flauta de caña y tocaba una canción melancólica, entonces ella le pregunto ¿Por qué tocas esa canción tan triste? A lo que él contestó: - hoy yo estoy muy afligido, porque mañana nos marchamos de aquí a una aldea que se va a construir allá muy lejos al pie de una sierra que llaman de Lares, -si que es una lastima, contestó ella, justo ahora que empezábamos a conocernos y lo que yo consideraba sería el principio de una larga amistad-.
-continuara-
-Segunda parte-
Sea como fuere la fortaleza fue derrumbándose, como si el mismísimo diablo la destruyera.
Hace mucho tiempo cuando los Templarios fueron exterminados y reconquistada la ciudad de Trujillo, además del gobierno de la villa, a los Altamirano se les concedió extensas posesiones a poblar en las inmediaciones del río Guadiana, donde después se levanto la actual Orellana la Vieja, lo cual hicieron los apellidados Orellana descendientes lejanos de este linaje. La mayor parte del término de Trujillo ya tenía algunos poblados, los que figuraron como pequeñas aldeas aunque la población era muy escasa a causa de la huida de los moros que fueron quienes las empezaron.
La leyenda que voy a contar, es una variante de otras muchas que se dicen referente al grandísimo tesoro que está enterrado en algún lugar de la ruinosa fortaleza de los Templarios, en la vecina sierra de Lares.
Al pie de donde se cree que estaban las ruinas de un castillo árabe llamado As-Bal o Al- Bas, en las cercanías del río Guadiana, un total de veinte pobladores llegados de diferente sitios del término trujillano, habían empezado la labor de reconstrucción del castillo y mejoramiento del entorno, labrando las buenas tierras adyacentes y aprovechando los abundantes y finísimos pastos para su ganado así como las copiosas aguas de distintos veneros cercanos al lugar.
En dirección este corría un arroyuelo procedente de un cristalino manantial que, al igual que el de la peña de Horeb abierto en el peñasco por Moisés, salía de una roca en armoniosos murmullos, en su lado derecho la proximidad de un gran algarrobo le daba sombra y frescura al mismo tiempo.
En los trabajos de repoblación convergieron dos familias de distinto origen, una tenía una hija, Florentina, que acababa de cumplir veinte años, si bien no era alta de estatura, en cambio alardeaba de formas elegantísimas, de tez bronceada, de ojos grandes, enérgicos, apasionados y unas cejas negrísimas, que al converger en el entrecejo, daban a sus ojos algo de viril expresión, pelo ondulante, rizoso y reluciente.
De la otra familia, Diego, de unos dieciséis años, vivaracho, decidido y alegre en el buen sentido de la palabra, disponía de buena inteligencia que le hacía doblemente simpático. Diego dio rienda suelta a su juvenil carácter y empezó a cambiar simpatía con la joven desde el momento en que se conocieron. Él traducía los encantos de Florentina en galanteos, despojado del ridículo Platonismo, y ella le recogía las riendas de viva imaginación para guiarle por otro camino mejor, menos árido que el elegido por él con su inexperta juventud.
Por el ribazo que bajaba hasta el río pastaba el rebaño azuzado de vez en cuando por los ladridos de los perros de careo, Diego, mientras en la matutina “refacción”, oye a lo lejos el sonido de las caracolas y ve ascender lentamente en la lejanía el humo blanquecino de los humildes hogares, por las veredas, por las zanjas, por las lindes ve caminar hacia las tierras de labor las yuntas y los hombres. De pronto en mitad del camino queda un momento parado. ¿Qué detenía al zagal en su tranquila marcha?, ¿eran aullidos de lobo? ¡No!, era la voz de Florentina que en lo alto del camino sus amores y querellas cantaba con tintes de alegres canciones y entonaba con voz clara que llena de amores brotaban de su alma, después prosiguió su marcha hacia él. Al unirse los dos, Florentina le preguntó.
- ¿Oíste mis canciones? -Sí que las he oído, dijo él triste, muy triste y cabizbajo.
Los dos callaron y siguieron juntos su marcha, Diego había sacado su flauta de caña y tocaba una canción melancólica, entonces ella le pregunto ¿Por qué tocas esa canción tan triste? A lo que él contestó: - hoy yo estoy muy afligido, porque mañana nos marchamos de aquí a una aldea que se va a construir allá muy lejos al pie de una sierra que llaman de Lares, -si que es una lastima, contestó ella, justo ahora que empezábamos a conocernos y lo que yo consideraba sería el principio de una larga amistad-.
-continuara-
eres patético
Señor o señora KIT.
Ha echo usted bueno el refrán, "apartate que me tiznas, le dijo la sartén al cazo". No es estraño viendo su pefil que tenga usted regados los mensajes por más de cien pueblos de españa, y que en todos le den la bienvenida. Lo tiene muy fácil, si Victor es patético, la foto saca antenas y viene usted a informarnos de que el dia de Extremadura es el 6 de Septiembre, haga usted una cosa. Ponga la televisión y espere suted al anuncio de fanta. Siga el consejo final y vaya usted a tomar fanta.
Ha echo usted bueno el refrán, "apartate que me tiznas, le dijo la sartén al cazo". No es estraño viendo su pefil que tenga usted regados los mensajes por más de cien pueblos de españa, y que en todos le den la bienvenida. Lo tiene muy fácil, si Victor es patético, la foto saca antenas y viene usted a informarnos de que el dia de Extremadura es el 6 de Septiembre, haga usted una cosa. Ponga la televisión y espere suted al anuncio de fanta. Siga el consejo final y vaya usted a tomar fanta.
Ño en los años que tengo ahora me entero que han cambiado el dia de Extremadura y eso que soy mas Extremeña que un arao... en fin yo lo sigo celebrando el dia que toca no el dia 6... ja que gracia. Saludos mi gente... ola merenguito.
Hola navarrilla, que tal todo
Bien merenguito.... deseando ir a Orellana a ver al patriacar NAVARRRO.