Hay un filósofo del siglo IV, Agustín de Hipona, que creo, que ninguno como él ha conocido y sabido lo que es la experiencia de la vida.
Hombre inquieto, buscador de verdades que no se conformaba con cualquier cosa. Hizo infinidad de experiencias que le llevaron al conocimiento profundo de la Verdad.
Es estos días estoy leyendo de nuevo su libro: Las Confesiones, y es una verdadera gozada el ver que el hombre a pesar de los siglos transcurridos hasta hoy es el mismo. Claro, que el hombre de entonces no tenía tantas distracciones como el hombre actual que le impiden llegar a un conocimiento profundo de las las cosas.
Me han causado tanta impresión algunas de sus frases que he pensado haceros partícipes de los pensamientos de esta LUMBRERA del siglo IV.
Su lema era "Amor meus, pondus meus". Para él, el amor es el peso (pondus) del corazón, que lo hace inclinarse en un sentido o en otro. El objeto tras el que corre el amor es siempre el bien, no en sentido moral, sino en sentido, de la exigencia del ser: lo bueno en general.
Tiene también otra obra interesante que se llama La Ciudad de Dios y Agustín, prácticamente viene a decir que según la orientación que el hombre dé a su vida puede llevarla a convertirse en una cosa o en otra, ciudad de Dios o ciudad de mundo.
Estoy tan entusiasmado con esta lectura y de la actualidad de su pensamiento en el contexto actual, a pesar de haber transcurrido 17 siglos, que he pensado contaros algo de esta lectura. A su vez, invito a otros a hacer comentarios de lecturas u otras temas de estos momentos que os agraden.
Saludos para todos los foreros.
Demetrio Gallardo
Hombre inquieto, buscador de verdades que no se conformaba con cualquier cosa. Hizo infinidad de experiencias que le llevaron al conocimiento profundo de la Verdad.
Es estos días estoy leyendo de nuevo su libro: Las Confesiones, y es una verdadera gozada el ver que el hombre a pesar de los siglos transcurridos hasta hoy es el mismo. Claro, que el hombre de entonces no tenía tantas distracciones como el hombre actual que le impiden llegar a un conocimiento profundo de las las cosas.
Me han causado tanta impresión algunas de sus frases que he pensado haceros partícipes de los pensamientos de esta LUMBRERA del siglo IV.
Su lema era "Amor meus, pondus meus". Para él, el amor es el peso (pondus) del corazón, que lo hace inclinarse en un sentido o en otro. El objeto tras el que corre el amor es siempre el bien, no en sentido moral, sino en sentido, de la exigencia del ser: lo bueno en general.
Tiene también otra obra interesante que se llama La Ciudad de Dios y Agustín, prácticamente viene a decir que según la orientación que el hombre dé a su vida puede llevarla a convertirse en una cosa o en otra, ciudad de Dios o ciudad de mundo.
Estoy tan entusiasmado con esta lectura y de la actualidad de su pensamiento en el contexto actual, a pesar de haber transcurrido 17 siglos, que he pensado contaros algo de esta lectura. A su vez, invito a otros a hacer comentarios de lecturas u otras temas de estos momentos que os agraden.
Saludos para todos los foreros.
Demetrio Gallardo